Reed_McDermott
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No es que el Partido Socialista se muestre incapaz de tener la iniciativa para hacerle oposición al Gobierno andaluz –donde Juanma Moreno parece flotar sobre la espuma de la mayoría absoluta, con una imagen estática del paisaje político que vuelve a aparecer en el barómetro de invierno del Centra– sino que ni siquiera logran no ser protagonistas negativos de la actualidad. Para el partido es una pesadilla. Incluso el debate de presupuestos, que solía calificarse como la cita política de mayor trascendencia del curso político, apenas ha tenido repercusión. Sus mensajes no funcionan con un presidente moderado en una España con los peores indicadores sociales de Europa después de Rumanía; y en cambio, sí que se oía ruido de sables por la bancada socialista con los afiladores a destajo. Y todo apunta que se prolongará semanas, aunque es prematuro presumir si será en clave de guerra civil o se impondrá el relato de una llegada mesiánica a la que confiar la salvación del PSOE.El PSOE, que tanto ha presumido de sus primarias, trata de evitarlas tanto como les alcance. Esas «fiesta de la democracia interna», como les gustaba exhibir, ahora les aterran. Se acabó la fiesta. En Madrid barrieron a Lobato para colocar a Oscar López; en Castilla y León porfían para que se aparte Tudanca y vaya Ana Redondo desde la cartera de Igualdad; en Aragón, Pilar Alegría… y entre tanta ministra camino de los virreinatos, quieren que Andalucía esté bajo los auspicios de María Jesús Montero, la figura que aglutina a todos los sectores, aunque en ningún caso va a asumir la gestión del partido por su responsabilidad en el Gobierno, pero sí puede ir en tándem. Espadas parece fuera de todas las ecuaciones. De momento él insiste en que peleará, pero tiende a darse por hecho que no habrá confrontación, y se ve a Juan Espadas muerto, como un zombi que tarda en asumir que lo es. Hay algo fatal, casi en el sentido mitológico, en Juan Espadas. Como un Rey Midas invertido, todo lo que toca parece convertirse en barro. Lo sucedido en Jaén ha sido de traca. Una operación de baja política, con la participación oscura de María Jesús Montero, ha acabado en un debate sobre el liderazgo de Juan Espadas y su falta de control sobre el partido. Éste no ha sabido marcar distancia con la parte turbia de la operación, y, por el contrario, ha terminado él en evidencia por no estar a los mandos. La política no es que a veces sea injusta, sino que rara vez es justa.Francisco Reyes, el barón territorial más fuerte del socialismo andaluz, dijo el viernes en el Comité Director que espera que lo ocurrido en Jaén se proyecte sobre Andalucía. Qué cosas. Vaya por delante que una mayoría de la izquierda, aunque Moreno perdiera los 55 escaños de la absoluta, ahora mismo es pura ficción inimaginable pues están a casi veinte escaños… y María Jesús Montero puede comprarle al PSOE un ayuntamiento o incluso una Diputación si depende de un partido bisagra dispuesto a dar su cuota al mejor postor, pero no la Junta. Lo de Francisco Reyes es pura fanfarria retórica para insuflar ánimos en un momento en que Jaén está crecido, y siente que le toma a Sevilla el liderazgo del socialismo andaluz. Y han colocado el marco de Juanfran Serrano con cartel de redentor. Al comité director del viernes llegó como una estrella del rock a una alfombra roja. Todos los focos eran suyos. Notorio síntoma de la situación: el caballero blanco del socialismo andaluz en la calle es ahora mismo un absoluto desconocido, un 'aparatchik' del cuarto negro, muy lejos del buen cartel que tenía Juan Espadas en su momento como alcalde de Sevilla.Pero esto no es un Jaén vs Sevilla, como algunos han querido fantasear para llevar el choque a la confrontación territorial, siempre sugestiva, entre las dos únicas agrupaciones socialistas con poder institucional. Esa no es la guerra, aunque Jaén saque pecho. Esto va de Espadas. El actual secretario habla de renovar el proyecto, esto es, darle más impulso; y Serrano de reconstruirlo. La semántica no es inocente; nunca lo es. Reconstruir supone asumir que algo se ha destruido o descompuesto. Eso sí, dijo literalmente «un proceso chulo de reconstrucción», con un lenguaje que quizá crea que sirve para conectar con el público de La Revuelta, pero que muestra un discurso insustancial. Hasta las precandidaturas, entre el 7 y e 10 de enero, habrá mucho juego subterráneo. Espadas no parece Tudanca para meterse en un descalzaperros a pecho descubierto, pero nunca se sabe. De momento no claudica. El PSOE, en todo caso, parece abocado a la pirueta habitual: quieren colocar el relato de que Ferraz no va a intervenir a sabiendas que Ferraz va a intervenir y a decidir esto con un dedazo. La decisión, también aquí, vendrá de Moncloa.Se asume, de hecho, que los silencios de Sánchez hacia Espadas en el reciente congreso de Sevilla era el modo de hacer público que le retiraba el apoyo que semanas antes le había hecho sentir al transmitirle que no promoverían un rival. Hay quien cree que esto es magnificar un detalle a lo sumo simbólico, pero hay gestos que no escapan a nadie, como cuando Isabel II tumbó a O'Donnell dando prioridad a Narváez en el segundo rigodón de su baile de cumpleaños. De momento nadie se ha dirigido a Espadas para susurrarle que más le vale apartarse; y parecen esperar que él sencillamente entienda que ya no tiene la bendición y es sólo un fantasma de esta larga travesía del desierto. En el comité, eso sí, apenas se acreditaron 215 de los 421 miembros, alcanzando el quorum por los pelos, y quizá haya mucho solapón a la espera de ver despejarse el campo de batalla. De un modo u otro, éstas pueden ser las Navidades de los cuchillos largos.
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