Vicky_Daniel
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Con el aficionado bético conversando en la previa del partido contra el Barcelona si era mejor salir del Benito Villamarín directos a Triana o aguantar para ver de madrugada La Maracena y el Gran Poder, como si el postre a un almuerzo frugal regado de buena cerveza no fuese posible digerirlo, apareció el Betis de las grandes tardes. Ese que martilleó no hace tanto al Atlético para hacer hincar por fin la rodilla a Simeone. El que asoma este año con cuentagotas pero que verdaderamente existe, más allá de ausencias importantes y la necesidad de reencontrar el camino del buen juego a través del talento. Ha regresado Isco. Poco más que decir. Un Betis con personalidad, que no se arruga y que compite de tú a tú. Parece increíble que se denomine y vista igual que el que compareció en la República Checa o en la Copa. No superó al Barcelona por falta de puntería. Simplemente. Se merendó, con café hasta el borde para mojar bien, al equipo de moda. Desnudó sus carencias y le atacó con el ahínco del Chimy. Once tipos con el número 9. Mordiendo. Peleando. Cómo necesitaba el Betis un partido así.Nuevamente, y ya he perdido la cuenta, Manuel Pellegrini levanta a un equipo que parecía estar pidiendo la cuenta. Decía el entrenador que aspiraba a llegar al 2025 vivo. Su equipo ha despertado, aunque tampoco vale con dar el do de pecho ante adversarios de talla mundial, para rascarse la oreja cuando eres tú quien debe igualar la intensidad para que tu nivel técnico decida el encuentro. Se mosqueaba el entrenador chileno en sala de prensa, antes del choque, cuando le cuestionaron si había tenido tiempo de estudiar al Barcelona, con ese tufillo de que no se trabaja todo lo posible durante la semana. Al capitán del barco no se le discuten sus decisiones. Se ha sabido observado y ha respondido como en los últimos cinco años, sacando lo mejor de un equipo mejorable. Una versión competitiva y comprometida de un Betis que debe aprender a vivir en la crítica para sacar esa rabia que tanto necesita su fútbol.El Benito Villamarín disfrutó. Otra vez. Su Betis demostró que esta temporada no está ni mucho menos terminada. Que queda un mundo. Que con los jugadores que van regresando se podrá ver ese Betis poderoso y regular de pasados años. El bache de noviembre parece haber pasado. A veces es mejor tocar la lona para saber que debes levantarte y ponerte nuevamente en guardia. Sin dar más tregua. Tragar polvo para sentir que la dirección tomada y la actitud mostrada son claramente mejorables. Toca disfrutar de la Magna. Esa en la que cada Hermandad que tome la calle expresará la devoción a su manera. Se recogerá cada una cuando quiera, con una petalada de sentimientos inigualable. Como ese Betis que a veces sólo aparece cuando menos te lo esperas. Que está ahí. Sólo hace falta que alguien le abra la puerta y rompa en un aplauso callado de emoción. Una vez más, pétalos al Betis.
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