Verna_Ortiz
New member
- Registrado
- 27 Sep 2024
- Mensajes
- 51
Paul McCartney (Liverpool, 82 años) no pertenece al grupo de leyendas de los sesenta y setenta que más ha actuado en España. Han sido más asiduos Bob Dylan, The Rolling Stones, Van Morrison, Patti Smith o Bruce Springsteen. McCartney, eso sí, fue el primero: el 2 y 3 de julio de 1965 en Madrid y Barcelona con The Beatles. Alguna de aquellas canciones que integraron aquel precipitado repertorio que sonó en las plazas de toros de Las Ventas y la Monumental se escucharán también hoy lunes y mañana martes en el WiZink Center madrileño, en las dos únicas fechas españolas de su gira Got Back. La última vez que nos visitó fue hace ocho años (en 2016) en el estadio Vicente Calderón. Hoy aquel estadio ya no existe, pero Paul continúa ofreciendo recitales. Estas son algunas claves sobre lo que supone asistir a algo que se parece más a una cita con la historia de la música popular (desde sus inicios) que a un concierto.
Paul, casi en la intimidad. De acuerdo, las entradas no son baratas (una media de 130 euros). Es un precio similar al de otros conciertos de estrellas veteranas (Bruce Springsteen, AC/DC, The Rolling Stones…), pero con una gran diferencia: el recinto es un pabellón de 17.000 espectadores y no un estadio con 60.000. Esto significa que en algunos tramos del espectáculo se podrá divisar a la estrella sin recurrir a las pantallas gigantes o a los prismáticos. Más cercanía, más calor. Nada mal el plan.
La madre de todas las nostalgias. Seguro que ya se ha dado cuenta: vivimos en los tiempos de la nostalgia. Lo que pasaba hace 20, 40 ¡60! años interesa a un grupo muy grande de la humanidad. Semanalmente se reeditan discos de los sesenta y los setenta, los grupos realizan giras para celebrar aniversarios de álbumes clave en sus carreras. Ya puestos, qué mejor forma de chapotear en la nostalgia que un concierto del músico que ha compuesto más éxitos de los que un ser humano pueda silbar.
¿El mejor repertorio de la historia que se pueda escuchar hoy? Probablemente. Pasan los años y nadie que sepa un poco de música popular puede poner en duda que lo que grabaron estos cuatro chicos de Liverpool en siete años (de 1963 a 1970) se antoja irrepetible. Por eso un espectáculo que contenga una veintena de aquellas canciones resulta insuperable. Un 65% de lo que sonará en el WiZink Center pertenece al catálogo más grande de la historia del pop, el de The Beatles. A disfrutarlo…
Una prueba de sonido de escándalo, y que cuesta un riñón. Los conciertos de Paul McCartney de la gira Got Back suelen durar casi tres horas, pero existe un extra de una hora más. Solo hay que salvar un escollo: abonar unos 900 euros. Tal cual. El artefacto se llama Hot Sound Packages e incluye una camiseta y una lámina de la gira, entrada con un asiento en zona VIP para el concierto y alguna cosilla más… Pero el plato fuerte es la prueba de sonido, en el mismo recinto del recital y unas horas antes, que termina siendo un concierto de unos 60 minutos. Con qué repertorio. Con uno casi totalmente distinto al que luego disfrutará todo el pabellón. Empieza con unos cinco minutos del grupo improvisando, con McCartney con la guitarra en lugar de con el bajo. Y luego descarga clásicos del rock and roll que le marcaron, como Blue Suede Shoes o Matchbox (ambas de Carl Perkins), temas perdidos en su carrera en solitario, aquella canción que los Beatles prestaron a los Rolling Stones, I Wanna Be Your Man, o clásicos del cancionero estadounidense como Midnight Special, que grabaron desde Lead Belly a la Creedence Clearwater Revival. McCartney cambia casi todo el programa en cada ciudad. Es un capricho que se da el músico británico, del que disfrutan los adinerados privilegiados.
La primera canción que le tocó a John Lennon. No es nada casual que McCartney interprete Twenty Flight Rock, de Eddie Cochran, en la prueba de sonido, como aperitivo del concierto. Cuando se conocieron él y John Lennon, este ya tenía en marcha los Quarrymen, la precuela de los Beatles. John estaba buscando a chicos con algo de idea para incorporar al grupo. Le presentaron a Paul y eligió para la prueba este viejo rock and roll de Cochran. Paul realizó una exhibición que impresionó a John. “Estás dentro, chaval”, le dijo Lennon, antes de dar un sorbo a su cerveza. Paul tenía 15 años y John 16. Algunas veces, cuando Paul presenta Twenty Flight Rock, dice: “Por esta canción pertenecí a los Beatles”.
¿Cómo anda de voz? En las últimas giras (se puede decir que desde hace 20 años) se ha visto a McCartney regular de voz, algo bastante lógico, por otro lado: lleva participando en conciertos desde 1960, cuando los Beatles se atiborraban a anfetaminas paga aguantar seis horas de actuación por día en garitos de Hamburgo. Son 65 años de máxima exigencia para las cuerdas vocales. Según se ha visto en los conciertos de Got Back, Paul aguanta las tres horas. Está en un término medio entre el desastre de Bon Jovi y el todavía portento vocal de Mick Jagger.
Mira a tu lado, igual encuentras a algún músico babeando. Paul McCartney gusta a todo el mundo, y mucho más a los músicos. Por supuesto a los de su generación, pero también a los de las anteriores. Sus recitales son una concentración de profesionales que acuden a rendirse al maestro. Si hay suerte y amistad, puede que hasta suba a alguno al escenario, como el pasado 17 de noviembre en México, donde le acompañaron Jack White y St. Vincent para la última pieza, The End, del álbum Abbey Road, de The Beatles. St. Vincent hizo doblete con Get Back.
Ni cursi, ni blando, ni conservador. McCartney lleva toda la vida luchando contra los prejuicios hacia su persona de un sector de los seguidores de los Beatles y de la desmemoria de otro puñado. A pesar de aquel Working Class Hero de Lennon, el que pertenece a la clase obrera de verdad es Paul. John, por contra, fue criado en las comodidades burguesas de su adinerada tía Mimi. También fue Paul el primero que se atrevió a hablar de drogas abiertamente con la prensa. Y también se puede adjudicar a McCartney en ser el más experimental en la parte musical, con su pasión por iconoclastas como John Cage, sus incursiones en la música clásica o su grupo experimental The Fireman. Seguramente que no se le reconozcan más méritos se debe a que desde 1980 lleva luchando con la sombra de un mártir que fue asesinado por un pirado llamado Mark David Chapman. Este lunes y el martes tenemos la oportunidad de agasajarle como se merece.
Seguir leyendo
Paul, casi en la intimidad. De acuerdo, las entradas no son baratas (una media de 130 euros). Es un precio similar al de otros conciertos de estrellas veteranas (Bruce Springsteen, AC/DC, The Rolling Stones…), pero con una gran diferencia: el recinto es un pabellón de 17.000 espectadores y no un estadio con 60.000. Esto significa que en algunos tramos del espectáculo se podrá divisar a la estrella sin recurrir a las pantallas gigantes o a los prismáticos. Más cercanía, más calor. Nada mal el plan.
La madre de todas las nostalgias. Seguro que ya se ha dado cuenta: vivimos en los tiempos de la nostalgia. Lo que pasaba hace 20, 40 ¡60! años interesa a un grupo muy grande de la humanidad. Semanalmente se reeditan discos de los sesenta y los setenta, los grupos realizan giras para celebrar aniversarios de álbumes clave en sus carreras. Ya puestos, qué mejor forma de chapotear en la nostalgia que un concierto del músico que ha compuesto más éxitos de los que un ser humano pueda silbar.
¿El mejor repertorio de la historia que se pueda escuchar hoy? Probablemente. Pasan los años y nadie que sepa un poco de música popular puede poner en duda que lo que grabaron estos cuatro chicos de Liverpool en siete años (de 1963 a 1970) se antoja irrepetible. Por eso un espectáculo que contenga una veintena de aquellas canciones resulta insuperable. Un 65% de lo que sonará en el WiZink Center pertenece al catálogo más grande de la historia del pop, el de The Beatles. A disfrutarlo…
Una prueba de sonido de escándalo, y que cuesta un riñón. Los conciertos de Paul McCartney de la gira Got Back suelen durar casi tres horas, pero existe un extra de una hora más. Solo hay que salvar un escollo: abonar unos 900 euros. Tal cual. El artefacto se llama Hot Sound Packages e incluye una camiseta y una lámina de la gira, entrada con un asiento en zona VIP para el concierto y alguna cosilla más… Pero el plato fuerte es la prueba de sonido, en el mismo recinto del recital y unas horas antes, que termina siendo un concierto de unos 60 minutos. Con qué repertorio. Con uno casi totalmente distinto al que luego disfrutará todo el pabellón. Empieza con unos cinco minutos del grupo improvisando, con McCartney con la guitarra en lugar de con el bajo. Y luego descarga clásicos del rock and roll que le marcaron, como Blue Suede Shoes o Matchbox (ambas de Carl Perkins), temas perdidos en su carrera en solitario, aquella canción que los Beatles prestaron a los Rolling Stones, I Wanna Be Your Man, o clásicos del cancionero estadounidense como Midnight Special, que grabaron desde Lead Belly a la Creedence Clearwater Revival. McCartney cambia casi todo el programa en cada ciudad. Es un capricho que se da el músico británico, del que disfrutan los adinerados privilegiados.
La primera canción que le tocó a John Lennon. No es nada casual que McCartney interprete Twenty Flight Rock, de Eddie Cochran, en la prueba de sonido, como aperitivo del concierto. Cuando se conocieron él y John Lennon, este ya tenía en marcha los Quarrymen, la precuela de los Beatles. John estaba buscando a chicos con algo de idea para incorporar al grupo. Le presentaron a Paul y eligió para la prueba este viejo rock and roll de Cochran. Paul realizó una exhibición que impresionó a John. “Estás dentro, chaval”, le dijo Lennon, antes de dar un sorbo a su cerveza. Paul tenía 15 años y John 16. Algunas veces, cuando Paul presenta Twenty Flight Rock, dice: “Por esta canción pertenecí a los Beatles”.
¿Cómo anda de voz? En las últimas giras (se puede decir que desde hace 20 años) se ha visto a McCartney regular de voz, algo bastante lógico, por otro lado: lleva participando en conciertos desde 1960, cuando los Beatles se atiborraban a anfetaminas paga aguantar seis horas de actuación por día en garitos de Hamburgo. Son 65 años de máxima exigencia para las cuerdas vocales. Según se ha visto en los conciertos de Got Back, Paul aguanta las tres horas. Está en un término medio entre el desastre de Bon Jovi y el todavía portento vocal de Mick Jagger.
Mira a tu lado, igual encuentras a algún músico babeando. Paul McCartney gusta a todo el mundo, y mucho más a los músicos. Por supuesto a los de su generación, pero también a los de las anteriores. Sus recitales son una concentración de profesionales que acuden a rendirse al maestro. Si hay suerte y amistad, puede que hasta suba a alguno al escenario, como el pasado 17 de noviembre en México, donde le acompañaron Jack White y St. Vincent para la última pieza, The End, del álbum Abbey Road, de The Beatles. St. Vincent hizo doblete con Get Back.
Ni cursi, ni blando, ni conservador. McCartney lleva toda la vida luchando contra los prejuicios hacia su persona de un sector de los seguidores de los Beatles y de la desmemoria de otro puñado. A pesar de aquel Working Class Hero de Lennon, el que pertenece a la clase obrera de verdad es Paul. John, por contra, fue criado en las comodidades burguesas de su adinerada tía Mimi. También fue Paul el primero que se atrevió a hablar de drogas abiertamente con la prensa. Y también se puede adjudicar a McCartney en ser el más experimental en la parte musical, con su pasión por iconoclastas como John Cage, sus incursiones en la música clásica o su grupo experimental The Fireman. Seguramente que no se le reconozcan más méritos se debe a que desde 1980 lleva luchando con la sombra de un mártir que fue asesinado por un pirado llamado Mark David Chapman. Este lunes y el martes tenemos la oportunidad de agasajarle como se merece.
Seguir leyendo
Cargando…
elpais.com