Llewellyn_Kunze
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Tiene el Canal Parlamentario la cada vez más rara virtud del silencio y de la espera, de la calma que precede a la tormenta, retransmitida la noche del pasado lunes a través de los planos fijos, mudos y largos de una Comisión de Hacienda cuya aparente parálisis no fue sino la mejor representación escénica de una actividad legislativa –nada por aquí, nada por allá– que desde que Pedro Sánchez se dijo ganador de las elecciones que perdió se desarrolla de espaldas al público , como una misa preconciliar. La cobertura televisiva de los tiempos muertos, que fueron casi todos, de la Comisión de Hacienda del Congreso trasladó al público el sainete sin palabras de un debate inexistente, de una negociación deslocalizada, de un drama fiscal ambientado en la sala de espera de una consulta en la que a todos les duele algo y de cuya pared cuelga la estampa de una enfermera con cofia que pide silencio. «Estamos en el aire», avisan desde la cabina de realización. Seguimos en el aire desde que Pedro Sánchez se autoproclamó caudillo de la denominada mayoría de progreso, unidad de destino en lo particular.Servida en tiempo real por el Canal Parlamentario, aquella interminable secuencia de portavoces sin voz, actores sin guion, personajes de Pirandello en busca de un autor, remitía a las que en la primera edición de 'Gran Hermano' programó en sesión continua y durante las veinticuatro horas del día Vía Digital. Había gente que, sacudida por el impacto de la telerrealidad, se pasaba las horas muertas pegada a la pantalla, a ver si pasaba algo en las instalaciones de una casa cuyos huéspedes tramaron y ejecutaron durante meses una estrategia de supervivencia que, siempre de espaldas al público, como la misa en latín, consistió en pactar con perfección aritmética el reparto de sus votos de castigo. Siempre empataban. Nada por aquí, nada por allá... No es magia, son tus impuestos, que dijo María Jesús Montero en otro número de ilusionismo fiscal.Lo sucedido la noche del pasado lunes y a deshora en la carrera de San Jerónimo no es muy distinto a lo que captaron y proyectaron las cámaras de Vía Digital en la edición de 'Gran Hermano' de hace ahora veinticuatro años: nada de nada. Todo se ventilaba por detrás, del salón en el ángulo oscuro, en voz muy baja y fuera del alcance de unos objetivos televisivos que apenas transmitían, como nuestro Canal Parlamentario, la ficción de lo que siempre fue una espera con las cartas y los votos marcados.
Jesús Lillo: Pedro, estamos en el aire
Lo sucedido la noche del pasado lunes en la carrera de San Jerónimo no es muy distinto a lo que captaron las cámaras en la primera edición de 'Gran Hermano'
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