skye.satterfield
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Si no conoce el trabajo de Alberto Velasco, Mover montañas es un buen pasaporte a ese mundo suyo de activismo performativo, que aspira a convertirse en el de todos, desde lo político y lo social. Porque trata Velasco aquello que habitualmente no tiene un lugar notorio en la escena y que también atraviesa su propia vida, dicho por él en varias ocasiones e incluso reflejado en su libro Pobre, gordo y maricón (Editorial Marli Brosgen, 2022): lo excluyente por no normativo; lo no estandarizado por diverso.
En este sentido, despunta el primer pilar de Mover montañas: su propio cuerpo, que es grande y aparentemente desentrenado (o al menos, no en el sentido estricto y reglamentario) y que Velasco va vistiendo y desvistiendo con prendas típicas de los diversos folclores ibéricos. Aquí también se maneja el creador ajeno a la rigidez de la norma y muestra un vestuario ajado, sucio, como si llevara encima el peso de la historia. A modo de recordatorio o como pista escénica, por si todavía alguien no se ha ubicado en la propuesta, en un momento dado Velasco luce una camiseta donde reza la frase: “Soy un manantial de grasa y fe”.
El segundo bastión sobre el que descansa Mover montañas es el del folclore, tema en tendencia escénica desde hace unos años y que recorre parte del discurso de Velasco, como en su cortometraje El rey de las flores (2021). Y desarrolla el intérprete una reivindicación del mismo al tiempo que dispara contra la gordofobia, despojado de cualquier etiqueta o corsé. Hace un año, la compañía Mucha Muchacha se preguntaba cómo se mueven los cuerpos bailando jota en su espectáculo Para cuatro jinetes (2023). Mover montañas parece seguir esa misma reflexión y lo enseña sin tapujos ni medio remilgo.
Concebido para espacios no convencionales, la pieza, que visitará el TAC de Valladolid del 23 al 25 de mayo, se vio por primera vez en el claustro de La Nau en el festival Dansa València y, sin duda, este formato de calle, que casa con el resultado desenfadado y fresco del espectáculo, es uno de sus aciertos. También su duración, 40 minutos de reivindicación sin pausa. Sin embargo, los textos que se escuchan, una declaración de Antonio Gades y un poético relato del propio Velasco en la voz en off de la actriz Petra Martínez, reinciden demasiado en el alegato escénico y recortan el gran poder de lo implícito.
‘Mover montañas’. Creación e interpretación de Alberto Velasco. TAC Valladolid, del 23 al 25 de mayo. Festival Danseu de Les Piles, Tarragona. Agosto. Festival de los Castillos, Huesca. Agosto.
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En este sentido, despunta el primer pilar de Mover montañas: su propio cuerpo, que es grande y aparentemente desentrenado (o al menos, no en el sentido estricto y reglamentario) y que Velasco va vistiendo y desvistiendo con prendas típicas de los diversos folclores ibéricos. Aquí también se maneja el creador ajeno a la rigidez de la norma y muestra un vestuario ajado, sucio, como si llevara encima el peso de la historia. A modo de recordatorio o como pista escénica, por si todavía alguien no se ha ubicado en la propuesta, en un momento dado Velasco luce una camiseta donde reza la frase: “Soy un manantial de grasa y fe”.
El segundo bastión sobre el que descansa Mover montañas es el del folclore, tema en tendencia escénica desde hace unos años y que recorre parte del discurso de Velasco, como en su cortometraje El rey de las flores (2021). Y desarrolla el intérprete una reivindicación del mismo al tiempo que dispara contra la gordofobia, despojado de cualquier etiqueta o corsé. Hace un año, la compañía Mucha Muchacha se preguntaba cómo se mueven los cuerpos bailando jota en su espectáculo Para cuatro jinetes (2023). Mover montañas parece seguir esa misma reflexión y lo enseña sin tapujos ni medio remilgo.
Concebido para espacios no convencionales, la pieza, que visitará el TAC de Valladolid del 23 al 25 de mayo, se vio por primera vez en el claustro de La Nau en el festival Dansa València y, sin duda, este formato de calle, que casa con el resultado desenfadado y fresco del espectáculo, es uno de sus aciertos. También su duración, 40 minutos de reivindicación sin pausa. Sin embargo, los textos que se escuchan, una declaración de Antonio Gades y un poético relato del propio Velasco en la voz en off de la actriz Petra Martínez, reinciden demasiado en el alegato escénico y recortan el gran poder de lo implícito.
‘Mover montañas’. Creación e interpretación de Alberto Velasco. TAC Valladolid, del 23 al 25 de mayo. Festival Danseu de Les Piles, Tarragona. Agosto. Festival de los Castillos, Huesca. Agosto.
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‘Mover montañas’: folclore irreverente contra la gordofobia
El nuevo espectáculo de Alberto Velasco es un buen pasaporte al mundo de activismo performativo del artista, que aspira a convertirse en el de todos, desde lo político y lo social
elpais.com