Nuestra estampa

[winston93]

Una cuartilla escrita a mano sobre la mesita del comedor. Con esa caligrafía sísmica pero tranquila, bonita y artesanal, de quien se toma su tiempo en hacerle el caperuzo a la 'l' y le añade un rabillo a las 'o'. Un boli de propaganda al que hay que alentarlo por la punta. Y este sí, y este no. Y este sí, espera, y este no. Parece que está echando la quiniela, como antaño, pero está rellenando otros huecos distintos, confeccionando una lista que le simplifique el trabajo . Já, qué bonito trabajo, piensa.Organización, todo es organización. Se lo dirá, porque también de esto se puede aprender, las lecciones están en cualquier parte, y en el disfrute suelen ser más atractivas, más digeribles. Como cuando les cortaba la fruta a los hijos haciendo figuritas con el cuchillo para que fuese todo más divertido. Es bonita esa imagen que se le viene a la cabeza, puede oír las carcajadas en la mesa, puede sentir la piel de la manzana cayendo en el plato. Los ojos atentos sobre él.Se siente ridículo por un momento, un instante muy pequeñito en el que el silencio de la casa se le ha echado encima. Pero sigue en el tajo, trazando objetivos, actualizando las nuevas incorporaciones. Llega una edad en la que la vergüenza es un lujo que muy pocos se pueden permitir. Acomplejarse a estas alturas de la película le parece aún más bochornoso que esa inédita ilusión que la actividad le transmite . Hacía rato que no sentía carburar su cabeza así, que no encontraba una motivación tan legítima. En la entrada calcula para llevarse lo justo para tres, bueno, para cuatro. Se divierte al comprobar cómo se autoengaña él mismo, sabe perfectamente que van a acabar cayendo más. Durante la semana va dejando en una cajita las vueltas que le dan. Agarra la pasta, se abriga y mete en el bolsillo del sin mangas la cuartilla. La hoja de ruta. Sale con tiempo. Le da pena que no sea en la Plaza del Cabildo esta vez, le gusta el paseo de luego por allí. El centro, la luz sobre las fachadas, el ruido de las vidas que se desbordan. Buenos días, disculpe, este me deja en Nervión, ¿verdad? En la puerta del Corte Inglés brujulea con las manos en la espalda. Hay material, puede ser un buen día. La niña le dijo que se lo traería a las 11:00, aún hay margen. Se da una vuelta y encuentra un quiosco. Muy buenas, un paquete de Chester y deme también cinco sobres de Holy Cards . Sí, con mi nieto, hacemos la colección y así lo tengo entretenido. No, y lo que aprenden. Que ya se sabe todas, hasta las de glorias. Venga, muchas gracias, buen día. Los va a guardar, todos de golpe no se los puede dar. Mira, allí están. Ahí va el chavalín corriendo hacia él.

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