Sharon_Johns
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Empieza ya a ser verdaderamente preocupante la proliferación de ciertos proyectos expositivos que bajo la pretensión de mostrar la obra de determinados artistas del pasado o del presente –todos ellos, con mayor o menor gancho mediático– lo único que hacen es presentar productos –eso sí, bastante atractivos visualmente para un consumo de masas– con una persistente ausencia de rigor histórico y curatorial, y que acaban siendo poco menos que exaltaciones de una (pseudo)cultura del espectáculo. No quiero ni imaginar lo que pensaría el pobre Guy Debord si levantara su situacionista cabeza... Casi todos estos productos caen fácilmente dentro de la infame etiqueta de 'exposiciones inmersivas', que en realidad solo están concebidas, cada vez con mayor frecuencia, a la mayor gloria de las empresas que las organizan y al menor prestigio de las instituciones que las albergan.Noticias relacionadas reportaje Si Max Ernst, el Da Vinci del surrealismo Natividad Pulido estandar Si CRÍTICA DE: 'Sueño máquina de pájaro', en el MACBA: A la segunda, la vencida de Teresa Solar Abboud Isabel LázaroEstas reflexiones -que ya hace bastante tiempo me asaltan- surgen en relación a la propuesta expositiva que presenta el Círculo de Bellas Artes sobre uno de los artistas más importantes y seminales de todo el siglo XX como es el caso de Max Ernst (Brühl, Alemania, 1891-París, 1976), bajo el título de 'Max Ernst. Surrealismo, Arte y Cine'. La muestra arranca así con una premisa aparentemente interesante que es la de dar luz a una faceta poco conocida del artista alemán como fue la que tuvo en su relación con el cine. Es bien sabido que el calificado como 'Séptimo Arte' vivió un interesante y fértil idilio con algunos de los movimientos de vanguardia, entre ellos con el propio Surrealismo. Bastará recordar hitos tan significativos como las dos películas realizadas por Luis Buñuel en la década de los años veinte, 'El perro andaluz' y 'La edad de oro', ambas piezas claves del cine surrealista y en las que colaboraron algunos de sus compañeros de movimiento, entre ellos el propio Ernst, que lo hizo en el segundo filme surrealista del genial director aragonés.Obras y póstersSe nos dice que este proyecto expositivo ofrece una mirada panorámica a la vida y a la obra del artista surrealista, a través de casi 400 piezas, fruto de diferentes lenguajes expresivos como la pintura, el dibujo, los 'collages', la fotografía, el grabado, los libros ilustrados, el cine y la escultura. No son sin duda a priori pocos alicientes para crear una lógica expectación a la hora de visitarlo. La muestra se articula en seis apartados que tratan de dar cumplida cuenta de su polifacética trayectoria, cimentada fundamentalmente en su importantísima aportación al movimiento Dadá y al Surrealismo. Pero he aquí que lo que grandilocuentemente se nos promete, es decir, disfrutar de destacadas y nucleares obras de este artista, cuadros referenciales, trabajos fundamentales, no es en la gran mayoría de los casos lo que acabamos contemplando. Sí es cierto que pueden verse algunas piezas notables, pocas, algunas pinturas y 'frottages' de las décadas de los 20 y los 30, pero lo cierto es que en un altísimo porcentaje se trata de obras muy posteriores a lo que fue realmente su período más influyente, la época dadaísta y, consiguientemente, después la surrealista.Luces y sombras. De arriba abajo, aparición de Ernst como actor en 'La edad de Oro' de Buñuel; 'En las antípodas del paisaje', de 1936; y cartel de 'Un perro andaluz' ABCPero eso no es lo más grave. Lo peor, en mi opinión, es la presencia de reproducciones impresas fotográficamente de algunas de sus obras importantes. ¡Tal como suena! Para eso, una solución mejor y más barata hubiera sido la de exponer carteles y pósters... También se nos muestran de una manera muy prolija y, a mi juicio, museográficamente demasiado abigarrada, con un cargado y excesivo horror vacui expositivo, mucho material documental, sobre todo libros, catálogos, vídeos, publicaciones, objetos varios y fotos, muchas, muchas fotos, que si bien contribuyen a darnos información, también acaban por marearnos. Pero eso sí, todo bien salpimentado con paredes de muchos colores, multitud de textos en vinilos y un buen número de recovecos y paneles ciertamente laberínticos. Esto suele gustar mucho a una gran mayoría de visitantes... Visto lo visto, el único interés que me despierta este proyecto expositivo es conocer algo, solo algo, de la relación de Max Ernst con el cine. Un vínculo que le permitió jugar ciertos roles dentro de la práctica cinematográfica. Max Ernst 'Surrealismo, arte y cine'. Círculo de Bellas Artes. Madrid. C/ Alcalá, 42. Comisarios: Martina Mazzotta y Jürgen Pech. Hasta el 4 de mayo de 2025. Dos estrellasEn este sentido, como ya hemos dicho, participará como actor en 'La Edad de Oro', también diseña algunos trofeos, aquí expuestos pero que obviamente no pueden equipararse, ni por calidad ni por cronología, a su obra como escultor, y será asimismo inspirador de alguna película experimental como 'Los sueños que el dinero puede comprar' y '8 x 8: Una sonata de ajedrez en 8 movimientos', de Hans Richter, y algunos cortometrajes de Jean Desvilles, Peter Schamoni o Julien Levy, cuyos fragmentos también pueden verse aquí. Aspectos sin duda interesantes pero que, en mi opinión, quedan opacados por el excesivo 'totum revolotum' que rodea al visitante. Max Ernst se merecía más. Mucho más.
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