Lori_Goldner
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Es insólito lo sucedido en el Parlamento con el consejero de Justicia, José Antonio Nieto, al que preguntaron por la agresión sufrida por Sánchez en Paiporta. Y dijo esto: «Con lo que están sufriendo los ciudadanos en Valencia, encima queremos que tengan una actitud cívica y que reciban al presidente del Gobierno, al Rey y al presidente de la Generalitat con aplausos y con pétalos de flores… Hombre, ya está bien. Ya está bien. O sea, lo mínimo es entender la indignación de esas personas que están sufriendo como nadie esa situación. Y eso es lo que debemos, entiendo yo, hacer todos, en lugar de poner el dedo en aquello que le hace daño a la ciudadanía, que le hace daño a la sociedad y al pueblo valenciano» El caso es que Nieto, cuyo razonamiento es muy razonable, no incluyó una frase sencilla condenando la violencia. Y ésta debe ser condenada sin paliativos. Al presidente del Gobierno, como al presidente valenciano o al mismo Rey, se le puede gritar lo que se quiera con toda la rabia y dolor, increparlos destempladamente y zaherirlos encolerizadamente por sus errores, claro que sí, pero no lanzarles bolas de barro o palos. El razonamiento de que las víctimas allí eran los vecinos, no las autoridades, apunta bien; e incluso la invitación a ponerse en su piel y soportar estoicamente las protestas… Todo eso es cierto, pero no podía faltar la denuncia de la violencia. Y faltó. Y claro, tampoco faltó la portavoz del PSOE elevando el tiro: «Que poco más que vino a justificar la violencia… Que poco más que vino a decir que, hombre, porque se lo merecían. Y, hombre, esto es gravísimo, porque no sé si tenemos que entender que el Gobierno andaluz lo que pretende decir no es que cuando la gente este indignada lo que tiene que hacer es recibir a palos a los políticos. Lo digo porque en Andalucía hay mucha indignación ¿eh?»Bueno, con la demagogia marca de la casa, la portavoz socialista, que tiene razón de fondo, también pierde la razón en su caricatura, por cierto coherente con las hipérboles del Gobierno y la falsedad de su relato, al menos hasta ahora, de los grupos ultras organizados. Y no, en Andalucía no hay nada parecido a lo de Paiporta, va de suyo. Pero más allá de eso, lo que resulta significativo de este rifirrafe parlamentario menor es que a los dirigentes políticos –incluso a algunos tan expertos, tan cualificados, tan solventes como José Antonio Nieto– a menudo les cueste pronunciar obviedades como el rechazo a la violencia sufrida por un contrincante. Con la violencia, nunca. Si apalean el vehículo del presidente, se denuncia. Es simple ¿no? Aunque los otros hicieran escraches salvajes o ahora pacten con Bildu o con los golpistas catalanes con sus historiales violentos, no hay excusa. Se denuncia. Y se carga uno de razón.
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