Hosea_Kozey
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Existía una norma no escrita en el mundillo de las emisiones en directo en internet: dejar la vida personal fuera de la pantalla. El entorno familiar de los llamados streamers ―los retransmisores de videojuegos, charlas o vídeos de otros creadores de contenidos― quedaba al margen de su trabajo. El llamado salseo (el cotilleo en el mundo digital) nunca fue recibido en una plataforma como Twitch, nacida para contar partidas de videojuego y ahora en auge hasta el punto de desafiar a los canales de entretenimiento más tradicionales. Pero esa regla ha cambiado durante el último año, sobre todo en los últimos meses. Las familias y los círculos más cercanos de las estrellas de esta nueva televisión se han colado en estos nuevos formatos casi sin tapujos.
Un referente del sector como Ibai Llanos ―quien logró más audiencia con su programa de fin de año emitido desde su casa que algunas televisiones convencionales― sorprendía a principios de la pasada semana a su comunidad con el anuncio de una entrevista a su padre, Javier Llanos. Este jueves charlaron tranquilamente ―charlando tranquilamente es el nombre del espacio de su canal en el que participó― como antes había hecho con futbolistas como Gerard Piqué y Kun Agüero y cantantes como Nicki Nicole. Durante más de 90 minutos, una media de 65.000 espectadores presenció una conversación familiar donde Llanos preguntó a su padre por sus escarceos con videojuegos como Call of Duty, cómo vivió la ansiedad de su hijo o si echaba de menos verle más a menudo.
La irrupción de Javier Llanos en Twitch para nada surgió por casualidad. La propia audiencia de su hijo votó en una encuesta que tuviera protagonismo en su canal —en segundo lugar quedó su abuelo, Pedro Garatea—, que dejara de ser simplemente el padre de Ibai y se convirtiera en alguien de carne y hueso a quien poner cara, voz y apariencia física. Pese a su inexperiencia con estos nuevos formatos, a su manera formó parte de una nueva forma de entretenimiento y hasta se atrevió a dejar un mensaje a aquellos padres que observen con recelo los videojuegos: “Así te acercas más a tus hijos y tienes más temas de conversación. Si no, no los podrás ayudar con sus problemas. Nunca te contarán nada. Claro que tienen que estudiar, pero tienen más vida”.
La emisión de Ibai ha sido la más reciente, pero otros nombres propios de Twitch han optado por un formato similar, por abrir las puertas de su vida privada. The Grefg ―un chico de Murcia que batió en enero el récord mundial de audiencia en la plataforma, con 2,4 millones de espectadores― entrevistó a su novia; María Pombo, a su hermana. AuronPlay apadrinó en cierta medida a su pareja, antes de que diera el salto en solitario. Y luego está la Bronzafamily, una familia de creadores de contenido compuesta compuesta por padre, madre e hijo.
“Las nuevas generaciones son bastante cotillas. Quieren saber qué hay alrededor de sus ídolos, cuál es su entorno, conocerlo. Sin olvidar que para el streamer es una estrategia. Puede mover a sus seguidores entre canales de personas cercanas y monetizar aún más su presencia”, sostiene Loreto Gómez, experta en marketing digital.
Twitch se ha convertido en una de las plataformas de moda debido al auge adquirido durante los primeros meses de pandemia. De acuerdo con las cifras facilitadas por la empresa de marketing Warc, las horas consumidas crecieron un 83% el año pasado en comparación con 2019 —de 9.000 millones ha subido hasta los 17.000 millones—. Sin embargo, esta tendencia de introducir los círculos más cercanos a las emisiones no es del todo novedosa ni se justifica únicamente por las cifras que maneja Twitch. En YouTube, aunque sin el formato en directo, múltiples canales se valían del entorno familiar para crecer y sacar rendimiento económico. Ahí están los ejemplos de estrellas de la plataforma como MikelTube o Verdeliss.
Derribar la frontera entre público y privado cada vez resulta más sencillo por el poder que ha adquirido una herramienta de participación como el chat. La comunidad generada en torno a un canal habla, pregunta y participa activamente, en tiempo real, con el creador de contenido. Como explica Vicente Horcajada, experto en videojuegos y fundador de Rebold Shakers, esta realidad permite que los espectadores perciban al streamer como un amigo más. “No han de rendir cuentas ante ningún jefe ni ninguna estructura. Ellos son los dueños de lo que emiten, de sus vidas en definitiva. Deciden lo que mostrar. Por esta razón, que la familia o personas muy allegadas aparezcan en la pantalla sucede de manera natural y orgánica”, añade.
Conviene recordar que cuantas más personas vean un directo o reproduzcan un vídeo, más ingresos obtienen los creadores, al margen del abono de suscripciones mensuales u otras formas de pagar a los streamer, como los bits, objetos virtuales que se venden en Twitch. En palabras de Gómez, este sistema contribuye a que la faceta más personal gane cierto peso. Se generan unos vasos comunicantes entre canales que movilizan el dinero, favoreciendo una situación de ganancia para todos. “Y hay que estar atentos al auge de la multicanalidad. Ya existen herramientas que permiten lanzar el directo en múltiples plataformas a la vez, incluso en aquellas que no hay vídeo, como Stereo”, asegura.
En un ecosistema tan voluble como el de los videojuegos cuesta predecir nuevas tendencias, aunque algunas asoman con fuerza. Sacar la privacidad del ostracismo es un buen ejemplo, así lo han demostrado diferentes creadores de contenido; pero las sagas, también denominadas series en el mundillo, cotizan al alza. Desde que comenzó el año, Rust y ARK han movido a los espectadores de un canal a otro —y en breve ocurrirá lo mismo con Grand Theft Auto V—. Decenas de streamer juegan al mismo título a la vez, en la misma partida, generando tramas al más puro estilo de la ficción televisiva. “Durante un período de tiempo concreto, el contenido gira sobre ese juego. Es una forma de emitir más horas de directo e interactuar con la audiencia”, concluye Horcajada.
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Un referente del sector como Ibai Llanos ―quien logró más audiencia con su programa de fin de año emitido desde su casa que algunas televisiones convencionales― sorprendía a principios de la pasada semana a su comunidad con el anuncio de una entrevista a su padre, Javier Llanos. Este jueves charlaron tranquilamente ―charlando tranquilamente es el nombre del espacio de su canal en el que participó― como antes había hecho con futbolistas como Gerard Piqué y Kun Agüero y cantantes como Nicki Nicole. Durante más de 90 minutos, una media de 65.000 espectadores presenció una conversación familiar donde Llanos preguntó a su padre por sus escarceos con videojuegos como Call of Duty, cómo vivió la ansiedad de su hijo o si echaba de menos verle más a menudo.
La irrupción de Javier Llanos en Twitch para nada surgió por casualidad. La propia audiencia de su hijo votó en una encuesta que tuviera protagonismo en su canal —en segundo lugar quedó su abuelo, Pedro Garatea—, que dejara de ser simplemente el padre de Ibai y se convirtiera en alguien de carne y hueso a quien poner cara, voz y apariencia física. Pese a su inexperiencia con estos nuevos formatos, a su manera formó parte de una nueva forma de entretenimiento y hasta se atrevió a dejar un mensaje a aquellos padres que observen con recelo los videojuegos: “Así te acercas más a tus hijos y tienes más temas de conversación. Si no, no los podrás ayudar con sus problemas. Nunca te contarán nada. Claro que tienen que estudiar, pero tienen más vida”.
La emisión de Ibai ha sido la más reciente, pero otros nombres propios de Twitch han optado por un formato similar, por abrir las puertas de su vida privada. The Grefg ―un chico de Murcia que batió en enero el récord mundial de audiencia en la plataforma, con 2,4 millones de espectadores― entrevistó a su novia; María Pombo, a su hermana. AuronPlay apadrinó en cierta medida a su pareja, antes de que diera el salto en solitario. Y luego está la Bronzafamily, una familia de creadores de contenido compuesta compuesta por padre, madre e hijo.
“Las nuevas generaciones son bastante cotillas. Quieren saber qué hay alrededor de sus ídolos, cuál es su entorno, conocerlo. Sin olvidar que para el streamer es una estrategia. Puede mover a sus seguidores entre canales de personas cercanas y monetizar aún más su presencia”, sostiene Loreto Gómez, experta en marketing digital.
Twitch se ha convertido en una de las plataformas de moda debido al auge adquirido durante los primeros meses de pandemia. De acuerdo con las cifras facilitadas por la empresa de marketing Warc, las horas consumidas crecieron un 83% el año pasado en comparación con 2019 —de 9.000 millones ha subido hasta los 17.000 millones—. Sin embargo, esta tendencia de introducir los círculos más cercanos a las emisiones no es del todo novedosa ni se justifica únicamente por las cifras que maneja Twitch. En YouTube, aunque sin el formato en directo, múltiples canales se valían del entorno familiar para crecer y sacar rendimiento económico. Ahí están los ejemplos de estrellas de la plataforma como MikelTube o Verdeliss.
El poder del chat
Derribar la frontera entre público y privado cada vez resulta más sencillo por el poder que ha adquirido una herramienta de participación como el chat. La comunidad generada en torno a un canal habla, pregunta y participa activamente, en tiempo real, con el creador de contenido. Como explica Vicente Horcajada, experto en videojuegos y fundador de Rebold Shakers, esta realidad permite que los espectadores perciban al streamer como un amigo más. “No han de rendir cuentas ante ningún jefe ni ninguna estructura. Ellos son los dueños de lo que emiten, de sus vidas en definitiva. Deciden lo que mostrar. Por esta razón, que la familia o personas muy allegadas aparezcan en la pantalla sucede de manera natural y orgánica”, añade.
Conviene recordar que cuantas más personas vean un directo o reproduzcan un vídeo, más ingresos obtienen los creadores, al margen del abono de suscripciones mensuales u otras formas de pagar a los streamer, como los bits, objetos virtuales que se venden en Twitch. En palabras de Gómez, este sistema contribuye a que la faceta más personal gane cierto peso. Se generan unos vasos comunicantes entre canales que movilizan el dinero, favoreciendo una situación de ganancia para todos. “Y hay que estar atentos al auge de la multicanalidad. Ya existen herramientas que permiten lanzar el directo en múltiples plataformas a la vez, incluso en aquellas que no hay vídeo, como Stereo”, asegura.
En un ecosistema tan voluble como el de los videojuegos cuesta predecir nuevas tendencias, aunque algunas asoman con fuerza. Sacar la privacidad del ostracismo es un buen ejemplo, así lo han demostrado diferentes creadores de contenido; pero las sagas, también denominadas series en el mundillo, cotizan al alza. Desde que comenzó el año, Rust y ARK han movido a los espectadores de un canal a otro —y en breve ocurrirá lo mismo con Grand Theft Auto V—. Decenas de streamer juegan al mismo título a la vez, en la misma partida, generando tramas al más puro estilo de la ficción televisiva. “Durante un período de tiempo concreto, el contenido gira sobre ese juego. Es una forma de emitir más horas de directo e interactuar con la audiencia”, concluye Horcajada.
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