Jaylin_O'Reilly
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Un viento zonda, terroso y caluroso, proveniente de la Cordillera de los Andes, le avisó a Javier Cantero (Buenos Aires, 31 años) que su padre no lo lograría. Caminaba por el centro de Mendoza, al oeste de Argentina, cuando lo intuyó mientras Marciano Cantero (1960-2022) estaba internado en el hospital después de una cirugía complicada. Era 7 de septiembre de 2022. Horas antes la doctora le había explicado entre lágrimas que Marciano tenía pocas posibilidades de sobrevivir y él supo entonces que tendría que dar un paso al frente si el cantante y bajista de Enanitos Verdes moría. “Lo sentí como el momento en el que tenía que tomar las riendas de todo esto (…) y yo iba a tener que salir a poner el pecho”, cuenta Javier Cantero a EL PAÍS en una entrevista por videollamada desde Argentina.
Marciano falleció un día después, el 8 de septiembre de 2022, a los 62 años, y Javier asumió el papel de vocero. Se encargó de llamar a su madre, Cecilia Hoffmann, a la expareja de su padre en México, Rocío Herrán; a Juan Mendiry, el mánager de los Enanitos, y dio aviso en el grupo de Whatsapp que creó para informar del estado de salud del músico. Después salió de la Clínica de Cuyo, cruzó la calle y entró en una iglesia católica. “En esa época estaba muy metido en la religión”. Regresó y dio un mensaje a los medios que se multiplicó en las redes sociales: “Después de la operación tuvo momentos no tan buenos. Hoy estaba un poco mejor, pero la situación era crítica. La verdad es que no era bueno el panorama. No sé qué hora es ahora, pero [su fallecimiento] pasó al ratitito. No lo tuve mucho pero cada día con él fue un regalo”, y cerraba: “Quiero que lo recuerden, no solo como el compositor, el cantante, el artista que era, también como una persona maravillosa y mi mejor amigo en el mundo. Él siempre decía que Amigos [la canción de Enanitos Verdes] la compuso porque quería que algún día su hijo sea su mejor amigo, y se cumplió”.
Los últimos días de su padre, Horacio Eduardo Cantero Hernández —conocido como Marciano Cantero por el parecido que alguien le encontró con el personaje de la serie de los años sesenta Mi marciano favorito— retratan la vida de un rockero imparable pero tranquilo, solitario y con algunos signos de agotamiento. Después de una gira de 42 conciertos por México y Estados Unidos, con la que Enanitos Verdes celebraban sus cuatro décadas de trayectoria, el músico había vuelto a la soledad de su casa mendocina. “Él siempre lo explicaba como que de gira tenía que estar con 650.000 personas saludando, hablando, abrazando, sacándose fotos, porque él siempre se sacó las fotos en cada show con todas las personas que iban y se quedaba hasta la última persona. Era lógico que llegaba a su casa y quería estar solo, y quería estar tranquilo, y la verdad es que estaba solo en su casa viendo Bob Esponja y History Channel”, narra Javier.
En esa soledad fue que las señales de la enfermedad se hicieron impostergables. Estaba completamente debilitado, había estado comiendo sopa instantánea toda la semana porque no tenía fuerza para cocinarse. El hermano mayor de Marciano, Eduardo Cantero, acudió a su casa para acompañarlo a realizarse unos estudios médicos, sin embargo, lo planeado se convirtió en emergencia cuando notó su mal estado de salud. Lo vio que se caía, que no podía ponerse en pie y le dijo: “Ya mismo te llevo a internar”. En aquel momento era difícil suponer de qué enfermedad se trataba, los síntomas parecían estar “desconectados” entre sí: sentía picazones, le dolía el hombro y tenía molestias en un riñón. “Él era medio boca cerrada en eso porque tenía miedo a los doctores”, dice su hijo.
Ese lunes 29 de agosto de 2022, cuatro días después de su cumpleaños 62, Marciano ingresó en la Clínica de Cuyo, un hospital privado de Mendoza, donde le practicaron una ecografía (una prueba para analizar imágenes de los órganos) y los médicos hallaron un tumor en el riñón. “Un tumor del que no teníamos tanta información en el momento, pero después resultó ser cáncer (…) en el riñón. Parecía que había metástasis. Tenía [cáncer] en el diafragma y en el bazo”, detalla Javier Cantero.
Hubo tiempos de optimismo en el cuarto de hospital. Javier se quedaba con él día y noche. Aunque salía a conseguir sus propios alimentos, su padre le convidaba de los suyos. Eso sí, rezongaba por el sabor de la comida de hospital. Un día, a pesar de su debilidad, se levantó y deambuló por la habitación. Le llamó por teléfono a Cecilia Hoffmann, la madre de Javier. Se reía con ella mientras platicaba. El hijo ocupaba la cama y el músico se sentaba en la silla para las visitas. Se veía lejano un desenlace fatal. “Seguía siendo él, seguíamos siendo amigos, los mejores amigos haciendo de las nuestras”.
Una noche, padre e hijo escucharon un álbum que no conocían de la banda británica XTC. Ambos fanatizados. También vieron un documental del grupo. Se quedaron dormidos oyendo a The Dukes of Stratosphear, un seudónimo que usó XTC en la década de los ochenta. Es posible que los ecos de esta música influyeran en algún punto en las composiciones de Enanitos Verdes. Ambas comparten un halo nostálgico. A la mañana siguiente, Marciano dijo: “¡Guau, qué bueno que estuvo ese disco, qué bueno haberlo compartido!”.
Así como Javier Cantero tuvo una vivencia premonitoria en una caminata por el centro de Mendoza, su padre tuvo un sueño mientras estaba internado. “Creo que [para mi papá] fue como una forma de entender que si se tenía que ir estaba todo bien”. Javier prefiere reservarse los detalles de esta visión onírica, que Marciano le contó a su hermano Eduardo.
Marciano Cantero se convirtió en un clásico. Su voz al cantar, cercana a su tonalidad al hablar, tenía una claridad y un dulzor reconocibles al toque. Generaciones de latinoamericanos tienen en su memoria ese timbre vocal de canciones nostálgicas, de baladas melódicas con una base de batería y bajo que han emanado de un bar, de la radio, de una fiesta o de una noche de bohemia. Es “una de los voces más bonitas del rock en español”, opina Mara V, cantante y entrenadora vocal, en un video de YouTube.
Su voz se mantuvo casi intacta con el paso de los años. No así el sonido de su bajo eléctrico, que sufrió cambios desde hace más de una década a causa de una lesión, una tendinitis (la inflamación de los tejidos que unen los músculos a los huesos), originada por una caída en un escalón que provocó que su axila golpeara con una valija. Por recomendación médica tuvo que dejar de tocar durante un año. “Fue muy duro para él, porque no sabía si iba a seguir de gira o no, no sabía si iba a poder volver a tocar”, explica Javier Cantero.
Cuando por fin pudo retomar el instrumento, su sonido se modificó. “A partir de ahí, muy de a poco pudo volver a empezar a tocar con bajos superlivianos. Tuvo que dejar de usar bajos Fender [los tradicionales], Gibson, el Music Man que usaba en discos en vivo, y encontró un lutier de Texas que se llama Scott [Beckwith], con su marca Birdsong, y los usó muchos años hasta que él se empezó a hacer sus propios bajos y finalmente dio con el Fender [más ligero], con todos los Fender, el color madera que estaba usando estos últimos años, y con el Hofner”.
El hijo de Marciano rememora un concierto de septiembre de 2008 en el teatro ND Ateneo, de Buenos Aires, para describir el sonido que precedió a la lesión. “Todo ese año usó un sonido de bajo muy picante, muy ronco, brillante, jaquero, y comparado con cualquier show post-2018 , con el Fender y con el Hofner, que es un sonido super-Paul McCartney, más apagado, más redondo, que tiene esos graves que se sientan bien en la mezcla… el sonido de la banda tuvo un cambio muy rotundo”.
Unos meses antes de su fallecimiento, Marciano Cantero le dio un regalo a su hijo que a la distancia parece el acto simbólico de entrega de un legado. En enero de 2022, le obsequió uno de los bajos Fender que usaba en las giras y le dijo: “Mirá, si llega el día en el que yo no pueda tocar más el bajo, tomá. Aprendete el show de los Enanitos, por si yo no puedo seguir tocando”.
Javier así lo hizo. Se aprendió las canciones en el bajo, las letras y los coros. Pero él no se considera un enanito verde y, aunque tiene la experiencia con su propio grupo y ha participado en algunos homenajes interpretando las canciones de su padre, asume la estafeta desde otra posición. “Lo que dejó fueron dos discos inéditos, prácticamente listos para lanzar, pero que necesitan los toques finales y bastante regrabación, pero las canciones están compuestas y su voz está grabada y las letras están hechas. Ahora lo veo como él diciéndome: ‘Mirá, te va a tocar a vos, así que preparate y espero que estés a la altura’… y la verdad es que estoy dando lo mejor de mí para que estos dos discos sean como él los quería”.
En un momento de la conversación, Javier Cantero enseña a la cámara la portada de un cedé que en un fondo de papel blanco tiene escrito un título a mano, Marciano 2001. Este material verá la luz próximamente, aunque todavía no hay una fecha oficial de salida. “Estoy trabajando con un equipo que me está ayudando a restaurar el disco de 2001, para llevarlo a la calidad que esperan hoy los fans, para poder sacarlo también en vinilo, en CD, y también con artistas visuales. Estamos todavía en pleno trabajo. Si fuera por mí, ya estaría en la calle, ya estaría en Spotify, ya estaría en disquerías, pero es un proceso lento y créeme que el que más ansioso está soy yo. Me encantaría decir que saldrá este año [2023]”.
Hay un disco más de canciones inéditas. Las composiciones de estos dos álbumes corresponden a una etapa en la que Marciano exploraba, “estaba tratando desesperadamente de pegarle a las paredes del rock y decir ‘quiero salir del estándar’ del que venían de tantos discos, de Big bang, Guerra gaucha, Planetario, que eran como el rock de Enanitos, la fórmula clásica”.
Enanitos Verdes surgió en 1979. Comenzó con presentaciones en pubs de Mendoza y siguió con conciertos en teatros pequeños en la misma provincia y en otras cercanas. La alineación inicial estaba conformada por Marciano Cantero como vocalista y bajista, Felipe Staiti en la guitarra y Daniel Piccolo en la batería. Después de probar suerte en Buenos Aires en 1983 sin mucho éxito, en 1984 participaron en un festival en el que fueron declarados como Grupo Revelación. En ese mismo año grabaron su primer álbum homónimo, Los Enanitos Verdes, con Sergio Embrioni (1960-2011) como músico invitado. El resto es historia.
La canción Aún sigo cantando, del álbum debut, se convirtió en un éxito en la radio de la capital argentina y despegó una trayectoria que hoy sitúa a Enanitos Verdes como una de las bandas de rock más longevas de Latinoamérica, e incluso del mundo, solo detrás de grupos como Scorpions —58 años—, Chicago —56 años—, El Tri de México —55 años—, o los legendarios Rolling Stones, que suman ya 60 años de trayectoria.
Felipe Staiti (Mendoza, 62 años), el guitarrista fundador, ha tomado la batuta para que la banda continúe. Ahora también es el vocalista y ha integrado una nueva alineación junto con el baterista desde 2009, Antonio Jota Morelli (Santa Fe, 62 años). “Creo que la mejor manera de poder luchar contra esa ausencia es con más música. Los Enanitos siempre fuimos en un río, que el río fluye, y nunca es el mismo. A pesar que la forma se ve igual, el agua pasa, y lamentablemente ahora pasó esto, pero los Enanitos estamos asumiendo esa tristeza y poniéndole el pecho a las balas […] El río sigue”, dijo Staiti en enero de este año, en una entrevista realizada por la Municipalidad de Mendoza a propósito de la participación del grupo en la Fiesta de la Vendimia 2023.
Guillermo Guille Vadalá (Buenos Aires, 55 años) ahora es el bajista. El músico es una leyenda del instrumento que ha tocado con figuras como Pat Metheny, Luis Alberto Spinetta (1950-2012) o Fito Páez. La alineación se completa con Damiano, Damián Castroviejo (Buenos Aires, 43 años), y Arita Rockdríguez, Adriana Rodríguez (Mendoza, 45 años), en los coros. El mexicano Bosco Aguilar (Ciudad de México, 36 años) toca los teclados. “Estar ahora en el escenario con ellos, y tocando esas canciones que me influenciaron desde muy joven, es algo alucinante que me hace sentir honrado y agradecido”, dice Aguilar a EL PAÍS por mensaje de Instagram.
Enanitos Verdes se presentarán en Ciudad de México, el 29 de noviembre, y en Monterrey, el 30. En diciembre participarán en el festival Bésame Mucho en Los Ángeles (Estados Unidos), y en marzo de 2024 debutarán en el estadio Luna Park de Buenos Aires, después de una gira que ha incluido España, Italia, Puerto Rico, Colombia y EE UU.
Quizás Marciano Cantero ha vuelto a la Cordillera cercana a su natal Mendoza a través del viento. Y en algún lugar sonará, una y otra vez, la canción homónima que en una estrofa dice: “Y así podrán pasar los años / Y yo tomar mil direcciones / Sé que he dejado un mundo atrás / Siguiendo siempre un ideal / Como un valiente cazador / En las estrellas”.
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Marciano falleció un día después, el 8 de septiembre de 2022, a los 62 años, y Javier asumió el papel de vocero. Se encargó de llamar a su madre, Cecilia Hoffmann, a la expareja de su padre en México, Rocío Herrán; a Juan Mendiry, el mánager de los Enanitos, y dio aviso en el grupo de Whatsapp que creó para informar del estado de salud del músico. Después salió de la Clínica de Cuyo, cruzó la calle y entró en una iglesia católica. “En esa época estaba muy metido en la religión”. Regresó y dio un mensaje a los medios que se multiplicó en las redes sociales: “Después de la operación tuvo momentos no tan buenos. Hoy estaba un poco mejor, pero la situación era crítica. La verdad es que no era bueno el panorama. No sé qué hora es ahora, pero [su fallecimiento] pasó al ratitito. No lo tuve mucho pero cada día con él fue un regalo”, y cerraba: “Quiero que lo recuerden, no solo como el compositor, el cantante, el artista que era, también como una persona maravillosa y mi mejor amigo en el mundo. Él siempre decía que Amigos [la canción de Enanitos Verdes] la compuso porque quería que algún día su hijo sea su mejor amigo, y se cumplió”.
Los últimos días de su padre, Horacio Eduardo Cantero Hernández —conocido como Marciano Cantero por el parecido que alguien le encontró con el personaje de la serie de los años sesenta Mi marciano favorito— retratan la vida de un rockero imparable pero tranquilo, solitario y con algunos signos de agotamiento. Después de una gira de 42 conciertos por México y Estados Unidos, con la que Enanitos Verdes celebraban sus cuatro décadas de trayectoria, el músico había vuelto a la soledad de su casa mendocina. “Él siempre lo explicaba como que de gira tenía que estar con 650.000 personas saludando, hablando, abrazando, sacándose fotos, porque él siempre se sacó las fotos en cada show con todas las personas que iban y se quedaba hasta la última persona. Era lógico que llegaba a su casa y quería estar solo, y quería estar tranquilo, y la verdad es que estaba solo en su casa viendo Bob Esponja y History Channel”, narra Javier.
En esa soledad fue que las señales de la enfermedad se hicieron impostergables. Estaba completamente debilitado, había estado comiendo sopa instantánea toda la semana porque no tenía fuerza para cocinarse. El hermano mayor de Marciano, Eduardo Cantero, acudió a su casa para acompañarlo a realizarse unos estudios médicos, sin embargo, lo planeado se convirtió en emergencia cuando notó su mal estado de salud. Lo vio que se caía, que no podía ponerse en pie y le dijo: “Ya mismo te llevo a internar”. En aquel momento era difícil suponer de qué enfermedad se trataba, los síntomas parecían estar “desconectados” entre sí: sentía picazones, le dolía el hombro y tenía molestias en un riñón. “Él era medio boca cerrada en eso porque tenía miedo a los doctores”, dice su hijo.
Ese lunes 29 de agosto de 2022, cuatro días después de su cumpleaños 62, Marciano ingresó en la Clínica de Cuyo, un hospital privado de Mendoza, donde le practicaron una ecografía (una prueba para analizar imágenes de los órganos) y los médicos hallaron un tumor en el riñón. “Un tumor del que no teníamos tanta información en el momento, pero después resultó ser cáncer (…) en el riñón. Parecía que había metástasis. Tenía [cáncer] en el diafragma y en el bazo”, detalla Javier Cantero.
XTC y risas en la habitación
Hubo tiempos de optimismo en el cuarto de hospital. Javier se quedaba con él día y noche. Aunque salía a conseguir sus propios alimentos, su padre le convidaba de los suyos. Eso sí, rezongaba por el sabor de la comida de hospital. Un día, a pesar de su debilidad, se levantó y deambuló por la habitación. Le llamó por teléfono a Cecilia Hoffmann, la madre de Javier. Se reía con ella mientras platicaba. El hijo ocupaba la cama y el músico se sentaba en la silla para las visitas. Se veía lejano un desenlace fatal. “Seguía siendo él, seguíamos siendo amigos, los mejores amigos haciendo de las nuestras”.
Una noche, padre e hijo escucharon un álbum que no conocían de la banda británica XTC. Ambos fanatizados. También vieron un documental del grupo. Se quedaron dormidos oyendo a The Dukes of Stratosphear, un seudónimo que usó XTC en la década de los ochenta. Es posible que los ecos de esta música influyeran en algún punto en las composiciones de Enanitos Verdes. Ambas comparten un halo nostálgico. A la mañana siguiente, Marciano dijo: “¡Guau, qué bueno que estuvo ese disco, qué bueno haberlo compartido!”.
Así como Javier Cantero tuvo una vivencia premonitoria en una caminata por el centro de Mendoza, su padre tuvo un sueño mientras estaba internado. “Creo que [para mi papá] fue como una forma de entender que si se tenía que ir estaba todo bien”. Javier prefiere reservarse los detalles de esta visión onírica, que Marciano le contó a su hermano Eduardo.
La lesión que cambió un sonido
Marciano Cantero se convirtió en un clásico. Su voz al cantar, cercana a su tonalidad al hablar, tenía una claridad y un dulzor reconocibles al toque. Generaciones de latinoamericanos tienen en su memoria ese timbre vocal de canciones nostálgicas, de baladas melódicas con una base de batería y bajo que han emanado de un bar, de la radio, de una fiesta o de una noche de bohemia. Es “una de los voces más bonitas del rock en español”, opina Mara V, cantante y entrenadora vocal, en un video de YouTube.
Su voz se mantuvo casi intacta con el paso de los años. No así el sonido de su bajo eléctrico, que sufrió cambios desde hace más de una década a causa de una lesión, una tendinitis (la inflamación de los tejidos que unen los músculos a los huesos), originada por una caída en un escalón que provocó que su axila golpeara con una valija. Por recomendación médica tuvo que dejar de tocar durante un año. “Fue muy duro para él, porque no sabía si iba a seguir de gira o no, no sabía si iba a poder volver a tocar”, explica Javier Cantero.
Cuando por fin pudo retomar el instrumento, su sonido se modificó. “A partir de ahí, muy de a poco pudo volver a empezar a tocar con bajos superlivianos. Tuvo que dejar de usar bajos Fender [los tradicionales], Gibson, el Music Man que usaba en discos en vivo, y encontró un lutier de Texas que se llama Scott [Beckwith], con su marca Birdsong, y los usó muchos años hasta que él se empezó a hacer sus propios bajos y finalmente dio con el Fender [más ligero], con todos los Fender, el color madera que estaba usando estos últimos años, y con el Hofner”.
El hijo de Marciano rememora un concierto de septiembre de 2008 en el teatro ND Ateneo, de Buenos Aires, para describir el sonido que precedió a la lesión. “Todo ese año usó un sonido de bajo muy picante, muy ronco, brillante, jaquero, y comparado con cualquier show post-2018 , con el Fender y con el Hofner, que es un sonido super-Paul McCartney, más apagado, más redondo, que tiene esos graves que se sientan bien en la mezcla… el sonido de la banda tuvo un cambio muy rotundo”.
‘Marciano 2001’
Unos meses antes de su fallecimiento, Marciano Cantero le dio un regalo a su hijo que a la distancia parece el acto simbólico de entrega de un legado. En enero de 2022, le obsequió uno de los bajos Fender que usaba en las giras y le dijo: “Mirá, si llega el día en el que yo no pueda tocar más el bajo, tomá. Aprendete el show de los Enanitos, por si yo no puedo seguir tocando”.
Javier así lo hizo. Se aprendió las canciones en el bajo, las letras y los coros. Pero él no se considera un enanito verde y, aunque tiene la experiencia con su propio grupo y ha participado en algunos homenajes interpretando las canciones de su padre, asume la estafeta desde otra posición. “Lo que dejó fueron dos discos inéditos, prácticamente listos para lanzar, pero que necesitan los toques finales y bastante regrabación, pero las canciones están compuestas y su voz está grabada y las letras están hechas. Ahora lo veo como él diciéndome: ‘Mirá, te va a tocar a vos, así que preparate y espero que estés a la altura’… y la verdad es que estoy dando lo mejor de mí para que estos dos discos sean como él los quería”.
En un momento de la conversación, Javier Cantero enseña a la cámara la portada de un cedé que en un fondo de papel blanco tiene escrito un título a mano, Marciano 2001. Este material verá la luz próximamente, aunque todavía no hay una fecha oficial de salida. “Estoy trabajando con un equipo que me está ayudando a restaurar el disco de 2001, para llevarlo a la calidad que esperan hoy los fans, para poder sacarlo también en vinilo, en CD, y también con artistas visuales. Estamos todavía en pleno trabajo. Si fuera por mí, ya estaría en la calle, ya estaría en Spotify, ya estaría en disquerías, pero es un proceso lento y créeme que el que más ansioso está soy yo. Me encantaría decir que saldrá este año [2023]”.
Hay un disco más de canciones inéditas. Las composiciones de estos dos álbumes corresponden a una etapa en la que Marciano exploraba, “estaba tratando desesperadamente de pegarle a las paredes del rock y decir ‘quiero salir del estándar’ del que venían de tantos discos, de Big bang, Guerra gaucha, Planetario, que eran como el rock de Enanitos, la fórmula clásica”.
‘El río sigue’
Enanitos Verdes surgió en 1979. Comenzó con presentaciones en pubs de Mendoza y siguió con conciertos en teatros pequeños en la misma provincia y en otras cercanas. La alineación inicial estaba conformada por Marciano Cantero como vocalista y bajista, Felipe Staiti en la guitarra y Daniel Piccolo en la batería. Después de probar suerte en Buenos Aires en 1983 sin mucho éxito, en 1984 participaron en un festival en el que fueron declarados como Grupo Revelación. En ese mismo año grabaron su primer álbum homónimo, Los Enanitos Verdes, con Sergio Embrioni (1960-2011) como músico invitado. El resto es historia.
La canción Aún sigo cantando, del álbum debut, se convirtió en un éxito en la radio de la capital argentina y despegó una trayectoria que hoy sitúa a Enanitos Verdes como una de las bandas de rock más longevas de Latinoamérica, e incluso del mundo, solo detrás de grupos como Scorpions —58 años—, Chicago —56 años—, El Tri de México —55 años—, o los legendarios Rolling Stones, que suman ya 60 años de trayectoria.
Felipe Staiti (Mendoza, 62 años), el guitarrista fundador, ha tomado la batuta para que la banda continúe. Ahora también es el vocalista y ha integrado una nueva alineación junto con el baterista desde 2009, Antonio Jota Morelli (Santa Fe, 62 años). “Creo que la mejor manera de poder luchar contra esa ausencia es con más música. Los Enanitos siempre fuimos en un río, que el río fluye, y nunca es el mismo. A pesar que la forma se ve igual, el agua pasa, y lamentablemente ahora pasó esto, pero los Enanitos estamos asumiendo esa tristeza y poniéndole el pecho a las balas […] El río sigue”, dijo Staiti en enero de este año, en una entrevista realizada por la Municipalidad de Mendoza a propósito de la participación del grupo en la Fiesta de la Vendimia 2023.
Guillermo Guille Vadalá (Buenos Aires, 55 años) ahora es el bajista. El músico es una leyenda del instrumento que ha tocado con figuras como Pat Metheny, Luis Alberto Spinetta (1950-2012) o Fito Páez. La alineación se completa con Damiano, Damián Castroviejo (Buenos Aires, 43 años), y Arita Rockdríguez, Adriana Rodríguez (Mendoza, 45 años), en los coros. El mexicano Bosco Aguilar (Ciudad de México, 36 años) toca los teclados. “Estar ahora en el escenario con ellos, y tocando esas canciones que me influenciaron desde muy joven, es algo alucinante que me hace sentir honrado y agradecido”, dice Aguilar a EL PAÍS por mensaje de Instagram.
Enanitos Verdes se presentarán en Ciudad de México, el 29 de noviembre, y en Monterrey, el 30. En diciembre participarán en el festival Bésame Mucho en Los Ángeles (Estados Unidos), y en marzo de 2024 debutarán en el estadio Luna Park de Buenos Aires, después de una gira que ha incluido España, Italia, Puerto Rico, Colombia y EE UU.
Quizás Marciano Cantero ha vuelto a la Cordillera cercana a su natal Mendoza a través del viento. Y en algún lugar sonará, una y otra vez, la canción homónima que en una estrofa dice: “Y así podrán pasar los años / Y yo tomar mil direcciones / Sé que he dejado un mundo atrás / Siguiendo siempre un ideal / Como un valiente cazador / En las estrellas”.
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