Cierra_Reinger
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El 10 de abril falleció a los 85 años Trina Robbins (Nueva York, 1938), una autora cuyo nombre puede pasar inadvertido para la afición española al cómic, apenas hay un pequeño puñado de sus obras publicadas en España, pero cuyo nombre está grabado en la historia del cómic como una de las grandes pioneras de la historieta y punto de inflexión en la incorporación y consideración de la autoría de mujeres en el tebeo.
Desde su feminismo comprometido, llegó en plena convulsión de la aparición en el cómic estadounidense de la escena de San Francisco, a finales de los 60, consciente de estar en un medio y un movimiento profundamente machista que precisaba de nuevas perspectivas y apertura. Fundó la publicación alternativa It Aint Me, Babe, que en 1970 daría lugar con el mismo nombre a la primera antología de cómics realizados por mujeres, reivindicando un espacio en las que tradicionalmente se las había apartado o invisibilizado. La publicación fue un referente para la concienciación de las autoras y fue el germen de otras colecciones posteriores, entre las que desatacaría Wimmen’s Comix, también fundado por ella y en la que colaborarían artistas fundamentales para entender el cómic independiente de los 70 y 80 como Michelle Brand, Aline Kominsky-Crumb, Diane Noomin, Joyce Farmer, Melinda Gebbie, Roberta Gregory o Phoebe Gloeckner, entre otras muchas. En paralelo a esta trayectoria de activismo decidido, comenzó a trabajar en editoriales populares como DC o Marvel, encargándose de personajes tan carismáticos como Wonder Woman, siendo la primera mujer que se ocupaba de los dibujos de la serie desde su creación. Aunque el guion fuera firmado por Kurt Busiek, Robbins supo dar a su camaleónico trazo el estilo del dibujante original de la serie, H. G. Peter, recuperando la esencia del personaje desarrollado por W. M. Marston y Joye Hummel. Responsable también del icónico traje de Vampirella que dibujara Frank Frazzetta, siguió dibujando para diferentes editoriales como Eclipse, Image Cómics o Dark Horse Cómics hasta bien entrado el nuevo siglo.
A partir de los años 90, Robbins comenzó a trabajar intensamente, en paralelo a su carrera creadora, en la investigación académica sobre las autoras de cómic, plasmada inicialmente en el clásico Women and the Comics junto a Catherine Yronwode, al que siguieron obras fundamentales como A Century of Women Cartoonists, The Great Women Superheroes, Babes in Arms: Women in Comics During the Second World War, From Girls to Grrrlz: A History of Women’s Comics from Teens to Zines o Pretty in Ink, así como varias monografías dedicadas a series u obras creadas por autoras, como la reciente antología Dauntless Dames. Un corpus de obras que permite trazar una genealogía feminista del trabajo de la mujer en el cómic americano desde sus inicios. Su trabajo en este sentido llega hasta el año pasado, cuando coordinó la antología de cómics Won’t Back Down!, en favor del movimiento en defensa del derecho de la interrupción del embarazo Pro Choice.
Presencia fundamental en cualquier evento de cómic o académico, fundó también Friends of Lulú, una asociación dedicada a la promoción del cómic realizado por mujeres que ha tenido gran importancia en el mundo editorial estadounidense, favoreciendo la incorporación de las autoras a la creación de cómics popular, pero también con una decidida acción formativa hacia todos los eslabones de la cadena productiva sobre la importancia de esta entrada. Consiguió también reunir una importante colección de originales de obras realizadas por autoras, que puso siempre a disposición de museos y galerías para garantizar que la autoría femenina no se viera minusvalorada en el ámbito expositivo. Esta labor continuada y constante, su feminismo decidido y combativo, ha sido una influencia clave para la aparición de toda una nueva generación de estudiosas del cómic, que han seguido su legado y defendido la necesaria visibilización y puesta en importancia de la labor de la mujer en el cómic, de una herstory que ha tenido que luchar tradicionalmente contra un medio dominado casi en exclusividad por hombres, desde la autoría hasta los aficionados. El incombustible optimismo y fuerza que desprende en sus memorias, Last Girl Standing (publicadas en 2017 por la editorial Fantagraphics), forman parte ya de la historia del cómic, que la ha reconocido incluyéndola desde 2013 en la famosa Will Eisner Hall of Fame.
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Desde su feminismo comprometido, llegó en plena convulsión de la aparición en el cómic estadounidense de la escena de San Francisco, a finales de los 60, consciente de estar en un medio y un movimiento profundamente machista que precisaba de nuevas perspectivas y apertura. Fundó la publicación alternativa It Aint Me, Babe, que en 1970 daría lugar con el mismo nombre a la primera antología de cómics realizados por mujeres, reivindicando un espacio en las que tradicionalmente se las había apartado o invisibilizado. La publicación fue un referente para la concienciación de las autoras y fue el germen de otras colecciones posteriores, entre las que desatacaría Wimmen’s Comix, también fundado por ella y en la que colaborarían artistas fundamentales para entender el cómic independiente de los 70 y 80 como Michelle Brand, Aline Kominsky-Crumb, Diane Noomin, Joyce Farmer, Melinda Gebbie, Roberta Gregory o Phoebe Gloeckner, entre otras muchas. En paralelo a esta trayectoria de activismo decidido, comenzó a trabajar en editoriales populares como DC o Marvel, encargándose de personajes tan carismáticos como Wonder Woman, siendo la primera mujer que se ocupaba de los dibujos de la serie desde su creación. Aunque el guion fuera firmado por Kurt Busiek, Robbins supo dar a su camaleónico trazo el estilo del dibujante original de la serie, H. G. Peter, recuperando la esencia del personaje desarrollado por W. M. Marston y Joye Hummel. Responsable también del icónico traje de Vampirella que dibujara Frank Frazzetta, siguió dibujando para diferentes editoriales como Eclipse, Image Cómics o Dark Horse Cómics hasta bien entrado el nuevo siglo.
A partir de los años 90, Robbins comenzó a trabajar intensamente, en paralelo a su carrera creadora, en la investigación académica sobre las autoras de cómic, plasmada inicialmente en el clásico Women and the Comics junto a Catherine Yronwode, al que siguieron obras fundamentales como A Century of Women Cartoonists, The Great Women Superheroes, Babes in Arms: Women in Comics During the Second World War, From Girls to Grrrlz: A History of Women’s Comics from Teens to Zines o Pretty in Ink, así como varias monografías dedicadas a series u obras creadas por autoras, como la reciente antología Dauntless Dames. Un corpus de obras que permite trazar una genealogía feminista del trabajo de la mujer en el cómic americano desde sus inicios. Su trabajo en este sentido llega hasta el año pasado, cuando coordinó la antología de cómics Won’t Back Down!, en favor del movimiento en defensa del derecho de la interrupción del embarazo Pro Choice.
Presencia fundamental en cualquier evento de cómic o académico, fundó también Friends of Lulú, una asociación dedicada a la promoción del cómic realizado por mujeres que ha tenido gran importancia en el mundo editorial estadounidense, favoreciendo la incorporación de las autoras a la creación de cómics popular, pero también con una decidida acción formativa hacia todos los eslabones de la cadena productiva sobre la importancia de esta entrada. Consiguió también reunir una importante colección de originales de obras realizadas por autoras, que puso siempre a disposición de museos y galerías para garantizar que la autoría femenina no se viera minusvalorada en el ámbito expositivo. Esta labor continuada y constante, su feminismo decidido y combativo, ha sido una influencia clave para la aparición de toda una nueva generación de estudiosas del cómic, que han seguido su legado y defendido la necesaria visibilización y puesta en importancia de la labor de la mujer en el cómic, de una herstory que ha tenido que luchar tradicionalmente contra un medio dominado casi en exclusividad por hombres, desde la autoría hasta los aficionados. El incombustible optimismo y fuerza que desprende en sus memorias, Last Girl Standing (publicadas en 2017 por la editorial Fantagraphics), forman parte ya de la historia del cómic, que la ha reconocido incluyéndola desde 2013 en la famosa Will Eisner Hall of Fame.
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Muere a los 85 años Trina Robbins, la gran pionera del feminismo en el cómic
Además de ser la primera dibujante de ‘Wonder Woman’, la autora compaginó esa labor más artística con la divulgación y la investigación académica
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