Baby_Wehner
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«Ni el Estado ni el mercado pueden salvarnos, aunque en el último tramo del tiempo moderno se hayan presentado como salvadores que pueden cumplir lo que prometen», ha destacado Luis Argüello, presidente de la Conferencia Episcopal, en su análisis «de las causas, las consecuencias y las respuestas» a la catástrofe provocada por la DANA en Valencia, en su discurso de apertura de la Asamblea Plenaria de los obispos, que ha comenzado este lunes en Madrid. Argüello ya había comenzado su discurso elevando una oración, «en nombre de todos», por «el eterno descanso de los fallecidos a causa de las feroces inundaciones vividas en Valencia, Albacete y otros lugares de nuestra tierra, un abrazo a los damnificados con el compromiso de seguir con nuestra ayuda material y espiritual; también un reconocimiento agradecido a quienes protagonizan una 'ola de solidaridad'».Sin embargo, en su análisis de la situación ha señalado que «el asombro dolorido no ha desaparecido de nuestros ojos» para añadir que «la tragedia es inmensa y el desgarro en personas, familias y todo el tejido económico y social no es fácil de recoser, en la pérdida de los fallecidos es humanamente imposible». «Con las lágrimas aún en el corazón, ¿a dónde mirar?, ¿dónde encontrar una tabla de salvación?, ¿quién tiene la culpa?, ¿quién hace justicia a los muertos?»; se ha preguntado.Noticia Relacionada estandar Si Los alcaldes que salvaron a sus pueblos de la tragedia Toni JiménezEn ese contexto ha destacado que ni Estado ni mercado pueden ser la respuesta de salvación. «Reducidos a consumidores y votantes, mercado y Estado nos proponen una salvación, ¡el progreso!, que no basta», ha desarrollado su idea. «Pero, la tragedia ha vuelto a despertar un alma común y fraterna, un deseo de compartir y ayudar , un don que no es comercio y un compromiso que no es voto» ha explicado. «El Estado y el mercado necesitan del don para regenerarse y abandonar toda pretensión mesiánica», ha destacado en esta parte de su discurso.Un discurso de carácter socialAdemás a la referencia explícita a los fallecidos por la DANA, el primer discurso de Argüello como presidente de la Conferencia Episcopal ha tenido un carácter eminentemente social y se ha centrado en cuatro aspectos: «Crecimiento demográfico en su doble dimensión, vegetativo y migratorio, trabajo, vivienda y la situación de la convivencia política». Sobre la primera cuestión, el presidente de los obispos ha destacado que «en España mueren más personas de las nacen»; y ha destacado en ello «un timbre preocupante, la relación entre embarazos, nacimientos y abortos, que desgraciadamente, ha crecido en favor de estos últimos». «El número de hijos abortados representa casi el 40 % del déficit demográfico español», ha recordado.En ese sentido ha señalado que «España es el farolillo rojo en políticas familiares de protección de la familia y promoción de la natalidad». Un fenómeno que tiene como consecuencia que «cada vez hay más personas aisladas, muchas en soledad no deseada y menos familias estables. Las familias son cada vez más pequeñas y muchas ya no tienen hijos. España se encuentra en una auténtica quiebra demográfica», ha enfatizado. Una situación que lleva a que «todo el sistema social, económico y, consecuentemente político, se enfrente a un panorama de crisis global a medio plazo. El 'invierno demográfico' no es algo privativo de España, aunque nuestro país destaca como alumno aventajado de ese Occidente posmoderno». A la situación demográfica, Argüello también ha vinculado el problema de la vivienda. Así, ha denunciado el hecho de cada vez haya más personas que vivan solas, frente a viviendas «supraocupadas en alquileres por habitación o por acoger a personas de varias familias por la problemática actual» y las dificultades para acceder a la vivienda, por el elevado precio de los alquileres y las hipotecas. «Los hogares han crecido en casi dos millones en los últimos 10 años, pero se han ido vaciando, en cada hogar viven 2,49 personas de media»; ha señalado.
Luis Argüello, ante la tragedia de la DANA: «Ni el Estado ni el mercado pueden salvarnos»
El presidente de los obispos señala al don del «alma común y fraterna surgida» estos días, como fórmula para «regenerarse y abandonar toda pretensión mesiánica»
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