johnathon80
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Miranda Jennifer Grossinger (Vermont, 1974), conocida como Miranda July, ha cumplido 50 años, pero su vida en lugar de asentarse ha dado un vuelco. Hace un par de años que se separó del director de cine Mike Mills, con el que tiene un hijo de 12 años, y en la actualidad convive con su actual pareja, una mujer. A la artista, conocida por romper el statu quo, la edad madura le ha hecho replantearse el sexo, las relaciones y, en definitiva, la vida.
Lo cuenta en su segunda novela, All Fours (a cuatro patas), que acaba de publicarse en EE UU y que podrá leerse en español el año que viene. Con esta publicación aumenta un legado cuyo núcleo más sólido consta de tres películas, dos libros de relatos y dos novelas, además de numerosos cortometrajes y performances.
Y es que lo que caracteriza a July es una voz muy singular y su genialidad, que se manifiesta en distintas disciplinas brillando en todas, lo que la convierte en una rara avis. La multidisciplinariedad es su estandarte y una de las ideas más inspiradoras para sus fans. Evitar el encasillamiento es, en sí mismo, un arte. De esta forma, July se rebela contra la norma social de especializarse en una sola área y demuestra que explorar diferentes campos fortalece y enriquece su obra.
Es algo que corrobora por correo electrónico una de sus amigas íntimas, la escritora canadiense Sheila Heti, que se dio a conocer por su libro Maternidad (2019, Lumen) y es amiga de July desde que la entrevistó hace 11 años y se dio cuenta de que su vida sería mejor si hablaba con ella cada semana. “Miranda es una persona sensible y en constante búsqueda, siempre es interesante hablar con ella. Me da la impresión de que siempre se mueve a donde preferiría estar emocionalmente, creativamente, intelectualmente. Sabe cómo salir de un estancamiento mejor que cualquier otra persona que haya conocido”.
Miranda July tuvo un deslumbrante debut cinematográfico con Tú, yo y todos los demás (2005), una película que escribió y dirigió a los 31 años y en la que también actuaba. Se llevó el Premio Caméra d’Or a la mejor ópera prima en el Festival de Cannes y el Premio Especial del Jurado en el Festival de Sundance, volviéndose una cinta de culto.
Le siguió El futuro (2011), que fue nominada a un Oso de Oro en el Festival Internacional de Cine de Berlín, y Kajillionaire (2020), una cinta que se estrenó en el Festival de Sundance, producida por Brad Pitt, y que, como en sus otros largometrajes, abordaba con humor negro temas existenciales como la soledad y el desencanto de las relaciones humanas.
Muchos creadores cinematográficos darían por satisfecha su vida profesional tras obtener un éxito similar con solo tres piezas, pero el interés de Miranda July trasciende a diferentes dominios y su creatividad ha continuado diversificándose. Y es que July es hija de una pareja de escritores y profesores de universidad, Lindy Hough y Richard Grossinger, fundadores de la editorial North Atlantic Books, centrada en justicia social, salud y espiritualidad. Y como tal, su vida ha estado muy influida por la literatura.
Empezó a escribir relatos antes que a hacer cine y su particular estilo, marcado por la frescura y la originalidad, ha sido reconocido con publicaciones en las revistas literarias más prestigiosas del mundo, como The New Yorker o The Paris Review. No solo se convirtió en una renombrada cuentista, sino que su primera novela, El primer hombre malo (2015), que publicó cuando tenía 41 años, fue un éxito fulminante y se colocó en la lista de los libros más vendidos en The New York Times.
Heti confiesa que pasó más de un año esperando ansiosamente leer el primer borrador de All Fours, consciente de que se trataba del libro “más íntimo y complejo” de July, y que abordaba temas de conversación frecuentes entre su grupo de amigos: relaciones de pareja, deseos ocultos y los entresijos asociados al final de la década de los cuarenta. Un libro que The New York Times ha calificado como “la primera gran novela sobre la perimenopausia” y que, a pesar de las similitudes con su vida personal, July sigue describiendo como una obra de ficción. La novela ha resonado entre su público: por ejemplo, en la biblioteca pública de Greenpoint (Brooklyn, Nueva York) hay una lista de espera de más de 1.000 personas deseando leerlo.
Y hasta el 14 de octubre, la Fondazione Prada, en Milán, presenta la primera exposición individual de Miranda July: Miranda July: New Society. Comisariada por Mia Locks, la muestra destaca el cuestionamiento de las jerarquías y de las dinámicas de poder normativas en la obra de July. Entre las piezas expuestas se encuentra F.A.M.I.L.Y. (Falling Apart Meanwhile I Love You / desmoronándome mientras te amo), una instalación de vídeo multicanal en la que la artista contó con la participación de siete personas que conoció a través de una convocatoria que lanzó en Instagram, en un ejemplo del interés de July en dar voz a desconocidos.
Miranda July no solo exhuma las virtudes de su carácter polifacético y su trabajo poliédrico, sino que destaca además por su singularidad, por exhibir rarezas que otros encubrirían. La artista, que se cambió su apellido a los 15 años (y, oficialmente, a los 20) para parecerse a la protagonista de un relato escrito por una amiga, vive en California, donde creció, pero durante un tiempo vivió en Portland, donde formó parte del movimiento punk Riot Grrrl e incluso apareció en un episodio de la serie cómica de culto Portlandia. Durante ese periodo, en los años noventa, grabó tres discos.
Es amiga de la actriz y cantante Carrie Brownstein, también lo fue de la cineasta Agnès Varda. Ha colaborado con el director de cine Spike Jonze y con el músico David Byrne. Y ha forjado tanto una legión de seguidores como de haters. Los detractores de Miranda July se muestran irritados por lo que creen que es una impostura constante; desde sus coreografías de danza contemporánea en Instagram con ropa interior, hasta las videollamadas con la joven actriz Margaret Qualley (la hija de Andie MacDowell), de la que dice estar completamente enamorada, el sinsentido de algunas de sus performances, sus declaraciones extravagantes o la rebuscada anormalidad de los protagonistas de las historias que narra.
Todo les parece artificio, un esfuerzo constante por intentar ser extravagante, pero lo cierto es que su estilo excéntrico ha sido parte de su carrera durante al menos 30 años. Un ejemplo de ello es su colaboración con el profesor y artista estadounidense Harrell Fletcher, quien recuerda cómo, en 1993, July, con 19 años, dejaba notas críticas bajo la puerta de su galería de arte. Años después, entre 2002 y 2009, crearon juntos el proyecto Learning to Love You More (Aprendiendo a amarte más), invitando a personas de todo el mundo a realizar ejercicios artísticos como escribir notas de prensa sobre hechos cotidianos y compartir sus resultados en un sitio web. “Miranda es una persona única; trabajar con ella fue siempre estimulante”, recuerda Fletcher. “Siempre he admirado su capacidad para convertir la vida cotidiana en una experiencia intrigante y su iniciativa para crear, especialmente cuando las formas existentes son demasiado limitantes para sus deseos expansivos e idiosincráticos. Tiene una audiencia dispuesta a seguirla a donde ella quiera ir, se mantiene perpetuamente relevante”.
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Lo cuenta en su segunda novela, All Fours (a cuatro patas), que acaba de publicarse en EE UU y que podrá leerse en español el año que viene. Con esta publicación aumenta un legado cuyo núcleo más sólido consta de tres películas, dos libros de relatos y dos novelas, además de numerosos cortometrajes y performances.
Y es que lo que caracteriza a July es una voz muy singular y su genialidad, que se manifiesta en distintas disciplinas brillando en todas, lo que la convierte en una rara avis. La multidisciplinariedad es su estandarte y una de las ideas más inspiradoras para sus fans. Evitar el encasillamiento es, en sí mismo, un arte. De esta forma, July se rebela contra la norma social de especializarse en una sola área y demuestra que explorar diferentes campos fortalece y enriquece su obra.
Es algo que corrobora por correo electrónico una de sus amigas íntimas, la escritora canadiense Sheila Heti, que se dio a conocer por su libro Maternidad (2019, Lumen) y es amiga de July desde que la entrevistó hace 11 años y se dio cuenta de que su vida sería mejor si hablaba con ella cada semana. “Miranda es una persona sensible y en constante búsqueda, siempre es interesante hablar con ella. Me da la impresión de que siempre se mueve a donde preferiría estar emocionalmente, creativamente, intelectualmente. Sabe cómo salir de un estancamiento mejor que cualquier otra persona que haya conocido”.
Miranda July tuvo un deslumbrante debut cinematográfico con Tú, yo y todos los demás (2005), una película que escribió y dirigió a los 31 años y en la que también actuaba. Se llevó el Premio Caméra d’Or a la mejor ópera prima en el Festival de Cannes y el Premio Especial del Jurado en el Festival de Sundance, volviéndose una cinta de culto.
Le siguió El futuro (2011), que fue nominada a un Oso de Oro en el Festival Internacional de Cine de Berlín, y Kajillionaire (2020), una cinta que se estrenó en el Festival de Sundance, producida por Brad Pitt, y que, como en sus otros largometrajes, abordaba con humor negro temas existenciales como la soledad y el desencanto de las relaciones humanas.
Muchos creadores cinematográficos darían por satisfecha su vida profesional tras obtener un éxito similar con solo tres piezas, pero el interés de Miranda July trasciende a diferentes dominios y su creatividad ha continuado diversificándose. Y es que July es hija de una pareja de escritores y profesores de universidad, Lindy Hough y Richard Grossinger, fundadores de la editorial North Atlantic Books, centrada en justicia social, salud y espiritualidad. Y como tal, su vida ha estado muy influida por la literatura.
Empezó a escribir relatos antes que a hacer cine y su particular estilo, marcado por la frescura y la originalidad, ha sido reconocido con publicaciones en las revistas literarias más prestigiosas del mundo, como The New Yorker o The Paris Review. No solo se convirtió en una renombrada cuentista, sino que su primera novela, El primer hombre malo (2015), que publicó cuando tenía 41 años, fue un éxito fulminante y se colocó en la lista de los libros más vendidos en The New York Times.
Heti confiesa que pasó más de un año esperando ansiosamente leer el primer borrador de All Fours, consciente de que se trataba del libro “más íntimo y complejo” de July, y que abordaba temas de conversación frecuentes entre su grupo de amigos: relaciones de pareja, deseos ocultos y los entresijos asociados al final de la década de los cuarenta. Un libro que The New York Times ha calificado como “la primera gran novela sobre la perimenopausia” y que, a pesar de las similitudes con su vida personal, July sigue describiendo como una obra de ficción. La novela ha resonado entre su público: por ejemplo, en la biblioteca pública de Greenpoint (Brooklyn, Nueva York) hay una lista de espera de más de 1.000 personas deseando leerlo.
Y hasta el 14 de octubre, la Fondazione Prada, en Milán, presenta la primera exposición individual de Miranda July: Miranda July: New Society. Comisariada por Mia Locks, la muestra destaca el cuestionamiento de las jerarquías y de las dinámicas de poder normativas en la obra de July. Entre las piezas expuestas se encuentra F.A.M.I.L.Y. (Falling Apart Meanwhile I Love You / desmoronándome mientras te amo), una instalación de vídeo multicanal en la que la artista contó con la participación de siete personas que conoció a través de una convocatoria que lanzó en Instagram, en un ejemplo del interés de July en dar voz a desconocidos.
Miranda July no solo exhuma las virtudes de su carácter polifacético y su trabajo poliédrico, sino que destaca además por su singularidad, por exhibir rarezas que otros encubrirían. La artista, que se cambió su apellido a los 15 años (y, oficialmente, a los 20) para parecerse a la protagonista de un relato escrito por una amiga, vive en California, donde creció, pero durante un tiempo vivió en Portland, donde formó parte del movimiento punk Riot Grrrl e incluso apareció en un episodio de la serie cómica de culto Portlandia. Durante ese periodo, en los años noventa, grabó tres discos.
Es amiga de la actriz y cantante Carrie Brownstein, también lo fue de la cineasta Agnès Varda. Ha colaborado con el director de cine Spike Jonze y con el músico David Byrne. Y ha forjado tanto una legión de seguidores como de haters. Los detractores de Miranda July se muestran irritados por lo que creen que es una impostura constante; desde sus coreografías de danza contemporánea en Instagram con ropa interior, hasta las videollamadas con la joven actriz Margaret Qualley (la hija de Andie MacDowell), de la que dice estar completamente enamorada, el sinsentido de algunas de sus performances, sus declaraciones extravagantes o la rebuscada anormalidad de los protagonistas de las historias que narra.
Todo les parece artificio, un esfuerzo constante por intentar ser extravagante, pero lo cierto es que su estilo excéntrico ha sido parte de su carrera durante al menos 30 años. Un ejemplo de ello es su colaboración con el profesor y artista estadounidense Harrell Fletcher, quien recuerda cómo, en 1993, July, con 19 años, dejaba notas críticas bajo la puerta de su galería de arte. Años después, entre 2002 y 2009, crearon juntos el proyecto Learning to Love You More (Aprendiendo a amarte más), invitando a personas de todo el mundo a realizar ejercicios artísticos como escribir notas de prensa sobre hechos cotidianos y compartir sus resultados en un sitio web. “Miranda es una persona única; trabajar con ella fue siempre estimulante”, recuerda Fletcher. “Siempre he admirado su capacidad para convertir la vida cotidiana en una experiencia intrigante y su iniciativa para crear, especialmente cuando las formas existentes son demasiado limitantes para sus deseos expansivos e idiosincráticos. Tiene una audiencia dispuesta a seguirla a donde ella quiera ir, se mantiene perpetuamente relevante”.
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