Niñatos que necesitan un par de bofetadas

Linda_Moen

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El Barça es un equipo de chavales no exactamente ricos pero sí pijos que sólo se motivan ante los grandes. Por eso va como un tiro en la Champions, victoria en Alemania contra el Dortmund incluida, y por eso le metió cuatro al Madrid en el Bernabéu. Y por eso de los últimos 18 puntos en la Liga sólo ha ganado 5.A estos chicos hay que recordarles que pese a la alegría que han devuelto a la ciudad todavía no han ganado nada, ni son más que jóvenes promesas que ya veremos cuántos de ellos cristalizan con el tiempo como estrellas. No son nadie para salir perezosos contra rivales que consideran poco estimulantes. Los fracasos se han debido todos al desorden, a la imprecisión, a regalar victorias iniciales a equipos que luego se cierran y es imposible encontrar espacios.Jugar en el Barça no es un derecho y no hay futuro para los que no trabajan. Jugar en el Barça es un honor al que no se puede corresponder con desidia y la única explicación para que el mismo equipo que toma Alemania caiga en casa contra el Leganés es una distinta motivación en los dos partidos. Y es inaceptable que niños que por no ser no son ni mayores de edad actúen con esta frivolidad en lugar de tomarse como sagrado el privilegio de vestir la camiseta.El bajón de Dani Olmo no es falta de actitud pero deja al descubierto la penúltima trampa de Laporta. Cuando el Barça no pudo fichar a Nico Williams, por no poder pagar al contado, el presidente nos dio el «cambiazo» con Olmo y por su finura en los primeros partidos pareció otra de sus genialidades. Pero el tiempo ha pasado, las lesiones han llegado, lo que antes fluía como por arte de magia ha quedado desdibujado, torpe y hay que forzarlo; y hoy entendemos mucho mejor por qué su antiguo equipo, el Leipzig, nos lo mandó inmediatamente y con un lazo a la mínima que vio que pretendíamos su fichaje, y nos permitió pagar en cómodos plazos.Lo peor de estas crisis es que lleguen realmente a suceder porque demuestran que la miseria moral y espiritual son consustanciales a una cierta juventud española, y que ni un entrenador germánico puede totalmente controlarlas. Lo bueno de estas crisis es que en realidad no existen y que lo único que estos niñatos necesitan para reaccionar es un par de bofetadas de la vida para que donde no llegó la educación de sus padres alcance el demoledor poder pedagógico de la tensión competitiva.

 

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