uswaniawski
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Este domingo, la militancia del Bloque Nacionalista Galego (BNG) elegirá a su nueva dirección y establecerá las bases de su línea política para los próximos años. En esta ocasión, Ana Pontón enfrenta competencia, algo que no ocurría desde que asumió la portavocía nacional en 2016 , y según se desprende los comunicados publicados esta semana por la Unión do Povo Galego (UPG) y las otras listas –una del Movemento Arredista, encabezada por Noa Presas, y otra de la recién creada Alicerce, dirigida por Gustavo Barcia–, las diferencias internas giran en torno a la estrategia que impulsó al partido al podio de la oposición, permitiéndole salir de la crisis en la que se encontraba. La relegación del discurso soberano a un segundo plano, el apoyo a Pedro Sánchez y a los socialistas y el excesivo peso de la candidata en la estrategia del partido son algunas de las diferencias internas que ha dejado entrever la celebración de esta XVIII Asamblea Nacional, en la que todo apunta a que la actual líder del Bloque revalidará el cargo. La propia UPG, mayoritaria tanto en el partido como en la lista de Pontón, expuso en un comunicado a principios de semana la «necesidad» de «apartarse de cualquier tentación presidencialista, incompatible con el carácter asambleario y democrático del Frente« . Su presencia en la candidatura mayoritaria, aseguraron, no es solo un ejercicio de «responsabilidad», sino también una «garantía» de que se cumplirá el compromiso de que la nueva dirección funcionará sobre la base del diálogo, la negociación y el consenso, y que se reactivará el papel del Consello Nacional como órgano de dirección del BNG. La lista menos numerosa, Alicerce, también alude a esta necesidad, afirmando que no ponen en duda la dirección actual, pero sí pretenden «fortalecer» el partido y su democracia desde el Consello.Más contundente es la crítica de los arredistas, que esta vez no optaron por concurrir en la lista mayoritaria y lo hacen de forma independiente, bajo el nombre 'En Movemento'. Entre otras cuestiones, llaman a la necesidad de combatir «vicios» en los que, dicen, ha incurrido la formación, como «la tendencia al personalismo, la acumulación de cargos, la prioridad absoluta de lo electoral e institucional frente a la acción social o la falta de debate interno«. »El BNG no puede trabajar exclusivamente en base a ciclos electorales y a la presencia en las instituciones«, reclaman, apostando, a la vez, por »revertir la desmovilización y la falta de tensión militante«, igual que la UPG. Asimismo, afean el «debilitamiento» –que no «abandono», puntualizan– del discurso soberanista, siendo «imprescindible no retroceder» y «no dejar de hablar de la República gallega». La casa común del nacionalismo gallego, dicen, debe «avanzar en un proceso de construcción nacional de base», fundamentado en una apuesta «no puramente simbólica». Algo en lo que, nuevamente, coinciden con la UPG, que apuesta por un BNG más activo «en la generación de conciencia nacional», así como por «mantener con firmeza la posición histórica de defensa de la plena normalización», posible únicamente a través del uso del general de gallego como «lengua vehicular de la enseñanza y en todos los ámbitos» y combatiendo «las políticas asimilistas disfrazadas de libertad y bilingüísmo». Otra de las cuestiones que parece haber generado diferencias entre los nacionalistas es la etiqueta de «socios del PSOE», que la propia lista mayoritaria rechaza. Pero la autocrítica no asemeja ser suficiente. Pese a los «avances» en el acuerdo de investidura –que no de «legislatura»– que de puertas para afuera celebra el partido –el más reciente la extensión de las bonificaciones de la AP-9–, los arredistas son más explícitos, y denuncia con dureza los «sistemáticos incumplimientos» del mismo. El rol del partido como «mal menor», dicen, y «su caracterización formal como un partido progresista, o hasta de izquierdas», no les ha permitido ser siempre «coherentes en la relación con esta fuerza, asumiendo en muchas ocasiones que la opción deseable por defecto es la de llegar a acuerdos de gobierno con ella y muchas veces incluso contribuyendo a legitimarla en vez de desenmascararla». En todo caso, pese a los evidentes desacuerdos internos, todos coinciden en que la concurrencia de varias listas está encajada dentro de la «normalidad» de un partido democrático, frentista y plural. «Nosotros somos una organización donde la militancia tiene que decidir, y yo siempre digo que esto hay que verlo desde la normalidad. Yo soy una militante más. Trabajé siempre en estos ocho años como portavoz nacional, con la mano tendida hacia afuera y hacia adentro, cosiendo unidades, intentando que esa siempre fuera la línea de trabajo del BNG; es la línea en la que estoy y es la línea en la que voy a seguir«, aseguró ayer Pontón, según recogió Ep. Habrá que esperar a que finalice la jornada para saber si la formación llega a un acuerdo. Y también si acudirá o no Xosé Manuel Beiras, histórico dirigente bloqueiro que dejó el partido que impulsó en los 80 después de la XIII Asamblea, en Amio, conformando Anova. El acercamiento de las autonómicas, cuando el pidió el voto para el BNG, parecía abrir la puerta a un nuevo acercamiento.
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