Todas las historias de terror empiezan igual: con una carta de Hacienda. Recuerdo la primera vez que abrí una y acabé llamando a casa derrotado por la vida y pidiendo ayuda como un náufrago que no habla el idioma de las gaviotas, en una escena ridícula y absurda como Kafka que terminó con un despertar de susto. Quien mejor explicó el fin de la adolescencia fiscal fue Rachel, en 'Friends', que al recibir su primera nómina soltó: «¿Quién diablos es Hacienda y por qué se queda con mi dinero?» Es la versión americana de aquel verso gongorino de Lola Flores: si una peseta diera cada español… Hacía solo un año desde que Concha Velasco se subiera al escenario en la Nochevieja de 1985 para cantar 'Que viva el IVA'. Esas cosas pasaron. Hacienda somos todos, pero unos más que otros. Ahora Movistar Plus estrena ' Celeste ' en un mundo polarizado en el que unos piensan en pesetas y otros en euros: los primeros pagan impuestos mientras protestan y los segundos mientras presumen y señalan a los primeros. ¡Qué barata es la superioridad moral! El discurso, más o menos, es así: si te quejas de la cuota de autónomos entonces ya no te puedes quejar de las listas de espera de la atención primaria o la gestión de la DANA. La serie, que es una suerte de thriller con inspectores fiscales, recoge ese espíritu del momento y lo utiliza para echar a rodar la trama. «Va a llegar un día en que vas a tener que ir al hospital por algún dolor. Porque ahora te van a empezar a doler las cosas. Y en el hospital te van a dar cita para dentro de seis o siete meses, y entonces, ese día, te acordarás de lo bien que le hubieran venido a las arcas del Estado los diecisiete millones de euros que se nos escaparon», le suelta Carmelo a Sara, la protagonista, para convencerla de que no se prejubile y le ayude a perseguir a una cantante colombiana que está amando en España pero tributando fuera. Para entender el chiste (esto lo han vendido como comedia negra, entre otros géneros) hay que mirarse los Presupuestos Generales del Estado y fijarse en la partida de sanidad. Es difícil convertir en héroe a un funcionario, pero siempre hay algo admirable en alguien que hace muy bien su trabajo. Ay, si se pusiera el mismo mimo en gestionar los impuestos que en recaudarlos.
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