Ni Cavias ni Ruanos

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27 Sep 2024
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Siempre llego tarde a las fiestas y a las modas. Y, por lo visto, también a las redes sociales. Descubrí los blogs cuando ya todos tenían podcast, a Facebook cuando ya era demodé y, a Twitter, cuando el periodismo lo abandona. ' The Guardian' se va y se va 'La Vanguardia'. Y se van periodistas que ya se habían ido antes. Los que aguantan dejan claro que ya no es lo que era, que sólo queda lo peor, pero que presentarán batalla. Porque la libertad de prensa, porque la libertad de expresión. Y porque la salud de las democracias depende de su bonhomía (y sus homilías), como imprescindibles prescriptores de opinión que son, mentes preclaras.Yo con estas cosas, lo reconozco, oscilo entre la risa tonta y la vergüenza ajena. Creo que le pasará a cualquiera que todavía crea en este oficio, por encima de una fotito haciéndose el interesante junto a su firma en una columna y que, al mismo tiempo, sea consciente de que a esta fiesta hemos llegado tarde. Que ya no hay Cavias ni Ruanos , y que nunca fue tan cierto aquello de que nuestra mejor columna de hoy envolverá el apestoso pescado de mañana (a veces, hasta el de hoy mismo). Precisamente por eso, a lo mejor lo que toca es hacer autocrítica (sé que es impopular el concepto, ya lo siento), en lugar de seguir culpando a los demás: los medios tradicionales han perdido la confianza de los lectores y algo habremos hecho mal. Yo no tengo la fórmula para recuperar esa confianza, ojalá. Ni siquiera estoy segura de que podamos hacer ya algo o cuánto tiempo nos costará. Sólo tengo una ligera idea de alguna cosa que, en mi opinión, hicimos mal con el cambio de paradigma: llevar las redes a los medios en lugar de los medios a las redes. Creo que no se trataba de llenar las secciones de opinión de mercachifles descarados con wifi y muchos seguidores, ni de fracasados en otras profesiones (dependiendo esta de la crisis social del momento: escritores, economistas, politólogos…), especialistas en algo opinando de todo. No iba de traernos las trifulcas de barra de bar dos punto cero, ni por entretenidas, al papel; ni de aligerar contenido, ni ser chispeantes, ni darle más bola al salseo. Hacíamos bien lo que se supone que habíamos venido a hacer: tratar de aproximarnos lo máximo posible y de manera desprejuiciada a aquello que convenimos en llamar «la Verdad». Con pruebas, con datos, con hechos. Y eso es lo que deberíamos seguir haciendo. Para divertir ya hay otros formatos, para polemizar, para fabular, para frivolizar. Pero informar, eso es lo que hace el periodismo. No queramos ser la novia, el niño y el muerto. Tampoco olvidemos que los que se van hoy de Twitter no lo hacen porque no tengan libertad de expresión, sino porque los que piensan diferente también la tienen. Y quizá ahí esté la clave, en el respeto debido al valor democrático medular de la pluralidad política. Y eso es importante, lo mismo en el periodismo que en la vida.

 

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