OPINIÓN | Maestra del agua

[ochamplin]

No pierde la cuenta de donde realizó la última conferencia ni del lugar al que le lleva la siguiente, nunca se olvida de agradecer ni de sonreír. Ella hace fácil lo difícil. Esto es un riesgo, le advierto, porque las personas se acostumbran a que resuelvas siempre los retos más adversos y terminan por menospreciar tu esfuerzo. Le sucede como a Rafa Nadal, que cuánto más en contra tenía el partido más cerca parecía el triunfo. Sin embargo, la lucha de Teresa Perales es titánica, que no se nos lo olvide por más medallas que sume a su medallero.

Hemos quedado una mañana heladora en la sede de UNICEF. La embajadora más antigua frente a la más joven. Me digo que algún día el apellido Viejo tendría que hacerse realidad, de lo contrario menuda gracia. La idea de confrontar a dos embajadoras de buena voluntad de la Agencia de Naciones Unidas para la Infancia surgió a la par y la aprovechamos enseguida.

Grabamos una entrevista para la radio, una campaña de redes y nos pusimos al día. Lo primero que comenta, como si la proeza fuese de lo más natural, es que esa madrugada ha tenido que rodar por las calles de Zaragoza con su silla porque el taxi que debía de recogerla para llevarla a la estación no era adaptado y, de esperar al siguiente, hubiera perdido el tren. "Así he entrado en calor", confiesa entre risas. De hecho, no deja de hacerlo durante el día en que el músculo desgarrado de su espalda no ha dejado de darle la lata. Solo después de insistir me habla de sus dolores, que no son molestias sino un recordatorio continuo de su coraje para seguir adelante. Para nadar en esas piscinas convertidas en símbolo de libertad. En un desliz me dice que la mitad de la noche se la pasa doblada sobre sí misma, hecha un ovillo, a fin de aliviar sus fortísimos dolores abdominales. Los del brazo izquierdo, que casi la impiden presentarse a los Paralímpicos de París, no callan. Pero cuando menciona la medalla conseguida, que lleva parte del acero de la Torre Eiffel donde su marido le pidió en matrimonio veinte años atrás, los músculos se relajan y el dolor se silencia. El amor y el orgullo, que pueden con todo.

En el antebrazo izquierdo luce un protector de cuero donde aparecen los logos de los Juegos Paralímpicos en los que ha participado, símbolo de ser "casi" imbatible porque Teresa Perales es la atleta española que acumula más medallas en nuestra historia deportiva y la única capaz de igualar el récord del nadador Michael Phelps. Si no se lo recuerdas, olvida su premio Princesa de Asturias porque el síndrome de la impostora se cuela sigiloso para advertir que hay otros deportistas que merecerían ese reconocimiento tanto como ella. Ojo, no se trata de falsa humildad, la maquinaria mental de Teresa está diseñada para resolver no para regodearse en lo logrado.

Ese es uno de los resultados de una alta conducta curiosa. Se le explico y me cuenta que desde el primer momento en que escuchó la frase "Nunca más vas a volver a andar", con diecinueve años, su único empeño fue indagar de qué modo alcanzar lo anhelado si sus piernas no la acompañaban. Utilizar la curiosidad para resolver los envites de la vida es síntoma de inteligencia, de una inteligencia práctica mucho más valiosa para desenvolvernos que esa otra que reduce los más enrevesados dilemas matemáticos. Si la curiosidad se suma a la alegría de vivir y al sentido del humor, la ecuación se vuelve imparable.

Si la curiosidad se suma a la alegría de vivir y al sentido del humor, la ecuación se vuelve imparable.​

UNICEF ha juntado a dos Teresas para divulgar un mensaje necesario. No importa el momento en que estemos, la infancia siempre será nuestro futuro, pero no se trata del planeta que dejaremos a nuestros hijos, apunta Teresa, sino de preguntarnos qué clase de hijos e hijas queremos dejar al planeta, apelando al compromiso de cocrear la humanidad que merecemos.

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