Cedrick_Zulauf
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Pol Arnau miró al banquillo: el Logroñés —militante de Segunda RFEF— no podía hacer más cambios. Era el minuto 106 del partido contra el Girona, y el portero Kike Royo había tenido que abandonar el campo en camilla con un collarín por una conmoción tras un choque con Cristhian Stuani. El lateral, de 19 años —y jugador del filial—, insistió a su entrenador, no convencido al inicio, aunque sorprendido después: él debía ser el elegido para defender la portería. Se calzó los guantes, la zamarra de Alex Daza, el otro portero de su equipo, y mantuvo a cero el marcador hasta la tanda de penaltis. Entonces, Pol miró al cielo. El primer tanto entró. En el segundo escuchó sus genes y detuvo el disparo de Abel Ruiz. Luego fallaría Stuani —con polémica sobre si finalmente el balón se coló o no entre los tres palos— para desatar la locura en Las Gaunas y la victoria del Logroñés en la segunda ronda de la Copa del Rey. Pol se convirtió en el héroe del equipo, de la afición, de la noche, quizás de la competición. Probablemente, también para su padre, Francesc Arnau, exguardameta del Málaga y del Barcelona, ya fallecido. Él le ayudó, como un ángel de la guarda, Pol lo tiene claro.
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