Paiporta

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El cliente siempre tiene razón y los votantes nunca se equivocan. Con esas premisas, que no siempre son verdaderas, funcionan los negocios, privados y públicos, que quieren prosperar. Los ciudadanos tienen razón, debería haber concluido Sánchez después de huir con el rabo entre las piernas de la dana vecinal que se desplomó sobre su cabeza el pasado domingo en Paiporta. Pero su conclusión fue distinta. A las pocas horas de haber dejado solos a los Reyes frente a la indignación popular publicó en las redes sociales un mensaje en el que calificaba a sus increpadores de «violentos absolutamente marginales». Al parecer, sólo los energúmenos se arracimaron a su alrededor para insultarle y apedrearle. No diré que ma parezca bien que recurrieran a la violencia las personas que le salieron al paso, pero sí afirmo categóricamente que entiendo a la perfección su estado de ánimo. Algo que, según me temo, el presidente del Gobierno es incapaz de hacer. Aún no parece haberse dado cuenta de que las víctimas de la peor tragedia natural de nuestra historia se han sentido –y aún se sienten– desprotegidas y abandonadas por el Estado. Les importa una higa conocer la filiación política o la adscripción administrativa de la caterva de estúpidos que han estado al mando durante la crisis. Lo único que saben es que les dijeron que la tormenta estaba alejándose cuando comenzaba a arreciar, que se activaron los primeros protocolos de emergencia con horas de retraso, que el Gobierno prefirió consumar el asalto parlamentario a la televisión pública en vez de evaluar el grado de emergencia de la catástrofe, que al Ejército lo movilizaron muy tarde y en cuantía insuficiente, que mientras Mazón y Sánchez presumían de coordinación la cifra de muertos y desaparecidos no dejaba de aumentar, que las insinuaciones recíprocas de inepcia y carroñerismo oportunista circulaban de un lado a otro, de izquierda a derecha, como si fueran piedras arrojadizas. Y casi lo peor de todo: que cuando Marlaska y Mazón afirmaron el viernes que ya habían podido llegar víveres y fuerzas de apoyo a los lugares más devastados mintieron descaradamente. Ambos pidieron a los voluntarios que se habían movilizado por su cuenta que regresaran a sus casas para facilitar el avance de los contingentes profesionales. Entrevisté en la radio a varios de esos ciudadanos que jugaban su vida para salvar la de otros y todos me dijeron que no se habían cruzado con ningún destacamento militar y que de los supuestos víveres anunciados por las autoridades no había ni rastro. Por eso tiene sentido que en las horas siguientes (¡cuatro días después de que se desatara el desastre!) se ordenara un despliegue uniformado siete veces superior que el que estaba operativo cuando se quiso trasladar la impresión de que el desastre comenzaba a estar bajo control. Mazón ha demostrado que la situación le viene muy grande, pero al menos aguantó el tipo en Paiporta bastante mejor que un Sánchez envilecido y cobarde, más preocupado desde el principio por enterrar al PP bajo el barro de la desgracia que por ejercer su papel de administrador de los recursos del Estado. Pincho de tortilla y caña a que los valencianos no lo olvidarán.

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