Pascale_Hoppe
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Cuando el pasado 5 de noviembre, Ancelotti recibió un 1-3 en el Bernabéu de su querido Milan, la planta noble del Madrid se marchó a casa enfadada . No era la derrota en sí, que también, sino el cómo y los antecedentes de esta temporada, la gran mayoría sospechosos. La campaña 24-25 del Madrid está muy lejos de lo que en verano se esperaba de un equipo campeón de Liga y Champions que, además, sumaba a su plantilla a Mbappé.Noticia Relacionada athletic 2 - real madrid 1 estandar Si Pena máxima de Mbappé en San Mamés Rubén Cañizares El Madrid, y Kylian, vuelven a las andadas en Bilbao, en un mal partido de los blancos.Noticia Relacionada esbozos y rasguños opinion Si Un Madrid intangible Javier Aznar «Fue un partido mediocre disputado por un once mediocre ante un equipo bien trabajado. Una derrota de lo más tangible»Aquella crisis, en la que además de la derrota frente al Milan, el Madrid había recibido un 0-4 del Barça, puso a Ancelotti en una situación límite, como ya contó este periódico. Situación fronteriza que se reproduce de nuevo, tras caer en Anfield y en San Mamés . No son las dos derrotas, que también, sino el modo en el que el equipo ha caído ante Liverpool y Athletic. Con cierta voluntad, pero poco más. A 5 de diciembre, nadie sabe a qué juega este Madrid. Por eso Ancelotti no tiene más remedio que poner el acento en la mejoría de la actitud colectiva del equipo. Argumento pobre. «Hemos competido y hemos luchado. Creo que el partido era de empate», dijo Carletto tras caer en Bilbao. Un discurso muy superficial, parecido al de Anfield. Allí, destacó el compromiso de los jugadores y la solidez defensiva durante ciertos tramos del partido. No parecen las lecturas más acertadas de un equipo que ha ganado quince veces la Copa de Europa, seis de ellas en los últimos diez años. El mínimo que se le exige al Real Madrid es sudar la camiseta y jugar con intensidad, algo que no se ha hecho durante bastantes partidos de esta temporada. Ahí está el humor, o más bien el inexistente humor de Ancelotti, como señal de alarma. La fina ironía del italiano es una de sus señas de identidad, pero este curso poco se ha visto. Más serio que nunca, el italiano sabe que por mucho que Florentino ensalzara su trabajo en la Asamblea de Compromisarios, su crédito no es infinito. En el club no gusta la gestión que está haciendo de algunos de los jugadores, como son los casos de Güler y Endrick, ni tampoco su inmovilismo a la hora de hacer cambios. Suelen llegar tarde, en una medida más desesperada que pensada. El italiano, siempre escudo de la plantilla y de su trabajo, dijo ayer que había darle más tiempo de adaptación a Mbappé y reconocía que el francés no estaba a su mejor nivel, pero habría que preguntarse a qué nivel está Ancelotti este curso. Sigue sin dar con la tecla táctica que haga funcionar a su equipo y, a pesar de la ligera mejoría en defensa, su equipo sigue siendo uno de los que menos corre en España y en Europa y que peor realiza la presión alta, cuando la realiza, que es a cuentagotas. Y en este contexto, debe dar las gracias al Barça por esas dos semanas en las que sin Lamine se ha dejado ocho puntos y ha metido al Madrid de nuevo en la pelea por la Liga, pero esa goma que está haciendo el equipo de Ancelotti puede hacerse de nuevo grande y comprometer el futuro de Carlo. Se la juega el italiano en los próximos cuatro partidos, pero en especial en los dos siguientes. Salidas complicadas a Montilivi y Bérgamo, donde no ganar dejaría a Carletto al borde del precipicio. En Liga, son cuatro los puntos que tiene de desventaja respecto al Barça, aunque es verdad que tiene un encuentro menos, que jugará a principios de enero en Mestalla . En Champions, la situación es bastante más preocupante. Solo seis puntos de quince y el próximo martes visita al Atalanta, uno de los mejores equipos de la liguilla. Le ganó en agosto, en Varsovia, en la Supercopa de Europa, pero ni aquel Madrid ni este Atalanta tienen nada que ver. Caer en Italia supondría un riesgo real de no meterse, ni siquiera, en el cruce preliminar de los octavos. Veremos dónde y cómo se come el turrón Ancelotti.
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