Nadie lo sabe. Ni siquiera el propio Andoni Luis Aduriz tiene la certeza de la dimensión pública que alcanzan sus pensamientos. La reflexión está en el ADN de este guipuzcoano, nacido sin ser un santo en San Sebastián el día de San Antonio de 1971. La pregunta ha sido, antes que el cuchillo, su primigenia herramienta culinaria y vital. Basta con consultar sus viejas notas llenas de interrogantes, las de un joven 'stagier' de 22 años, que Ferran Adrià conserva y exhibe en el museo que es hoy elBulli1846 . Allí solo pasó un año, entre 1993 y 1994, junto a toda una generación entre la que logró despuntar defendiendo que la creatividad no tiene «ni reglas ni dueños». Para él, tenía y tiene «sueños». Y es que lo onírico le ha mantenido despierto estos últimos 25 años, los mismos que ha cumplido Mugaritz. Para el dos estrellas Michelin -las conserva desde hace 18 años- la alta cocina solo tiene sentido si es capaz de generar una ilusión y, por ello, hace una mueca a quienes intentan hoy quebrar esa pompa asegurando que la vanguardia ya pasó. Mientras lo hace, de forma paralela, crecen las preguntas de muchos al intentar descifrar por qué Andoni cree que nunca llegará su tercera estrella. « ¿Quién necesita a quién: Mugaritz a la guía roja o viceversa? ». La respuesta la lleva impresa en sus célebres camisetas. Aduriz es algo más para la gastronomía española que el ejemplo de la resiliencia de quien resucita como un ave fénix de sus cenizas. De alguna manera lo hizo tras el incendio que devastó su casa en febrero de 2010 -un día después de otro santo, San Valentín- cuando, en tres horas, doce años de patrimonio quedaron reducidos a la nada para empezar de cero gracias a la oleada de solidaridad de sus colegas que aún cita siempre que puede. Noticia Relacionada reportaje Si Paco Plaza deconstruye a Andoni Luis Aduriz en 'Mugaritz. Sin pan ni postre': «No gustar no significa ser más vanguardista» El cineasta se mete en las cocinas del dos estrellas Michelin para retratar en una película documental (Movistar Plus+) el proceso creativo necesario hasta dar con los platos de la nueva temporadaA pesar de la casualidad onomástica, su amor por el oficio siguió intacto. La incomodidad siempre ha sido su terreno aunque en esas llamas nunca lograron quemar su espíritu de hereje. La genera para seguir avanzando en un panorama adormecido -el que sienten los más críticos- sin el ánimo de molestar. Aunque los efectos de su agitación crónica y perenne, dentro y fuera del plato, no los pueda controlar y se multipliquen como esos microorganismos, fermentos, levaduras, enzimas y efervescencias que dan vida a parte de sus platos. Sin pan ni postre , eso sí. No sé ...
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