Existe un malentendido común sobre lo que significa que un perro sea sociable y muchos convivientes y titulares dan por hecho que ser sociable implica que el perro debe interactuar y jugar con cualquier otro perro que se cruce en su camino. Sin embargo, esto no es más cierto para los perros que para los seres humanos. Así como las personas no van por la calle abrazando o tocando a cada extraño que encuentran, los perros tampoco necesitan interactuar físicamente con otros perros para ser considerados sociables.
El lenguaje canino es más complejo de lo que a menudo se cree y está profundamente basado en el olfato, más que en el contacto visual o físico. Cuando dos perros se cruzan, incluso si caminan por aceras opuestas y sin llegar a tocarse, están recibiendo una abundante cantidad de información sensorial. Esta forma de reconocimiento a nivel olfativo les permite saber mucho sobre el otro perro: su edad, su estado emocional, si es hembra o macho, e incluso detalles sobre su salud. Para ellos, este intercambio de información puede ser más que suficiente para cumplir con lo que nosotros, de forma limitada, entendemos como ‘socializar’.
Los perros pueden percibir y analizar los estímulos a niveles que se nos escapan, por lo que empujar a un perro a saludar y establecer contacto con otros perros de manera forzada no solo es innecesario, sino que también puede generarles estrés o confusión o llegar a provocar un conflicto. Forzar estas interacciones puede sobrecargar su sistema sensorial y derivar en comportamientos defensivos o de evitación.
Comprender que los perros pueden ser perfectamente sociables sin necesidad de un contacto físico constante también es esencial para su bienestar y una convivencia respetuosa en entornos urbanos. Permitirles pasar de largo sin presión y respetar sus tiempos y necesidades ayuda a reforzar su confianza y su equilibrio emocional. Socializar, por lo tanto, no se trata de cantidad, sino de calidad y respeto por el espacio y las señales del animal.
Los perros pueden ser rencorosos
Como hemos visto, comprender que los perros pueden ser perfectamente sociables sin necesidad de contacto físico constante es esencial para una convivencia armoniosa, pero esta idea de sociabilidad también debe incluir la comprensión de cómo los perros gestionan los conflictos y las interacciones no deseadas. La forma en que los perros manejan las disputas, especialmente en comparación con sus parientes salvajes, los lobos, revela aspectos importantes sobre su comportamiento social y su capacidad para procesar experiencias negativas.
Uno de los estudios más comentados en el ámbito de la etología canina en 2018 fue el realizado por la veterinaria e investigadora Simona Cafazzo y su equipo, y publicado en la revista Royal Society Open Science. Este trabajo comparó la gestión de conflictos entre lobos en cautividad y perros domésticos, destacando diferencias sorprendentes en su comportamiento posterior a un enfrentamiento.
El estudio observó a cuatro manadas de lobos y a cuatro manadas de perros, y mostró que, aunque ambos grupos estaban formados por individuos que no se conocían entre sí, lo que provocaba enfrentamientos ocasionales, los lobos tendían a reconciliarse rápidamente tras el conflicto. "Las peleas tendieron a ser efímeras y los combatientes solían reconciliarse casi inmediatamente después", explicó Cafazzo. Esta rápida resolución es vital para los lobos, ya que la cooperación y la cohesión del grupo son fundamentales para su supervivencia en un entorno hostil como la naturaleza.
En contraste, los perros mostraron un comportamiento diferente: tras los enfrentamientos, que solían ser más intensos que los de los lobos, se evitaban durante horas en lugar de buscar una reconciliación, y tras ese periodo, tendían a ignorarse de forma generalizada. Además, los perros que habían tenido un conflicto previo, se mostraban más susceptibles a tenerlo de nuevo con el mismo animal, lo que sugiere que habían perdido la capacidad de resolver conflictos de forma efectiva. "Los perros tendían a pelear de forma más agresiva y, en vez de reconciliarse, se distanciaban mutuamente", señaló Cafazzo. Esta reacción refleja un comportamiento más complejo y menos enfocado en la resolución inmediata de conflictos, un rasgo que la domesticación ha reforzado a lo largo de la historia.
El hecho de que los perros no siempre resuelvan los conflictos sociales debe considerarse una parte natural de su forma de relacionarse socialmente y no necesariamente un signo de mala educación o falta de sociabilidad. Los comportamientos distantes tras un enfrentamiento o la antipatía hacia otro congénere reflejan la evolución y la adaptación de los perros a entornos donde las interacciones entre su especie no son tan vitales para la supervivencia como lo son en los lobos.
Referencia:
- The effect of domestication on post-conflict management: wolves reconcile while dogs avoid each other. Simona Cafazzo y equipo. Royal Society (2018)
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