No quiso ser

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Como en el célebre poema de Miguel Hernández, no quiso ser. Pero había sido tanta la emoción por la victoria en el último partido en casa de Navas como sevillista que quizá pensamos, ingenuos de nosotros, que era posible soñar con rematar la jugada en el templo del Madrid. A fin de cuentas, fue en el Santiago Bernabéu, hace ahora justo veinte años, cuando el de Los Palacios debutó como sevillista, precisamente, también, un día de la Lotería de Navidad, y además con victoria.No quiso ser, dejó escrito Miguel Hernández. Y mira que la tarde empezó bonita, con un pasillo a Navas con el que el madridismo rendía pleitesía a una leyenda del fútbol patrio, no sólo del Sevilla. Pero echó a rodar el balón y la cosa se puso de documental de animales en La Dos.A mí los partidos a las cuatro de la tarde, y encima si son en domingo, y más aún si son en estos días donde solemos abusar de comidas copiosas, me dan unas ganas terribles de dormir. Pero había que ver a Navas despidiéndose del fútbol profesional, y la tentación de pensar en un partido igualado (por qué no: ya lo tuvimos así hace dos jornadas con el Atleti, aunque finalmente la cosa no acabó como el encuentro habría merecido) nos mantenía muy en vilo. Los documentales de animales de La Dos suelen ser ideales para conciliar el sueño: aparece el topillo masticando hierba y en seguida viene una liebre y se lo zampa, y cuando aparecen dos tórtolas apareándose tú ya llevas media hora chapoteando plácidamente en la piscina de la siesta. Pero hay algunos documentales, sin embargo, donde la lucha por la vida resulta tan encarnizada, tan virulenta, que se imposible cerrar los ojos. Ayer la visita al Santiago Bernabéu se convirtió, a partir del minuto 9, en uno de esos documentales donde los tigres persiguen a ñus hasta convertirlos en papilla. Apenas transcurrieron diez minutos entre el primer gol de Mbappé y el segundo de Valverde. En la publicidad a pie de campo anunciaron Nivea, y al verlo no pude evitar pensar en otra crema, el Vips Vaporub. Ya saben, esa que se echa para que no te duela el pechito. Porque la cosa adquirió un tono como de crema lubricante, de vaselina. Diez minutos después vino el tercero, y ahí ya tuvimos clara la dinámica del partido: nos iban a marcar un gol cada diez minutos. Suerte que el ñu se deshizo del acoso, y apenas un par de minutos después del tercer gol madridista, Isaac Romero consiguió el primer gol para el Sevilla. En el 41, Álvaro Fernández se esmeró con la manopla para evitar un nuevo gol, a cargo de Lucas Vázquez, que hubiera confirmado que la dinámica del partido continuaba en la misma senda. Pero venía el descanso y tocaba soñar y pensar en «y si».¿Y si ahora, en el segundo tiempo, el Sevilla sale enchufadísimo, y no como en la primera parte, y le da por hacer las cosas bien?Pero, insistimos, no quiso ser. Y al salir, el Madrid rompió su propia dinámica, marcando un nuevo gol esta vez antes incluso de los diez minutos de rigor. Con cuatro a uno, el pobre de Jesús Navas no iba a disfrutar mucho, por más que García Pimienta le animara a ello cuando el palaciego salió en el 64 a jugar, acompañado de una rotunda ovación. Fue, sin duda, lo más bonito del encuentro, y con lo que nos quedaremos: el respeto que don Jesús Navas se ha ganado en todos los estadios de nuestro país, incluyendo el del equipo con mayor palmarés de Europa.Lukebakio volvió a marcar, cosa que ya no es novedad. Pero al menos sirvió para maquillar un poco la escabechina. No fue la despedida que hubiéramos querido para nuestro eterno capitán. Pero caer así, en el Santiago Bernabéu, ya no produce ni enojo. Consolémonos pensando en que al Madrid le resulta apetecible nuestra carne: les encanta repetir.

 

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