¿Por qué fue calificado Ed Wood como "el peor director de cine de todos los tiempos"?

Don_Schneider

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En abril de 1955 y junio de 1956, Ed Wood hizo varias filmaciones de Béla Lugosi. Realizadas antes y después de que el actor, otrora estrella rutilante de Hollywood gracias a su interpretación del conde Drácula, ingresara en una clínica de rehabilitación para tratar su adicción a las drogas, el objetivo de esos fragmentos sería ir conformando un proyecto titulado The Vampire’s Tomb.

Pero todo quedó en agua de borrajas porque Wood no consiguió financiación para sacarlo adelante y, además, en agosto de 1956, Lugosi falleció en su casa tras sufrir un infarto mientras dormía. Por lo visto, la desaparición del actor fue especialmente traumática para el cineasta, que en los últimos tiempos había forjado una estrecha amistad con él.

Según comenta Joaquín Vallet en El universo de Ed Wood (Notorious Ediciones), un nuevo libro que analiza la trayectoria del cineasta, para la antigua estrella, Wood era "uno de los pocos anclajes que le quedaban a una vida de la que ya se sentía profundamente hastiado. De hecho, tanto Wood como [el actor ocasional] Tor Johnson evitaron algunas tentativas de suicidio del intérprete, consecuencia de las crisis que experimentaba frecuentemente o de sus acuciantes problemas económicos. Para Ed Wood, Lugosi, además de un íntimo amigo, suponía la materialización de sus sueños cinematográficos, ya que pudo dirigirlo en varias ocasiones y ayudarlo siempre que pudo".

A pesar de que The Vampire’s Tomb fue cancelado definitivamente, Wood se puso a escribir un nuevo guion que tenía como base el poco metraje que había rodado con Lugosi. "De esta manera", apunta el crítico e historiador cinematográfico, "el origen de Plan 9 from Outer Space no sería otro que las secuencias inconexas protagonizadas por el actor [...]. Wood fusionaría la esencia de obras de terror producidas en los años treinta (el cementerio, los bosques, la presencia de vampiros y muertos vivientes) con las actuales temáticas de ciencia-ficción (ovnis, extraterrestres, temor atómico)".

El rodaje de Plan 9 from Outer Space comenzó pocos días antes de que Lugosi estirara la pata, así que Wood utilizó como actor suplente al quiropráctico de su esposa, aunque este se pareciera al austro-húngaro como un huevo a una castaña, para poder terminar la película, que tuvo un preestreno en el Teatro Carlton de Los Ángeles en marzo de 1957. No obstante, se necesitaron más de dos años para encontrar un distribuidor que se encargara de ella.

Al final la adquirió la Distributors Corporation of America (DCA) y fue estrenada en julio de 1959, en un programa doble con el thriller británico Tumba de acero (1957). Por desgracia, DCA cesó sus operaciones durante la primera proyección de Plan 9 from Outer Space, así que la película apenas tuvo presencia en ningún circuito cinematográfico y se realizaron menos de veinte copias en 35 mm. para su lanzamiento.

Vallet apunta que, a pesar de que el filme terminó perdido "en oscuros pases televisivos de pequeñas cadenas, las cuales podían adquirirla por muy poco dinero o, directamente, sin gasto alguno, Wood siempre se sintió orgulloso de la que muchos tildaron de la peor película de la Historia del Cine".

Ojo, que también él fue considerado el peor director por dos expertos en "malas películas", los hermanos Harry y Michael Medved, que lo rescataron del olvido en su libro The Golden Turkey Awards, publicado en 1980, dos años después de que el cineasta espichara, cuando solo contaba 54, alcoholizado y prácticamente en la miseria.

Un profesional polifacético​


De alguna manera, el lanzamiento de The Golden Turkey Awards convirtió a Wood de la noche a la mañana en un icono de culto de la cultura popular. Pocos sabían hasta entonces quién era aquel tipo de personalidad extraña que nació en octubre de 1924 en Nueva York y, ya desde niño, mostró fascinación por las películas de serie B de terror y del oeste, los tebeos, las revistas pulp y los seriales radiofónicos. Al cumplir 12 años recibió como regalo su primera cámara de cine, una Ciné-Kodak Special que estrenó filmando algunas imágenes del dirigible alemán Hindenburg a su paso por el río Hudson en Poughkeepsie, poco antes de su fatal accidente en Nueva Jersey.

Tras graduarse en la escuela superior en 1941, Wood consiguió su primer trabajo, como acomodador en un cine de su zona. Seis meses después del ataque a Pearl Harbor se alistó en los marines y, tras luchar en la Segunda Guerra Mundial, cumplió su deseo de matricularse en una prestigiosa escuela de arte dramático de Washington.

Cuentan que luego se embarcó en un circo ambulante donde, para deleite del público, hacía de hombre bestia, arrancando a mordiscos las cabezas de pollos y serpientes, y de persona hermafrodita. Y que fue en 1947 cuando se trasladó a Hollywood, donde actuó en algunos montajes teatrales, escribió pilotos de televisión e intentó sin éxito completar un western.

Su vida empezó a cambiar cuando logró convencer al productor independiente George Weiss de que alterara el argumento de un documental sobre el escándalo de la actriz estadounidense Christine Jorgensen, la primera persona en someterse con éxito a una cirugía de reasignación de sexo y a una terapia hormonal. Como resultado puso en pie Glen o Glenda (1953), que además de ser su ópera prima es un relato semiautobiográfico —es vox populi que Wood se travestía, aunque durante años había mantenido estas inclinaciones en la intimidad—.

"Si tomamos en consideración el origen y los avatares de la filmación de Glen o Glenda, es más que evidente que nos hallamos ante un producto exploit de los centenares que discurrían por los subterráneos de la industria durante las décadas del clasicismo estadounidense", escribió Vallet. Glen o Glenda, aún involuntariamente, es una de las joyas de esta zona oscura del cine. Y lo es a pesar de las claras intenciones de Ed Wood, quien, en ningún momento, parece asumir la renegada naturaleza de la propuesta. Para el cineasta, Glen o Glenda siempre fue un drama intimista. La exteriorización de sus circunstancias personales. Y aquí se halla el hecho diferenciador más importante".

La única que obtuvo beneficios económicos​


Después de eso rodaría Bride of the Monster (1955), sobre un científico que realiza experimentos con humanos con la intención de crear un superhombre. En El universo de Ed Wood se menciona que, durante el rodaje, el director tuvo problemas con el pulpo monstruoso que acababa con la vida de varios personajes. Más allá de las imágenes de archivo empleadas en el montaje, todo parece indicar que el pulpo de goma utilizado por el equipo formaba parte del atrezo de La venganza del bergantín (1948), dirigida por Edward Ludwig, que fue robado de los estudios de la Republic Pictures por el propio Wood: "La incapacidad técnica del pequeño equipo conformado por el cineasta provocaría un completo desaprovechamiento del gigantesco artefacto".

Dificultades aparte, Bride of the Monster es la más profesional de todas las cintas dirigidas por Wood, además de la única que obtuvo beneficios económicos. Salvo este, ninguno de sus posteriores trabajos llegaría a tener una mínima carrera comercial, y algunos de ellos, como es el caso de Night of the Ghouls (1959), se considerarían perdidos durante décadas.

Tras el drama policíaco The Sinister Urge (1960), que integraba un reiterado discurso moral sobre los peligros del erotismo y la pornografía, el neoyorquino se mantuvo alejado de la dirección durante diez años. En ese tiempo no estuvo de brazos cruzados, sino que escribió guiones para otros cineastas y ejerció como prolífico autor para editoriales de libros eróticos de bolsillo y revistas de sexo, trabajos con los que pagaba el alquiler.

Entonces compartía sus alegrías y penas con Kathleen O’Hara, a la que conoció en 1956, en alguna de las actividades dominicales de la Church of Religious Science, y con la que contrajo matrimonio en Las Vegas poco tiempo después. "Kathy permaneció junto a Wood hasta el fallecimiento de este en diciembre de 1978", se cuenta en el ensayo. "A pesar de ello, nunca se llevó bien con la madre del cineasta, Lillian, a la que tildaba de "disciplinaria estricta", acusándola de dañar psicológicamente a Ed Wood desde sus primeros años de infancia".

Antes de empezar a salir con ella, el interfecto estuvo unido brevemente a Norma McCarty, quien saltó a la fama por interpretar a la azafata de Plan 9 From Outer Space. Las malas lenguas dicen que la actriz le echó de casa la noche de bodas cuando descubrió que llevaba ropa interior femenina —el matrimonio quedó legalmente anulado cuatro meses después—.

A principios de los setenta, Wood convirtió su interés por la ficción erótica y pornográfica en películas explícitas como Take It Out in Trade (1970), una comedia sexual surrealista que supuso su regreso a la dirección. "Hace un año, hice mi primera película sobre el negocio del erotismo", comentaría luego. "Se llamaba Take It Out in Trade y, aunque puede estar clasificada con una calificación X, me mantuve alejado de cualquier contacto pornográfico simplemente para no tener que filmar escenas de este tipo. Solo está llena de chicas guapas, desnudas,... Pude hacerlo realidad y rodarlo en localidades reales y no será rechazado en taquilla". Para su disgusto, la cinta fue rechazada prácticamente por todos —la compañía que la produjo, MarJon Film Distributors, la incluyó brevemente en su catálogo, pero jamás la exhibió—.

En realidad, el legado cinematográfico de Wood se reduce a menos de una veintena de películas que han ido ganando adeptos por el paso de los años. Sus títulos nunca aparecerán en las listas que suelen encabezar tipos como Orson Welles, con quien el susodicho tampoco compartía la forma de trabajar. Para empezar, porque el artífice de Ciudadano Kane creaba sus películas en la sala de montaje, mientras que Wood las completaba.

"Rodaba sin ningún tipo de plan de trabajo ni mucho menos de planificación", apunta su biógrafo. "Aprovechando al límite los escasos días que había logrado alquilar los platós y el rudimentario equipo técnico. Por no hablar de lo costoso que resultaba el material cinematográfico y que provocaba que, prácticamente, jamás se repitiera una toma. Debido a todo ello, el material resultante siempre era un conjunto de tomas inconexas, sin lógica ni coherencia interna".

Aun así, nadie podrá negar su capacidad de crear un universo propio y desprejuiciado. "Ed Wood iba muy por delante de su tiempo", apostilla Vallet. "Pero no en cuanto a sintaxis, puesta en escena o estructura narrativa. Wood está construyendo espacios y tempos del futuro. En su cine está el underground de los sesenta, están John Waters y David Lynch, y están las vertientes más contestatarias del cine de los años setenta y ochenta [...] Puede que no fuera muy brillante pero, entrando en su cosmos y asimilando su influencia, se trata de una de las figuras más fascinantes que haya ofrecido el cine estadounidense".

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