Penn y Knight: fotografía más allá de la moda

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La Coruña se consolida como incontestable capital mundial del arte fotográfico... no sólo de la fotografía de moda sino del arte fotográfico en general y en todos sus géneros y tendencias . Las dos entidades privadas coruñesas que lideran esta apuesta, la Fundación Barrié y la Fundación MOP, nos han sorprendido en este último trimestre de 2024 con sendas muestras dedicadas a dos de los grandes maestros del glamour fotogénico, Nick Knight e Irving Penn, exhibiendo su obra visual más personal y también la más alejada de la moda. Aunque no lo pareciera a primera vista, los paralelismos entre ambos artistas de la cámara, en épocas y con técnicas muy alejadas, son más que significativos y convierte en acontecimiento cultural de primer orden la coincidencia de estas dos exposiciones, frente a frente, en la Marineda pardobazaniana. Rasgos tan poco ortodoxos en pleno siglo XX como el pictorialismo, concretado en singulares bodegones florales, son compartidos por los fotógrafos británico y norteamericano que contradicen así la norma expresada por Man Ray cuando afirmaba que se pinta lo que no se puede fotografiar y se fotografía lo que no se puede pintar.'Roses from my Garden', que puede contemplarse en el Cantón Grande coruñés hasta finales de enero de 2025, ofrece una serie de instantáneas florales inéditas, de una melancólica exquisitez, realizadas por el reconocido retratista de las estrellas de la música y la moda o de la familia real británica, quien ya había explorado las posibilidades estéticas de la flora en 'Plant Power', exposición permanente del Museo de Historia Natural de Londres inaugurada en 1992.Especie de bodegones que recrean la imagen de las rosas naturales de su jardín privado con cálidos colores pastel, el artista londinense da un tratamiento pictorialista a estos encuadres que funden con audacia pintura y fotografía digital, en un alarde de esteticismo tecnologizado. Lo más sorprendente de estas originales imágenes es la tecnología mixta de su génesis, a través de fotografías tomadas por sir Nick Knight con su propio iPhone y sometidas posteriormente a un minucioso proceso de edición mediante aplicaciones de inteligencia artificial. El resultado no puede ser más fascinante para el espectador que contempla esas naturalezas muertas clasicistas, con su particular aroma decadente, producidas con la tecnología más vanguardista para embelesarlo con su enigmática belleza.Noticias relacionadas reportaje Si BALANCE CULTURAL DE 2024 Galicia respiró ocio entre museos, cines y escenarios Pablo Baamonde estandar Si Rupturismo a golpe de guitarra: la 'cara B' de los ochenta en Galicia Pablo BaamondeA mayor escala y con la apabullante dimensión de las pantallas envolventes de su primera sala, la Fundación de Marta Ortega ha cerrado este año 2024 inaugurando una amplia retrospectiva del Irving Penn más personal y menos glamuroso, retrospectiva procedente del Metropolitan que celebraba de este modo el centenario del fotógrafo neoyorkino (1917-2017). Aunque no faltan en 'Irving Penn: Centennial' sus prototípicas portadas de Vogue y sus fotografías de moda más iconémicas, la principal atracción está en sus series de retratos realistas de modestos oficios o los desnudos femeninos de modelos anticanónicos, cuando la diversidad todavía no era tendencia; en sus series de viajes, cargadas de un exotismo cuasi-etnográfico, o en su obsesiva batalla contra el tabaquismo, a través de imágenes intencionalmente desagradables de cigarrillos apagados. Su carrera en Vogue comienza con una serie de retratos de personalidades de la cultura a finales de la década de los cuarenta. Con una iluminación pictórica y en un sobrio set extremadamente estrecho, la cámara del joven Penn supo capturar con habilidad las miradas y el genio del diseñador Charles James, del cineasta Alfred Hitccock, del pintor Salvador Dalí, el compositor Igor Stravinsky o el arquitecto Le Corbusier. En esa revista y en esos mismos años estampará sus más características imágenes de la moda, en blanco y negro o en sepia, inmortalizando a las maniquíes Jean Patchett, Lisa Fonssagrives-Penn o Dovima luciendo suntuosos modelos de Dior, Rochas o Balenciaga. La pasión por el retrato – que los comisarios de esta exposición llaman clásico – de personalidades marcadas por la genialidad, no le abandonará en su afán por captar el enigma interior de los pintores Picasso, Miró, Balthus o Bacon, escritores como Eliot, Colette o Cocteau, actrices como Marlene Dietrich o Audrey Hepburn o personalidades del universo fashion como sus colegas Cecil Beaton y Richard Avedon o Yves Saint-Laurent y John Galliano.Lejos de los escenarios de la moda, sus series de exotismo colonial – que no podemos considerar etnográficas como hacen los autores del catálogo Centennial – le llevarán al Cuzco (Perú) en América, a Cotonú (Benin) en África o a Goroka (Papúa Nueva Guinea) en Oceanía para retratar anónimos tipos tribales quechúas, tofinu o henganofis. Fascinado por la misteriosa belleza de estos grupos étnicos y del complejo aparato ritual de su apariencia, Penn publicó en Vogue estas instantáneas en las que parece haber plasmado el pensamiento de Susan Sontag según el cual el proceso fotográfico es algo mágico, tal es la fuerza de estas imágenes-fetiche ritualizadas y estetizadas por el propio artista.Para acercar a los dos fotógrafos, Penn y Knight, tan distantes en el tiempo y en la técnica, la retrospectiva del neoyorkino finaliza con sus bodegones florales , también protagonizados por flores secas, amapolas en lugar de rosas. Con un cromatismo más natural e intenso, su cámara analógica estiliza estas naturalezas muertas que dialogan con las rosas artificializadas del británico para dar cuenta del paso del tiempo y del salto tecnológico que hoy no deja de inquietarnos.Más allá de los retratos de celebrities, del glamour frívolo o de la sofisticación ostentosa de su revista, es relevante en esta retrospectiva del centenario Irving Penn que recala en los muelles coruñeses un significado ante todo social, no moralizante, Cuando todavía no eran una moda política, el fotógrafo neoyorkino lanzaba un mensaje de diversidad, supuesto multiculturalismo y denuncia contra las grandes marcas tabacaleras y contra los excesos de la sociedad postindustrial.

 

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