Kenyon_Fritsch
New member
- Registrado
- 27 Sep 2024
- Mensajes
- 46
Entre relato y relato, a Nidia Góngora (43 años) se le salen los versos cantados que aprendió de su mamá y su abuela, de otras cantoras como ella y de las mayoras de su pueblo, Santa Bárbara de Timbiquí, en el Cauca. Fundadora de la agrupación Canalón de Timbiquí, fue nominada al Grammy Latino hace cinco años en la categoría de Mejor Disco de Folclor –por el álbum De mar y río–, la primera vez que un trabajo folclórico del Pacífico colombiano alcanzó ese honor.
Desde hace más de 20 años vive en Cali y en 2006, mientras trabajaba como maestra en un colegio de Villarrica (a 20 kilómetros de esa ciudad), comenzó su labor con jóvenes. Siete años después creó formalmente la Fundación Escuela Canalón, que funciona en el barrio Morichal, del Distrito de Aguablanca de la capital del Valle del Cauca.
Allí usa la música como instrumento de cambio, para abrir las mentes y los corazones, para convencer a las nuevas generaciones de que los límites son mentales y que cualquier barrera se puede traspasar con educación, trabajo, convicción y disciplina. Tiene 45 alumnos de 6 a 17 años, además de una extensión de la escuela en Timbiquí, con otros 23 niños.
Maestra en el sentido amplio de la palabra, este año el grupo De Mar y Río –llamado como el álbum que la lanzó a la fama–, integrado por diez muchachos formados en su escuela, recibió el Bombo Golpeador, premio del Festival Petronio Álvarez, en modalidad de marimba y cantos tradicionales. Es la agrupación más joven (por edad y no por trayectoria) que gana el evento. Los músicos son muchachos nacidos en el Pacífico colombiano: Timbiquí, Guapi, Ladrilleros, Juanchaco, El Charco, Iscuandé, López de Micay y Cali. Ella misma triunfó en el festival de 2008.
De su semillero también salió Nicol Bonilla, que está trabajando con el músico y productor francés Etienne Sevet, creador de la banda The Bongo Hop, que hace fusiones de hip hop, salsa, cumbia, afrobeat y sonidos del Pacífico. Ese proyecto comenzó en 2013, cuando él se enamoró de la música de Góngora, al conocerla en una gira por Burdeos, en Francia.
Góngora está convencida de que si no hay oportunidades, es obligatorio crearlas: “La desigualdad en Colombia es atroz. El conflicto no acabará mientras se viva con hambre, y falta de educación y atención en salud para los pobres”. En 2020, tras la masacre de cinco adolescentes afro en un cañaduzal de Cali, unió su voz junto a otros tres artistas para grabar el video de ¿Quién los mató?, una canción protesta por las víctimas del conflicto armado. Durante la pandemia y el estallido social de 2021, con su fundación apoyó a más de 300 familias del oriente, llevándoles mercados, música y organizando ollas comunitarias.
Con su extraordinaria voz ha actuado alrededor del mundo. Fue una de las 13 voces de Pazcífico Sinfónico, con la Sinfónica de Colombia, y cantó en el Millenium Park, de Chicago, con Willie Colón. Lo suyo es también explorar, llevar a la música mucho más lejos: para la canción En los manglares, de la banda sonora de la película Yo vi tres luces negras, estrenada a mitad de este año, se inspiró en los cantos gregorianos, los salves, los lamentos de África Occidental y los fusionó con lo propio: los alabaos del Pacífico, esos cantos funerarios que, como plegarias, celebran la vida de los que dejan este mundo, los acompañan en su viaje e instauran un puente con los que quedan.
“Soy cantora, no cantaora”, lo dice porque la segunda está relacionada con el flamenco, mientras que las cantoras no se limitan a la música: son salvaguarda y transmisoras de valores culturales de la memoria, la partería, la medicina y toda la herencia ancestral de sus territorios.
Seguir leyendo
Desde hace más de 20 años vive en Cali y en 2006, mientras trabajaba como maestra en un colegio de Villarrica (a 20 kilómetros de esa ciudad), comenzó su labor con jóvenes. Siete años después creó formalmente la Fundación Escuela Canalón, que funciona en el barrio Morichal, del Distrito de Aguablanca de la capital del Valle del Cauca.
Allí usa la música como instrumento de cambio, para abrir las mentes y los corazones, para convencer a las nuevas generaciones de que los límites son mentales y que cualquier barrera se puede traspasar con educación, trabajo, convicción y disciplina. Tiene 45 alumnos de 6 a 17 años, además de una extensión de la escuela en Timbiquí, con otros 23 niños.
Maestra en el sentido amplio de la palabra, este año el grupo De Mar y Río –llamado como el álbum que la lanzó a la fama–, integrado por diez muchachos formados en su escuela, recibió el Bombo Golpeador, premio del Festival Petronio Álvarez, en modalidad de marimba y cantos tradicionales. Es la agrupación más joven (por edad y no por trayectoria) que gana el evento. Los músicos son muchachos nacidos en el Pacífico colombiano: Timbiquí, Guapi, Ladrilleros, Juanchaco, El Charco, Iscuandé, López de Micay y Cali. Ella misma triunfó en el festival de 2008.
De su semillero también salió Nicol Bonilla, que está trabajando con el músico y productor francés Etienne Sevet, creador de la banda The Bongo Hop, que hace fusiones de hip hop, salsa, cumbia, afrobeat y sonidos del Pacífico. Ese proyecto comenzó en 2013, cuando él se enamoró de la música de Góngora, al conocerla en una gira por Burdeos, en Francia.
Góngora está convencida de que si no hay oportunidades, es obligatorio crearlas: “La desigualdad en Colombia es atroz. El conflicto no acabará mientras se viva con hambre, y falta de educación y atención en salud para los pobres”. En 2020, tras la masacre de cinco adolescentes afro en un cañaduzal de Cali, unió su voz junto a otros tres artistas para grabar el video de ¿Quién los mató?, una canción protesta por las víctimas del conflicto armado. Durante la pandemia y el estallido social de 2021, con su fundación apoyó a más de 300 familias del oriente, llevándoles mercados, música y organizando ollas comunitarias.
Con su extraordinaria voz ha actuado alrededor del mundo. Fue una de las 13 voces de Pazcífico Sinfónico, con la Sinfónica de Colombia, y cantó en el Millenium Park, de Chicago, con Willie Colón. Lo suyo es también explorar, llevar a la música mucho más lejos: para la canción En los manglares, de la banda sonora de la película Yo vi tres luces negras, estrenada a mitad de este año, se inspiró en los cantos gregorianos, los salves, los lamentos de África Occidental y los fusionó con lo propio: los alabaos del Pacífico, esos cantos funerarios que, como plegarias, celebran la vida de los que dejan este mundo, los acompañan en su viaje e instauran un puente con los que quedan.
“Soy cantora, no cantaora”, lo dice porque la segunda está relacionada con el flamenco, mientras que las cantoras no se limitan a la música: son salvaguarda y transmisoras de valores culturales de la memoria, la partería, la medicina y toda la herencia ancestral de sus territorios.
Seguir leyendo
Cargando…
elpais.com