La maravillosa Fleabag, serie que encumbró a Phoebe Waller-Bridge, supuso todo un revulsivo para la nueva comedia romántica que, de forma inevitable, estaba llamada a crear escuela. Las conexiones del personaje de Waller-Bridge con Jane Austen son inevitables: mujeres sensibles y listas reciben una lección vital en su incansable búsqueda del amor. La heroína de Persuasión, novela póstuma de la autora de Orgullo y prejuicio, no responde del todo al arquetipo austeniano: se trata de una mujer más madura que en su día rechazó al hombre que amaba por cuestiones sociales y que, años después, se reencuentra con él convertido en un hombre rico y respetado. Es una novela sobre hombres heridos y segundas oportunidades que ahora llega en una versión que tiene poco de romántica, menos de comedia y mucho de inane parásito de Fleabag.
Encomendada a la directora teatral británica Carrie Cracknell, la versión que protagoniza la actriz estadounidense Dakota Johnson ni aporta nada interesante al universo de adaptaciones de la obra de Austen ni explica bien el meollo del asunto, la mezquindad de la familia. El resultado es un conjunto caprichoso en la forma y el fondo. Ni siquiera el gran magnetismo de Johnson parece el más adecuado para un personaje del que se saca muy poco provecho y que se encomienda, sin gracia, al efecto Fleabag: romper la cuarta pared y hablar directamente con el espectador.
La versión de Persuasión se fía en todo momento al gancho de su actriz protagonista y al seductor encanto de su mirada directa a la pantalla a lo Waller-Bridge. Pero ni el entorno familiar ni el social, crucial en cualquier adaptación de Jane Austen, están a la altura. Un guion embarullado, unos personajes secundarios sin peso y un galán envarado al que el actor Cosmo Jarvis es incapaz de restarle rigidez. Al contrario que Johnny Flynn en la reciente versión de Emma, con la que debutó la fotógrafa Autumn de Wilde, Jarvis no logra darle movimiento emocional a su retrato de un hombre herido y despechado. Persuasión busca con ahínco la complicidad del espectador, pero esa complicidad carece de sustancia y, al final, Dakota Johnson se queda hablando sola.
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Encomendada a la directora teatral británica Carrie Cracknell, la versión que protagoniza la actriz estadounidense Dakota Johnson ni aporta nada interesante al universo de adaptaciones de la obra de Austen ni explica bien el meollo del asunto, la mezquindad de la familia. El resultado es un conjunto caprichoso en la forma y el fondo. Ni siquiera el gran magnetismo de Johnson parece el más adecuado para un personaje del que se saca muy poco provecho y que se encomienda, sin gracia, al efecto Fleabag: romper la cuarta pared y hablar directamente con el espectador.
La versión de Persuasión se fía en todo momento al gancho de su actriz protagonista y al seductor encanto de su mirada directa a la pantalla a lo Waller-Bridge. Pero ni el entorno familiar ni el social, crucial en cualquier adaptación de Jane Austen, están a la altura. Un guion embarullado, unos personajes secundarios sin peso y un galán envarado al que el actor Cosmo Jarvis es incapaz de restarle rigidez. Al contrario que Johnny Flynn en la reciente versión de Emma, con la que debutó la fotógrafa Autumn de Wilde, Jarvis no logra darle movimiento emocional a su retrato de un hombre herido y despechado. Persuasión busca con ahínco la complicidad del espectador, pero esa complicidad carece de sustancia y, al final, Dakota Johnson se queda hablando sola.
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