Miquel Barceló: «No he dejado de admirar a Picasso, ¿y qué hago?»

nelda86

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Le gusta cómo huele la mezcla de agua de mar, calamar podrido y gasóleo, hacer listas, heredó una cabeza de rinoceronte, suele pintar lo que mata o come... En 'Mentes criminales' aparecen asesinos en serie menos raros , le decimos. «De niño tenía una barca destartalada que olía así y por eso me gusta tanto. Me lleva a mi infancia», explica Miquel Barceló . Es su versión, un tanto 'sui generis', de la magdalena de Proust. No cree que sea un tipo raro, aunque su hermano alguna vez lo pensara. El artista mallorquín publica 'De la vida mía' (Galaxia Gutenberg) , un encargo de hace más de 20 años. «Entonces no me apetecía nada contar mi vida. La editora insistía y una vez que fui a Japón durante unos meses para trabajar en unas cerámicas me llevé fotos en mi móvil de mi familia, de mi infancia, de mis cuadernos. Las ordené en bloques y por las noches empecé a escribir. Seguí haciéndolo en París, en Mallorca... Escribí en francés directamente, porque me da una especie de impunidad absoluta. Si escribo en catalán o en castellano, enseguida me doy cuenta de que es una mierda . En francés me doy cuenta también, pero me lo perdono . Seguramente, soy buen lector y mal escritor . Lo suficientemente buen lector para saber que es una forma muy bastarda de literatura, pero me gusta. Tiene más que ver con la fotonovela». Noticias Relacionadas estandar Si Ai Weiwei: «No son tiempos fáciles para el arte» Natividad Pulido estandar No Lita Cabellut: «Goya me enseñó a mirar a los fantasmas a la cara» Natividad PulidoEn el fondo, este libro es un autorretrato que, confiesa, le ha llevado más tiempo corregir que escribir: «Se parece a un cuadro, tiene muchas capas de vida, de correcciones. Está hecho por toques, por gestos, a veces muy brutales y a veces muy pequeñitos. También tiene ejercicios de memoria. Es igual que pintar». Quiso hacer un retrato escrito de sus padres . A su madre, que acababa de morir, le unía un hilo invisible muy especial. Con su padre tenía «una pésima relación», pero al final de su vida lograron acercarse. Hoy planta árboles, como hacía él. Habla en el libro de sus animales («asnos, cerdos, vacas, con los que vivo y veo todos los días, y los quince perros que he tenido»); de los poetas («como tienen pocos publicistas y venden pocos libros, está bien aprovechar la ocasión»)... Aparece algún famoso que otro, como sus amigos Camarón de la Isla y Curro Romero ; también, los libros («vivo en una cueva de libros, no he conseguido apuntarme al iPad ni el libro digital, no ha funcionado») y sus talleres. «Están hechos como este libro, con muchas capas de vida. Son como cuevas. Todo acaba pareciendo una cueva». Los suyos, sin llegar al síndrome de Diógenes de Francis Bacon , bastarían para que a Marie Kondo le diera un síncope si pusiera un pie en ellos. «Nadar, pintar y leer es un buen resumen de un buen día»Y, claro, habla de Áfric a , que le deslumbró, le atrapó y echa mucho de menos. «Es muy importante en mi vida. Allí escribía más que en otros lugares. Sólo escribo a partir de 50 grados de temperatura, dentro de poco empezaré a escribir en Europa. Cuando sube la temperatura por encima de 40 grados, no puedes pintar. Solía escribir cuando hacía mucho calor o cuando estaba enfermo. Mis cuadernos empezaban con diarrea, vómitos, fiebre». Ha habido momentos complicados: le picó un escorpión en el ojo, cogió el cólera... En 'De la vida mía', comenta Barceló, «hay una parte muy submarina». Al igual que Juan Marsé en sus diarios, cree que « nadar, pintar y leer es un buen resumen de un buen día ». El mallorquín dice que pasa 350 días al año en remojo . Le gusta zambullirse en el mar embadurnado de pintura y sentir cómo ésta se despega de su piel. Un pecado confesable para un pionero ecologista como él, preocupado en estos temas ya en los años 70: «El problema no ha hecho más que empeorar. Se mueren los árboles, los peces; es una hecatombe». «Pintar es equivocarse. Nadie pinta nunca lo que quiere, pinta lo que puede» En el libro hace confesiones como estas: «Me he equivocado cada día con mi pintura», «en mi taller no hago sino porquerías», «sigo haciendo las mismas cosas que a los 10 años, a esa edad ya había hecho casi todo»... ¿Es un frustrado empedernido o fue un niño prodigio? «Probablemente, las dos cosas a la vez. Pintar es equivocarse . Nadie pinta nunca lo que quiere, pinta lo que puede. Y se trata de ir aceptando lo que sale. Es como un malabarista. Si te paras, se cae todo». Fetichista de visitar talleres de artistas, peregrinó religiosamente por todos los de Picasso . «No he dejado de admirar a Picasso. Sigue ahí. Me reconozco más fácilmente en Picasso que en otros artistas». Una confesión que no es políticamente correcta, le recordamos. «Lo sé, ¿y qué hago? Es un hecho. Hay gente a la que admiro que es políticamente incorrecta». ¿Usted lo es, no? «Sí. Leemos a Céline, que era un cerdo . La lista sería larga, no hace falta invocar a todas las malas bestias que admiramos ». ¿Hay que cancelarlos por ello? «Desde luego que no. Al contrario, hay que abrir las ventanas». Barceló se basará en el Antiguo Testamento (Noé, Moisés) en sus tres tapices para Notre DameTiene casa en París muy cerca de Notre Dame . Estaba allí cuando se incendió la catedral. «Fue terrorífico», recuerda Barceló. Va a crear tres tapices para unas capillas , que hará la manufactura real de los Gobelinos. Se tejerán en seda y algún material sintético moderno. Les llevará dos o tres años. Ya ha acabado uno de los cartones. Serán verticales: de seis por dos o tres metros. En cuanto a la temática, se basará en el Antiguo Testamento: Noé, Moisés... «Me gustan los tapices porque son arte público». Para su realización, reconoce el artista, ha habido restricciones por parte del arzobispado: la temática, las condiciones técnicas, el tiempo de realización... «Pero esto no depende de mí. Es un proceso muy laborioso». Barceló, bajo su cúpula en la sede de la ONU en Ginebra Afp« Me hice famoso demasiado joven », dice Barceló. Concretamente, a los 27 años. Una edad a la que resulta difícil gestionar la fama. «Resultó algo muy perturbador al principio. Por eso me fui a Mali , para que no me perturbara tanto. Necesitaba todo mi tiempo para la pintura». En el libro, hay alusiones a algunos de sus proyectos más ambiciosos (y también polémicos), como su intervención en una c apilla de la catedral de Palma de Mallorca o la cúpula de la sala de los derechos humanos de la sede de la ONU en Ginebra . «A veces surgen polémicas, pero siempre por razones que no acabo de entender. Hubo mucha polémica con mi proyecto en la catedral de Palma, pero era artificial. Ahí sigue. Mi fresco no era provocativo, sino inesperado». En 'De la vida mía' hay divertidas anécdotas , como cuando Patti Smith recitó en Nueva York las listas de sus 'Cuadernos de África', pensando que eran poemas. Ayer por la tarde, se presentaba el libro en la sala 12 del Prado, donde cuelgan 'Las Meninas' . En su día, hubo un proyecto para que Miquel Barceló expusiera en el Prado con Miguel Zugaza como director del museo. Finalmente, no hubo una muestra, sino una intervención, 'Paso doble', en el Casón del Buen Retiro. «No sabía que la presentación es en la sala de 'Las Meninas'. Les diré que me pongan una cama y ya me quedo allí», bromea. ¿Algún proyecto a la vista en el Prado? «No, ninguno. En el Louvre sí tengo proyectos, pero ya he hecho varios».

 

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