raquel61
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La cosa es que somos un país en caída libre. En lo moral, me refiero. Jalear a delincuentes probados, juzgados y condenados, es asunto preocupante porque denota que los tuyos están por encima de la ley, por ese sentido mafioso de pertenencia a una 'famiglia'. Así, el mangarrufa se sabe protegido por su Don, al que reconoce el poder de retorcer la ley, cosa que ya le ha demostrado, hasta el punto de tener magistrados y fiscales de parte con una insostenible coartada ideológica. Magistrados por ejemplo cuyo premio es la púrpura de la toga constitucional . Los delincuentes, guante blanco y dignidad de afectación hiperbólica, disfrutan de la indulgencia por los crímenes cometidos y la creencia, empírica, de la impunidad por los venideros. A cambio, besan el anillo del padrino que logra para sí una fidelidad casi divina, con momentos de servilismo quedo y, otros, de exhibicionismo esperpéntico como de plañideras ante la tumba del patriarca.Somos un país peor justo por eso, porque el facineroso deja de serlo cuando es uno de los nuestros. Y, a los nuestros, se les perdona todo ¿no?. EREs , rebeliones, borrados, bulos, currículo inflado, 'softwares' afanados, bulos amplificados, documentos filtrados … Todo.Puedo entender que, entre bribones, se compadezcan y traben sus alianzas, ese «no nos hagamos daño» que, unos y otros, de todos sabemos cosas. Pero la ponzoña se extiende como la metástasis en un cuerpo tumefacto, hasta hacer cómplice a todos los que jalean, justifican o, simplemente, callan ante el derrumbe moral que bombea desde La Moncloa, nuestro lago Tahoe patrio.Escribí hace unas semanas que Sánchez era al menos corrupto por omisión, sin certeza judicial de que lo sea por acción. La segunda, dije entonces, corresponde a los jueces, y sólo a ellos, dictaminarla, aunque eso suponga arriesgarse a que, una vez condenado, sus delitos sean enjuagados por una patulea de puñetas que anteponen su servilismo ideológico al deber obediencia a la diosa Themis.Por eso, lo más desasosegante, por lo que nos acerca al precipicio, es ese pogo que chapotea en el albañal celebrando los «cambios de opinión» del 'capo di tutti capi', esa masa que justifica el saqueo de las arcas públicas, la dedocracia por encima de la meritocracia, el enchufismo familiar, la purga, los señalamientos, las vergonzantes cesiones, que se escudan en que vienen los otros, para justificar aquello que jamás debería tener justificación y, mucho menos, merecer indulgencia.Esa caterva es a la que temo. Por sectaria, ideologizada, trincherista e inquisitorial, presta siempre a recordar las vergonzantes chorizadas perpetradas por los charranes. Como si esas pudieran tapar las propias, justo las que deberían indignarlos más por ser uno de los suyos quien las perpetra. Nada de eso, cerrada ovación y pa'lante.
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