fred78
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Son 47 páginas de un papel satinado de buena calidad y estimable grosor, a todo color y encuadernado, en las que, sin embargo, no hay datos informativos. “El proyecto del Bosque Metropolitano tiene por objetivo principal la mejora de la salud y el bienestar de la ciudadanía creando nuevas zonas verdes que permitirán conectar las ya existentes, conformando un anillo de 75 kilómetros que impulse la mitigación y la adaptación al cambio climático de la ciudad de Madrid”, se puede leer en la presentación del cómic Bosque Metropolitano. En busca del tesoro de Madrid, que el Ayuntamiento de Madrid ha repartido a los niños que se han acercado a su caseta de la Feria del Libro y que se puede descargar gratuitamente, en formato PDF y comprar por dos euros. Tras este arranque declarativo, a los niños que lean el facsímil, creado por Bruno Lanzarote Pérez, les quedará claro que la ciudad será un vergel, pero no cuándo, ni en qué punto se encuentra el proyecto, ni cuánto costará. “Este tebeo es pura propaganda”, critica el jardinero Luciano Labajos, uno de los fundadores de Ecologistas en Acción.
El cómic trata de un grupo de niños y adolescentes que se conoce por casualidad en El Retiro, cuando uno de ellos escucha a una joven decir que hay un tesoro escondido en un bosque que, hoy por hoy, no existe, como reconoce el propio texto ―”no digo que no haya un tesoro, pero lo que no veo por ningún sitio es un bosque”, lanza uno de los niños, a los que la historiadora que los acompaña en sus aventuras replica que es “un proyecto de futuro”―. Acompañados por una adulta, los niños persiguen a la joven por los futuros entornos verdes que unirán, entre otros espacios, el Parque Regional del Sureste, la Casa de Campo, el Pinar de San José y la Casa de Campo, en una Volkswagen Kombi, la de los hippies y Scooby-Doo. También cogen el autobús, el metro y hasta el teleférico.
Aprovechando la trama, los distintos personajes presentan y reiteran las bondades del proyecto sin aportar datos objetivos de presupuesto o ejecución y, en cuanto a los plazos, solo se menciona que “se va a desarrollar en un periodo de 12 años y todavía lleva poco tiempo”. Finalmente, el tesoro resulta ser no uno, sino los “cientos de tesoros” que hay en el bosque, incluidos “los madrileños y madrileñas de nacimiento o adopción que trabajan por un Madrid más humano, más verde y más sostenible”.
Para Ecologistas, este cómic es, “llanamente, propaganda” y en sus páginas “se describen algunos problemas, que son las cosas que el Ayuntamiento no hace”, explica Labajos. En cambio, el Consistorio lo define como “un instrumento de difusión del proyecto Bosque Metropolitano” dirigido a niños de segundo ciclo de Infantil a Bachillerato, es decir, de un amplio espectro que va de los 3 a los 18 años. “Su primera edición se llevó a cabo a finales de 2022, con un total de 30.000 ejemplares y un coste de impresión de 17.200,03 euros. En marzo de 2023 se hizo la primera distribución de 26.000 ejemplares a 520 centros educativos de Infantil y Primaria. Posteriormente, a finales de 2023, se ha llevado a cabo una segunda edición de 10.000 ejemplares (9.256,50 euros), que se está distribuyendo en la actualidad”, detalla una portavoz del área de Medio Ambiente, Movilidad y Urbanismo, para agregar que en la Feria del libro se han distribuido 800 ejemplares, 650 en el Salón del Cómic Pop-Up de Madrid de noviembre de 2023, y 1.500 en el Fanzimad de marzo de 2024, entre otros repartos.
Pero, ¿qué hay de tangible en todo esto? “Llevamos oyendo hablar de este proyecto desde la anterior legislatura, sobre todo en los últimos dos años”, recuerda Labajos. Impulsado por el Área de Desarrollo Urbano que entonces ostentaba Mariano Fuentes (Ciudadanos), el alcalde, José Luis Martínez Almeida, lo presentó en septiembre de 2019 como un plan dentro de la Estrategia Madrid 360 de Sostenibilidad Ambiental que costaría 77 millones de euros a las arcas municipales, 20 de ellos hasta 2023, y que consistía en plantar 100.000 árboles para crear una corona forestal de 600 hectáreas que circunvalara la ciudad. En marzo de 2021 se anunciaron los proyectos ganadores del concurso internacional de ideas convocado al efecto. En realidad, esta idea que ya se desarrolla en ciudades como Vitoria, Sevilla y Córdoba, es muy antigua y en Madrid ya se puso en práctica a principios del siglo XX, como atestiguan la Dehesa de la Villa, el Pinar de Chamartín, el de San José, el de La Elipa...
Si el Consistorio ha sido prolijo y detallado en su respuesta acerca del cómic, sorprende la ausencia de respuesta a las preguntas sobre el proyecto en sí. De hecho, de cuatro cuestiones solo ha respondido a una, el número de plantaciones. “El Ayuntamiento ha ejecutado varias actuaciones que, hasta la fecha, representan 33.210 árboles plantados de un total de 67.209 ―32.791 menos de los anunciados en un principio― y 146.901 arbustos de un total de 241.928″, detalla, junto a una extensa declaración de intenciones sobre los objetivos y beneficios del bosque vacía de datos. A la pregunta de cuántos de estos árboles han arraigado y sobrevivido, silencio. A la pregunta de cuál es el presupuesto total y cuánto se lleva gastado, silencio, y a la pregunta de quién se encarga de su mantenimiento y riego y cuánto dinero se destina a ello, silencio.
Para Labajos, que critica la elección de la palabra bosque, porque “un bosque es otra cosa”, la razón de estos silencios es que “se trata de un gran proyecto propagandístico de mercadotecnia verde”. Aunque reconoce que a priori parece un “buen plan, bien redactado, con estudios previos interesantes y buenas ideas”, su principal crítica es que está teniendo “pocos resultados”, como se temía el grupo ecologista, que presentó alegaciones en su día ante su falta de concreción y presupuesto. “El problema es que hay que desarrollarlo y dotarlo, no puedes vender humo. Los proyectos hay que tenerlos más amarrados, si no son un brindis al sol, no tienen ningún futuro”, censura.
En su balance, Ecologistas explica que “se han hecho unas poquitas plantaciones, no muchas, que no se han regado ni cuidado, por lo que muchos ejemplares se han perdido”. Según este jardinero, el bosque “no está dentro del servicio de mantenimiento de parques y jardines” y, que ellos sepan, no consta que tenga ninguno. “Estamos llegando un momento en el que la realidad virtual quiere sustituir a la realidad real”, lamenta Labajos, que recuerda que “de momento no se puede llevar una manguera, tirar una línea de agua y hacer un alcorque, todo lo que se ha obviado, desde el despacho y desde el PowerPoint”.
Además, Labajos se opone a puntos concretos del bosque, como que contempla “arrasar con la vegetación herbácea y arbustiva propia y muy interesante del cerro Almodóvar”, y también le ve otro gran obstáculo recurrente: que gran parte de la planificación se ha hecho en suelo no municipal. “Parte es suelo privado donde están previstos desarrollos urbanísticos, como en las lagunas de Ambroz, por lo que no tiene sentido plantar nada ahí hasta que no se hagan, y parte es suelo de otras administraciones, por ejemplo la zona de Retamares y Campamento, que pertenece a Defensa”.
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El cómic trata de un grupo de niños y adolescentes que se conoce por casualidad en El Retiro, cuando uno de ellos escucha a una joven decir que hay un tesoro escondido en un bosque que, hoy por hoy, no existe, como reconoce el propio texto ―”no digo que no haya un tesoro, pero lo que no veo por ningún sitio es un bosque”, lanza uno de los niños, a los que la historiadora que los acompaña en sus aventuras replica que es “un proyecto de futuro”―. Acompañados por una adulta, los niños persiguen a la joven por los futuros entornos verdes que unirán, entre otros espacios, el Parque Regional del Sureste, la Casa de Campo, el Pinar de San José y la Casa de Campo, en una Volkswagen Kombi, la de los hippies y Scooby-Doo. También cogen el autobús, el metro y hasta el teleférico.
Aprovechando la trama, los distintos personajes presentan y reiteran las bondades del proyecto sin aportar datos objetivos de presupuesto o ejecución y, en cuanto a los plazos, solo se menciona que “se va a desarrollar en un periodo de 12 años y todavía lleva poco tiempo”. Finalmente, el tesoro resulta ser no uno, sino los “cientos de tesoros” que hay en el bosque, incluidos “los madrileños y madrileñas de nacimiento o adopción que trabajan por un Madrid más humano, más verde y más sostenible”.
Para Ecologistas, este cómic es, “llanamente, propaganda” y en sus páginas “se describen algunos problemas, que son las cosas que el Ayuntamiento no hace”, explica Labajos. En cambio, el Consistorio lo define como “un instrumento de difusión del proyecto Bosque Metropolitano” dirigido a niños de segundo ciclo de Infantil a Bachillerato, es decir, de un amplio espectro que va de los 3 a los 18 años. “Su primera edición se llevó a cabo a finales de 2022, con un total de 30.000 ejemplares y un coste de impresión de 17.200,03 euros. En marzo de 2023 se hizo la primera distribución de 26.000 ejemplares a 520 centros educativos de Infantil y Primaria. Posteriormente, a finales de 2023, se ha llevado a cabo una segunda edición de 10.000 ejemplares (9.256,50 euros), que se está distribuyendo en la actualidad”, detalla una portavoz del área de Medio Ambiente, Movilidad y Urbanismo, para agregar que en la Feria del libro se han distribuido 800 ejemplares, 650 en el Salón del Cómic Pop-Up de Madrid de noviembre de 2023, y 1.500 en el Fanzimad de marzo de 2024, entre otros repartos.
Pero, ¿qué hay de tangible en todo esto? “Llevamos oyendo hablar de este proyecto desde la anterior legislatura, sobre todo en los últimos dos años”, recuerda Labajos. Impulsado por el Área de Desarrollo Urbano que entonces ostentaba Mariano Fuentes (Ciudadanos), el alcalde, José Luis Martínez Almeida, lo presentó en septiembre de 2019 como un plan dentro de la Estrategia Madrid 360 de Sostenibilidad Ambiental que costaría 77 millones de euros a las arcas municipales, 20 de ellos hasta 2023, y que consistía en plantar 100.000 árboles para crear una corona forestal de 600 hectáreas que circunvalara la ciudad. En marzo de 2021 se anunciaron los proyectos ganadores del concurso internacional de ideas convocado al efecto. En realidad, esta idea que ya se desarrolla en ciudades como Vitoria, Sevilla y Córdoba, es muy antigua y en Madrid ya se puso en práctica a principios del siglo XX, como atestiguan la Dehesa de la Villa, el Pinar de Chamartín, el de San José, el de La Elipa...
Si el Consistorio ha sido prolijo y detallado en su respuesta acerca del cómic, sorprende la ausencia de respuesta a las preguntas sobre el proyecto en sí. De hecho, de cuatro cuestiones solo ha respondido a una, el número de plantaciones. “El Ayuntamiento ha ejecutado varias actuaciones que, hasta la fecha, representan 33.210 árboles plantados de un total de 67.209 ―32.791 menos de los anunciados en un principio― y 146.901 arbustos de un total de 241.928″, detalla, junto a una extensa declaración de intenciones sobre los objetivos y beneficios del bosque vacía de datos. A la pregunta de cuántos de estos árboles han arraigado y sobrevivido, silencio. A la pregunta de cuál es el presupuesto total y cuánto se lleva gastado, silencio, y a la pregunta de quién se encarga de su mantenimiento y riego y cuánto dinero se destina a ello, silencio.
Para Labajos, que critica la elección de la palabra bosque, porque “un bosque es otra cosa”, la razón de estos silencios es que “se trata de un gran proyecto propagandístico de mercadotecnia verde”. Aunque reconoce que a priori parece un “buen plan, bien redactado, con estudios previos interesantes y buenas ideas”, su principal crítica es que está teniendo “pocos resultados”, como se temía el grupo ecologista, que presentó alegaciones en su día ante su falta de concreción y presupuesto. “El problema es que hay que desarrollarlo y dotarlo, no puedes vender humo. Los proyectos hay que tenerlos más amarrados, si no son un brindis al sol, no tienen ningún futuro”, censura.
En su balance, Ecologistas explica que “se han hecho unas poquitas plantaciones, no muchas, que no se han regado ni cuidado, por lo que muchos ejemplares se han perdido”. Según este jardinero, el bosque “no está dentro del servicio de mantenimiento de parques y jardines” y, que ellos sepan, no consta que tenga ninguno. “Estamos llegando un momento en el que la realidad virtual quiere sustituir a la realidad real”, lamenta Labajos, que recuerda que “de momento no se puede llevar una manguera, tirar una línea de agua y hacer un alcorque, todo lo que se ha obviado, desde el despacho y desde el PowerPoint”.
Además, Labajos se opone a puntos concretos del bosque, como que contempla “arrasar con la vegetación herbácea y arbustiva propia y muy interesante del cerro Almodóvar”, y también le ve otro gran obstáculo recurrente: que gran parte de la planificación se ha hecho en suelo no municipal. “Parte es suelo privado donde están previstos desarrollos urbanísticos, como en las lagunas de Ambroz, por lo que no tiene sentido plantar nada ahí hasta que no se hagan, y parte es suelo de otras administraciones, por ejemplo la zona de Retamares y Campamento, que pertenece a Defensa”.
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Madrid promociona el proyecto del Bosque Metropolitano entre los niños con un cómic de “pura propaganda”
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