Luces de Navidad para hacer futuro

Albina_Gaylord

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Ya es un lugar común de esta época decir que no hay futuro, o que es más fácil ver el fin del mundo que el fin del capitalismo. Sin embargo las personas nos sabemos organizar para hacer juntas trozos de futuro.

La forma de hacer futuro, de confiar en que habrá algo ahí delante, dentro de un mes, es anticiparlo, ponerle fecha, convocar algo. Es la forma de propiciar que habrá algo y que estaremos en ello. Por eso se anticipa tanto la Navidad, por eso las luces se iluminan durante el mes que están apagadas, mientras tienden los cables, las bombillas, los adornos. Las luces se encienden en nuestros corazones.

Maduro, dictador de Venezuela, anunció que adelantaba la Navidad varios meses porque necesitaba algo de la legitimidad que no alcanza en las urnas, necesitaba un poco de futuro. Pero para que esta magia funcione y se haga realidad ha de ser compartida.

Anticiparse, poner fecha, es la forma de estar en el futuro, de confiar en que habrá mundo, que no caerá antes un errante misil hipersónico. Es una forma de hacer ese futuro. Es el pensamiento mágico más elemental, por eso funciona. Necesitamos ese aliciente primitivo. Es como sacar las entradas para un concierto un mes antes. El éxito de los conciertos de esta temporada –que hasta sus promotores dicen que hay demasiados– puede venir de la necesidad de hacer futuro y de estar en él. Las entradas que no se agotan los primeros días son un fracaso. Ese evento no genera bastante expectativa de futuro.

La Navidad se adelanta y el momento de encender la iluminación es una celebración compartida, una fiesta anticipada, ceremonia propiciatoria del futuro, que estará ahí puesto que ya lo hemos celebrado, ya hemos encendido el porvenir. Los alcaldes viven su mejor momento cuando encienden las luces de navidad. Incluso hay ciudades, como Vigo, que apuestan todo a ese adelanto. La competencia por esta ceremonia mágica es enorme. Nadie se resiste a ese gasto, que se entiende como inversión necesaria.

El black friday se anuncia con quince días de antelación, no sólo crea futuro sino que lo hace por todas partes. No se trata de encender unas luces, es la fiesta por excelencia de comprar sin parar, comprar cosas. A partir de esta fecha pasará esto. El black friday, gran feria universal, supone trabajo desde mucho antes, y ya se prolonga a gusto del cliente con toda clase de inventos y propuestas.

Luces, compras, futuro. La expectativa es mucho mejor que los hechos, que están por ver… y nunca se sabe. Los hechos traen sus melancolías, sus decepciones y sus devoluciones. Pero ya lo sabíamos, ya lo hemos descontado, y ese conocimiento es lo que da fuerza a la necesidad de vivirlo antes. La expectativa es formidable, la ilusión se colma sola. En el universo maravilloso de la ilusión de futuro se forja el siguiente hito, otra fecha, Reyes Magos, San Valentín, amor, regalos, nuevos puentes y fiestas… futuro. La función de las anticipaciones compartidas es asegurar su éxito. La ilusión individual no es lo mismo, hay más probabilidades de cansancio, fracaso, desgana, error. En lo común está el éxito. Y si es global, mejor.

La anticipación más potente es la lotería de Navidad. No hay otra explicación para esas colas infinitas que se forman ante las administraciones de lotería en pleno invierno que la celebración compartida del futuro: la creación del futuro. Las colas son el futuro haciéndose sobre la marcha. Se puede comprar la lotería por internet. Pero no es lo mismo. Cuando más difícil es que toque un décimo más ambiente hay en las colas. El premio, a fin de cuentas, es estar juntos, innumerables desconocidos, en esa espera que es productividad pura al 1000%.

Al ver esas filas de gente que espera para comprar la lotería lo inmediato es pensar si es que no tienen nada mejor que hacer: ¡que manera de perder el tiempo! Pues claro que tienen cosas que hacer, todo el mundo está superocupado. Los que más, los recién jubilados (los que más necesitan crear futuro).

Parece que estar en la cola tanto rato es perder el tiempo. Pero es al revés, precisamente estar en la cola perdiendo el tiempo es la única forma de fabricar tiempo, el tiempo futuro está garantizado por esas personas que lo crean con su convencimiento y su presencia. El hilo del tiempo, que nadie sabe qué es y la ciencia dice que no existe, se tensa poniendo fechas ahí delante. Es la única manera de justificar el pasado sin molestar a nadie.

Es posible que a más incertidumbre necesitemos propiciar más trozos de futuro próximo. Europa ha vuelto al ahorro, ha pasado de ser deudora a ser acreedora, hay miedo en el horizonte. Tal vez por eso se vende tanta lotería y las colas son tan largas.

 

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