bradly39
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Detrás de Paola Ramos (Miami, 37 años) hay un mueble con pilas de libros, pero no es una biblioteca. Es el mismo libro repetido. El tomo en cuestión es Desertores, su último libro, publicado hace unas semanas. Con el subtítulo de “El auge de la extrema derecha latina y su repercusión en Estados Unidos”, el texto, disponible en español y en inglés, es un viaje valiente y sensible a las franjas más incómodas de la latinidad en el país. Ramos se conecta con EL PAÍS por videollamada para hablar de su investigación, lo que se encontró en el camino y las lecciones que le han quedado, todo con el inevitable trasfondo de las elecciones presidenciales que enfrentan a Kamala Harris y a Donald Trump. Tras años como estratega política para el Partido Demócrata, fue la victoria de Trump en 2016 la que la impulsó a buscar respuestas en otro lado. Ramos, hija del periodista Jorge Ramos, hizo un esfuerzo para entender la complejidad del voto latino, crucial para ganar unas elecciones de ahora en adelante en Estados Unidos. “Hay que desentrañar cosas como el racismo, el trauma político y el peso del colonialismo para entender la nueva dinámica de los votantes latinos de ahora”.
Pregunta. ¿Cómo ha cambiado su visión de la política estadounidense desde que abandonó la política partidista?
Respuesta. Gran parte de la fórmula ganadora de la campaña de Clinton giraba en torno a la idea de un incremento sin precedentes de la participación de los votantes latinos frente a alguien como Donald Trump, pero Clinton consiguió que menos del 50% de los votantes latinos acudieran a las urnas. Eso me hizo pensar que no estaba haciendo las preguntas que debería estar haciendo. En ese momento, empecé a preguntarme, ¿qué es lo que realmente mantiene unida a la coalición demócrata?, ¿qué falla en este mensaje? Por eso dejé la política, para salir al campo a hablar directamente con la gente.
P. ¿Han aprendido los partidos, los medios de comunicación, o la sociedad en su conjunto, a hacer las preguntas adecuadas?
R. No, porque creo que sabemos que al final los votantes latinos igualmente votarán mayoritariamente por los demócratas. Pero me parece alarmante que, con Donald Trump prometiendo deportaciones masivas y haciendo de la criminalización de los inmigrantes el corazón de su campaña, estemos en un punto en el que la gente realmente no se cuestiona el apoyo latino que tiene. Creo que hay cierto nivel de complacencia en el Partido Demócrata y en los medios de comunicación. La razón por la que es tan difícil encontrar respuestas a este “giro a la derecha” va más allá de la política. Hay que desentrañar cosas como el racismo, el trauma político y el peso del colonialismo para entender la nueva dinámica de los votantes latinos.
P. ¿Cree que el Partido Republicano transmite su mensaje antiinmigración pensando en atraer votantes latinos o es más bien una sorpresa para ellos que algunos se sientan atraídos?
R. Creo que son ambas cosas. Cuando estás usando abrumadoramente el mismo lenguaje, y cuando entiendes el riesgo que ese lenguaje conlleva, dado el aumento de los crímenes de odio, y sigues usando palabras como invasión y baño de sangre, y que están envenenando la sangre de este país, creo que es intencionado. Los republicanos han comprendido por fin que para ganar necesitan un segmento de votantes latinos, y también han comprendido que de hecho hay un segmento de nosotros que está tan americanizado, tan asimilado, que puede tragarse el nativismo y esa exclusión.
P. ¿Los latinos serán realmente aceptados en esta coalición de extrema derecha, o es más bien algo cosmético y electoral?
R. Eso está por verse. Me hace pensar en Enrique Tarrio de los Proud Boys. Después de que Donald Trump perdiera en 2020, una de las primeras cosas que hacen los Proud Boys, liderados por una persona llamada Kyle Chapman, es distanciarse de Enrique Tarrio por moreno. Chapman dice algo como “Occidente se construyó gracias a la raza blanca y solo a la raza blanca, y no le debemos nada a ninguna otra raza”. Tarrio tenía un propósito muy estratégico, que era protegerles de las críticas que estaban recibiendo por ser supremacistas blancos. Así que hay algo de eso, por supuesto, pero creo que sobre todo hay un pequeño, pero creciente, grupo de latinos que fundamentalmente se ven a sí mismos como parte de la América blanca.
P. ¿Cómo es posible que los latinos se sientan parte de un movimiento cuyo líder dice cosas como que “están envenenando la sangre del país”?
R. En primer lugar, el hecho de ser latino o inmigrante no te hace inmune a tener sentimientos antiinmigrantes. Cuando Donald Trump habla de los inmigrantes, hay muchos latinos que no sienten ningún tipo de solidaridad con ellos. La comunidad latina ha cambiado radicalmente. En la generación de mis padres, era obvio que la inmigración era el corazón de nuestra historia y nuestra identidad. Ahora, los latinos de tercera generación son el segmento de mayor crecimiento dentro del bloque de votantes latinos. Esto significa que la mayoría de ese electorado ha nacido en Estados Unidos, tiene menos de 50 años y habla mayoritariamente inglés. Lo que he descubierto es que dentro de ese grupo hay latinos que tienen un temor constante y abrumador a que la América dominante y la América blanca los vea siempre como extranjeros. La xenofobia es contagiosa porque se basa en el miedo y si le sumas a eso el hecho de que hay un grupo de latinos que quiere demostrar su pertenencia a este país, es más fácil entender cómo se puede convertir a alguien en un seguidor latino de Trump.
P. Menciona en el libro un momento concreto que la hizo consciente de la existencia de una identidad latina compartida, ¿cómo la definiría?
R. Estamos en un momento en el que incluso el concepto de latinidad o de bloque de votantes latinos o de comunidad latina está siendo cuestionado porque, obviamente, procedemos de muchas etnias y orígenes e historias diferentes. Pero fundamentalmente creo que como latinos, independientemente de nuestras generaciones, tenemos una cosa que nos distingue del resto del país: en todas nuestras familias hay alguien que vino a este país por la misma razón. Eso me lleva a creer que, en el fondo, somos personas compasivas y empáticas.
P. Dice que los latinos están permanentemente atrapados entre posiciones progresistas y ultraconservadoras.
R. No se puede hablar de nosotros sin tener en cuenta el peso y el impacto del colonialismo, algo de lo que rara vez se habla en la política estadounidense moderna. Los latinos arrastran muchos agravios raciales y étnicos, muchos latinos llevan interiorizado el racismo. El colonialismo ha moldeado durante siglos el código y la brújula moral de muchos latinos a través de la idea del tradicionalismo.
P. En el libro describe una reunión en El Paso, donde una persona dice: “Este es un país libre y tenemos una forma particular de vivir aquí”, lo que apunta a la batalla por la definición y redefinición de libertad. ¿En esta campaña hay un nuevo capítulo en esta lucha?
R. Eso es lo interesante de este momento. Normalmente, la campaña de Trump y los republicanos eran los que izaban las banderas estadounidenses y hablaban de libertad. Pero después de la Convención Demócrata se ve a un partido que está tratando de redefinir lo que es la libertad. Lo que el trumpismo siempre ha intentado hacer es definir el patriotismo en torno a la historia de una América blanca, conservadora y tradicional: una América como se supone que era en el pasado. Lo que creo que los demócratas están haciendo ahora es tratar de restablecer una América que tiene que ver con la libertad, pero en cuanto a libertades para más personas en torno a la justicia reproductiva y la diversidad. Intentando realmente arraigar en la psique de la gente una América más diversa y normalizar esa imagen.
P. Ha formado parte de campañas demócratas anteriormente, ¿cree que han aprendido sobre cómo dirigirse a los votantes latinos?
R. Tanto Trump como la campaña demócrata han aprendido mucho. Una de las mayores diferencias es el hecho de que ambos han entendido que no se puede llamar a las puertas de los votantes latinos tres o cuatro meses antes de las elecciones. También que para llegar a los votantes latinos no hace falta hablar en español, no hace falta hablar solo de inmigración. Se ve en la forma en que la campaña de Trump lanzó esa idea de que ya no son los latinos por Trump, sino los Latino-Americanos por Trump. Es una campaña que realmente quiere normalizar el hecho de ser latino. Y la campaña de Harris utiliza ese mismo lenguaje, hablando a los latinos no solo de inmigración, sino también de economía, vivienda y acceso a la universidad. Normalizar el hecho de ser latinos no como una identidad distinta, sino como una identidad estadounidense.
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Pregunta. ¿Cómo ha cambiado su visión de la política estadounidense desde que abandonó la política partidista?
Respuesta. Gran parte de la fórmula ganadora de la campaña de Clinton giraba en torno a la idea de un incremento sin precedentes de la participación de los votantes latinos frente a alguien como Donald Trump, pero Clinton consiguió que menos del 50% de los votantes latinos acudieran a las urnas. Eso me hizo pensar que no estaba haciendo las preguntas que debería estar haciendo. En ese momento, empecé a preguntarme, ¿qué es lo que realmente mantiene unida a la coalición demócrata?, ¿qué falla en este mensaje? Por eso dejé la política, para salir al campo a hablar directamente con la gente.
P. ¿Han aprendido los partidos, los medios de comunicación, o la sociedad en su conjunto, a hacer las preguntas adecuadas?
R. No, porque creo que sabemos que al final los votantes latinos igualmente votarán mayoritariamente por los demócratas. Pero me parece alarmante que, con Donald Trump prometiendo deportaciones masivas y haciendo de la criminalización de los inmigrantes el corazón de su campaña, estemos en un punto en el que la gente realmente no se cuestiona el apoyo latino que tiene. Creo que hay cierto nivel de complacencia en el Partido Demócrata y en los medios de comunicación. La razón por la que es tan difícil encontrar respuestas a este “giro a la derecha” va más allá de la política. Hay que desentrañar cosas como el racismo, el trauma político y el peso del colonialismo para entender la nueva dinámica de los votantes latinos.
P. ¿Cree que el Partido Republicano transmite su mensaje antiinmigración pensando en atraer votantes latinos o es más bien una sorpresa para ellos que algunos se sientan atraídos?
R. Creo que son ambas cosas. Cuando estás usando abrumadoramente el mismo lenguaje, y cuando entiendes el riesgo que ese lenguaje conlleva, dado el aumento de los crímenes de odio, y sigues usando palabras como invasión y baño de sangre, y que están envenenando la sangre de este país, creo que es intencionado. Los republicanos han comprendido por fin que para ganar necesitan un segmento de votantes latinos, y también han comprendido que de hecho hay un segmento de nosotros que está tan americanizado, tan asimilado, que puede tragarse el nativismo y esa exclusión.
P. ¿Los latinos serán realmente aceptados en esta coalición de extrema derecha, o es más bien algo cosmético y electoral?
R. Eso está por verse. Me hace pensar en Enrique Tarrio de los Proud Boys. Después de que Donald Trump perdiera en 2020, una de las primeras cosas que hacen los Proud Boys, liderados por una persona llamada Kyle Chapman, es distanciarse de Enrique Tarrio por moreno. Chapman dice algo como “Occidente se construyó gracias a la raza blanca y solo a la raza blanca, y no le debemos nada a ninguna otra raza”. Tarrio tenía un propósito muy estratégico, que era protegerles de las críticas que estaban recibiendo por ser supremacistas blancos. Así que hay algo de eso, por supuesto, pero creo que sobre todo hay un pequeño, pero creciente, grupo de latinos que fundamentalmente se ven a sí mismos como parte de la América blanca.
P. ¿Cómo es posible que los latinos se sientan parte de un movimiento cuyo líder dice cosas como que “están envenenando la sangre del país”?
R. En primer lugar, el hecho de ser latino o inmigrante no te hace inmune a tener sentimientos antiinmigrantes. Cuando Donald Trump habla de los inmigrantes, hay muchos latinos que no sienten ningún tipo de solidaridad con ellos. La comunidad latina ha cambiado radicalmente. En la generación de mis padres, era obvio que la inmigración era el corazón de nuestra historia y nuestra identidad. Ahora, los latinos de tercera generación son el segmento de mayor crecimiento dentro del bloque de votantes latinos. Esto significa que la mayoría de ese electorado ha nacido en Estados Unidos, tiene menos de 50 años y habla mayoritariamente inglés. Lo que he descubierto es que dentro de ese grupo hay latinos que tienen un temor constante y abrumador a que la América dominante y la América blanca los vea siempre como extranjeros. La xenofobia es contagiosa porque se basa en el miedo y si le sumas a eso el hecho de que hay un grupo de latinos que quiere demostrar su pertenencia a este país, es más fácil entender cómo se puede convertir a alguien en un seguidor latino de Trump.
P. Menciona en el libro un momento concreto que la hizo consciente de la existencia de una identidad latina compartida, ¿cómo la definiría?
R. Estamos en un momento en el que incluso el concepto de latinidad o de bloque de votantes latinos o de comunidad latina está siendo cuestionado porque, obviamente, procedemos de muchas etnias y orígenes e historias diferentes. Pero fundamentalmente creo que como latinos, independientemente de nuestras generaciones, tenemos una cosa que nos distingue del resto del país: en todas nuestras familias hay alguien que vino a este país por la misma razón. Eso me lleva a creer que, en el fondo, somos personas compasivas y empáticas.
P. Dice que los latinos están permanentemente atrapados entre posiciones progresistas y ultraconservadoras.
R. No se puede hablar de nosotros sin tener en cuenta el peso y el impacto del colonialismo, algo de lo que rara vez se habla en la política estadounidense moderna. Los latinos arrastran muchos agravios raciales y étnicos, muchos latinos llevan interiorizado el racismo. El colonialismo ha moldeado durante siglos el código y la brújula moral de muchos latinos a través de la idea del tradicionalismo.
P. En el libro describe una reunión en El Paso, donde una persona dice: “Este es un país libre y tenemos una forma particular de vivir aquí”, lo que apunta a la batalla por la definición y redefinición de libertad. ¿En esta campaña hay un nuevo capítulo en esta lucha?
R. Eso es lo interesante de este momento. Normalmente, la campaña de Trump y los republicanos eran los que izaban las banderas estadounidenses y hablaban de libertad. Pero después de la Convención Demócrata se ve a un partido que está tratando de redefinir lo que es la libertad. Lo que el trumpismo siempre ha intentado hacer es definir el patriotismo en torno a la historia de una América blanca, conservadora y tradicional: una América como se supone que era en el pasado. Lo que creo que los demócratas están haciendo ahora es tratar de restablecer una América que tiene que ver con la libertad, pero en cuanto a libertades para más personas en torno a la justicia reproductiva y la diversidad. Intentando realmente arraigar en la psique de la gente una América más diversa y normalizar esa imagen.
P. Ha formado parte de campañas demócratas anteriormente, ¿cree que han aprendido sobre cómo dirigirse a los votantes latinos?
R. Tanto Trump como la campaña demócrata han aprendido mucho. Una de las mayores diferencias es el hecho de que ambos han entendido que no se puede llamar a las puertas de los votantes latinos tres o cuatro meses antes de las elecciones. También que para llegar a los votantes latinos no hace falta hablar en español, no hace falta hablar solo de inmigración. Se ve en la forma en que la campaña de Trump lanzó esa idea de que ya no son los latinos por Trump, sino los Latino-Americanos por Trump. Es una campaña que realmente quiere normalizar el hecho de ser latino. Y la campaña de Harris utiliza ese mismo lenguaje, hablando a los latinos no solo de inmigración, sino también de economía, vivienda y acceso a la universidad. Normalizar el hecho de ser latinos no como una identidad distinta, sino como una identidad estadounidense.
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