Pierre Christin, el viajero de las estrellas

darius72

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Viajero empedernido, Pierre Christin llegó al cómic de un amigo de infancia, Jean Claude Mèzieres, con el que se reencontró en su etapa de profesor en los EE UU. De vuelta en Europa, ya como profesor en Burdeos, comenzaron juntos una serie que se convertiría en todo un icono del cómic de ciencia ficción, Valerian, agente espaciotemporal, que bebía de los cánones del género para atreverse ir un paso más allá, renovándolo desde un planteamiento de denuncia social y, también, pionero en muchos de sus argumentos, como la inclusión de la problemática medioambiental.

El éxito de la serie le dio acceso a trabajar con algunos de los mejores dibujantes de la época dorada de la revista Pilote, como Enki Bilal, con el que comenzó una serie singular: Leyendas de hoy, que partía de planteamientos fantásticos para incidir directamente en temáticas sociales y políticas, como en la inolvidable La ciudad que nunca existió. Tras esa primera saga, la serie Fin de siglo, también con Bilal, proporcionaría dos obras de corte realista: Las falanges del orden negro (1979), que recordaba la lucha antifascista en España desde el género negro, y la magistral Partida de Caza (1983), en la que el guionista mostraba su lucidez y capacidad premonitoria en el análisis sociopolítico de cada época al anticiparse a la caída del bloque comunista y establecer unas claves que podrían ser aplicables a los conflictos actuales que se viven en el mundo.

En paralelo a su trabajo con Bilal, Christin desarrolló guiones para Annie Goetzinger, completamente alejados de las temáticas fantásticas, pero adecuándose como un guante a las habilidades gráficas de la artista. Series como La Demoiselle de la Légion d’Honneur (1980), La Diva et le Kriegspiel (1981) y, sobre todo, la extraordinaria (e inédita en España) La Voyageuse de petite ceinture (1985) muestran la habilidad del guionista para el análisis social, desde las cuestiones políticas al drama de la migración, así como su interés por protagonistas femeninas que se alejaban de las que se podían encontrar en los cómics en ese momento. Con Goetzinger volvería a trabajar a partir de 2001 en la serie detectivesca Agence Hardy.

El escritor de cómics Christin.

Siempre avanzado a su época, practicó con acierto el falso documental con Enki Bilal en Los Ángeles, la estrella olvidada de Laurie Bloom (1984), una obra sorprendente en forma y fondo que retomaba el origen del guionista como periodista. Pero el cómic no podía contener su capacidad de contar historias: su pasión por escribir se plasmó en diferentes novelas y ensayos, pero fue su querencia por los viajes la que daría lugar a una de sus series más recordadas: Las correspondencias de Pierre Christin, una serie de cuadernos de viaje ilustrados por algunos de los mejores artistas del mundo (Bilal, Cabanes, Mezières, Denis, Ferrandez, Miguelanxo Prado…), en los que aportó su siempre acertada opinión de temáticas tan variadas como Chernobyl, el sueño americano, el viaje en tren o la situación en Cuba.

Pero Christin siguió trabajando de forma continuada, con autores de prestigio como Andre Juillard, Jean Vern, Jacques Tardi o François Bouq, pero también buscando jóvenes creadores que le aportaran una mirada nueva y fresca, como Sébastien Verdier o Jean Michael Arroyo, sin perder nunca su querencia por variar continuamente de temáticas, de lo fantástico al costumbrismo.

Profético de nuevo, en una entrevista hace años, el guionista decía que Valerian no podía acabar, que sus autores fallecerían antes. Pierre Christin falleció el 3 de octubre, a los 83 años, esperemos que se haya unido a Mezières en la estación de metro de Brooklyn Termino Cosmos, para empezar un nuevo cuaderno de viaje infinito que, por desgracia, no podremos ya leer.

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