garland.bailey
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Seis policontusionados, uno de ellos con un posible grave traumatismo craneal y otro con una herida en la cara pero, al parecer, no por asta de toro, es el primer balance provisional del encierro de los toros de la ganadería gaditana La Palmosilla , que han inaugurado los Sanfermines de 2024.
Más de dos minutos transcurrieron entre la entrada del primer toro y el último en los corrales de la plaza. Dos minutos y seis segundos (récord de esta ganadería) fue el tiempo marcado por el cabeza de carrera, que enfiló con prisa el diámetro de la plaza, seguido por tres compañeros, en dirección al cobijo más allá de la algarabía de los muchos mozos y mozas que poblaban el ruedo; en el pelotón que cerraba la manada, dos toros, negro uno y castaño el otro, decidieron saltarse el protocolo y en lugar de seguir al cabestro de turno, giraron a su izquierda y comenzaron una vuelta al ruedo barbeando las tablas y barriendo todo lo que encontraban a su paso. Fue un garbeo tranquilo, de reconocimiento, sin mala intención y con el único objeto de participar en la fiesta matutina.
Algunos mozos atrevidos desobedecieron las órdenes de los dobladores y tocaron a los toros en su recorrido, aunque estos, por fortuna, prefirieron ignorarlos; contentos quedaron los animales con lo que vieron porque insistieron en su afán de ver los tendidos con más detalles y enfilaron una segunda vuelta mientras los dobladores, capotes en mano, trataban infructuosamente de que volvieran al redil. Al final, cuando el reloj marcaba los cuatro minutos y cuatro segundos, lo consiguieron, y el ruedo quedó limpio de los toros de La Palmosilla.
Ha sido un multitudinario encierro el que ha inaugurado los Sanfermines de 2024, calles abarrotadas desde la Cuesta de Santo Domingo hasta la plaza misma, donde se habían agotado las entradas. A las ocho en punto, el primer cohete de los cuatro que suenan en todo el recorrido (el segundo, cuando toda la manada está en la calle, el tercero a la entrada a la plaza y el cuarto cuando entra en los corrales el último toro) señaló la apertura de los corrales, y asustó a toros y cabestros que descansaban a su aire, ajenos, al menos los de La Palmosilla, al gentío que les esperaba.
Al menos los toros, claro, porque los cabestros, sabiondos ellos, tomaron la cabeza de carrera y enfilaron la Cuesta de Santo Domingo a toda pastilla, como veteranos corredores de pasadas ediciones. Así, con varios bueyes por delante y la manada compacta, se abrieron paso entre los de blanco y rojo, y algunos corredores sufrieron los primeros atropellos por estar en el lugar equivocado y entorpecer el camino de los animales.
Juntos llegaron a la calle Mercaderes, que la bajaron a toda velocidad, de modo que cuatro toros besaron con sus lomos los duros tablones que dan paso a la curva en la que se inicia la larga y recta calle de la Estafeta. Otra vez, como cada año, en ese lugar, caídas y pisotones, al tiempo que la manada se rompía, mandada por dos cabestros, los listos de siempre.
La carrera por este tramo fue rápida y limpia, con la calle abarrotada, lo que no impidió el paso de cabestros y toros, que encontraron más dificultades en la zona de Telefónica y el acceso al callejón cercano a la plaza por el considerable aumento de participantes humanos. Un par de animales se desplazaron hacia el vallado, empujados por la inercia de la carrera y atropellaron a más de uno de los presentes.
El final ya se conoce: el ruedo, hasta los topes, récord de velocidad del primer toro de La Palmosilla y paseo tranquilo de los dos últimos.
En los corrales descansan ya los seis ejemplares, entre los 505 y los 630 kilos: Capitán, Papelón, Escandaloso, Chistoso, Ilustrado y Gallardío; tres toros negros y tres castaños que esta tarde serán lidiados por Diego Urdiales, Fernando Adrián y Borja Jiménez.
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Más de dos minutos transcurrieron entre la entrada del primer toro y el último en los corrales de la plaza. Dos minutos y seis segundos (récord de esta ganadería) fue el tiempo marcado por el cabeza de carrera, que enfiló con prisa el diámetro de la plaza, seguido por tres compañeros, en dirección al cobijo más allá de la algarabía de los muchos mozos y mozas que poblaban el ruedo; en el pelotón que cerraba la manada, dos toros, negro uno y castaño el otro, decidieron saltarse el protocolo y en lugar de seguir al cabestro de turno, giraron a su izquierda y comenzaron una vuelta al ruedo barbeando las tablas y barriendo todo lo que encontraban a su paso. Fue un garbeo tranquilo, de reconocimiento, sin mala intención y con el único objeto de participar en la fiesta matutina.
Algunos mozos atrevidos desobedecieron las órdenes de los dobladores y tocaron a los toros en su recorrido, aunque estos, por fortuna, prefirieron ignorarlos; contentos quedaron los animales con lo que vieron porque insistieron en su afán de ver los tendidos con más detalles y enfilaron una segunda vuelta mientras los dobladores, capotes en mano, trataban infructuosamente de que volvieran al redil. Al final, cuando el reloj marcaba los cuatro minutos y cuatro segundos, lo consiguieron, y el ruedo quedó limpio de los toros de La Palmosilla.
Ha sido un multitudinario encierro el que ha inaugurado los Sanfermines de 2024, calles abarrotadas desde la Cuesta de Santo Domingo hasta la plaza misma, donde se habían agotado las entradas. A las ocho en punto, el primer cohete de los cuatro que suenan en todo el recorrido (el segundo, cuando toda la manada está en la calle, el tercero a la entrada a la plaza y el cuarto cuando entra en los corrales el último toro) señaló la apertura de los corrales, y asustó a toros y cabestros que descansaban a su aire, ajenos, al menos los de La Palmosilla, al gentío que les esperaba.
Al menos los toros, claro, porque los cabestros, sabiondos ellos, tomaron la cabeza de carrera y enfilaron la Cuesta de Santo Domingo a toda pastilla, como veteranos corredores de pasadas ediciones. Así, con varios bueyes por delante y la manada compacta, se abrieron paso entre los de blanco y rojo, y algunos corredores sufrieron los primeros atropellos por estar en el lugar equivocado y entorpecer el camino de los animales.
Juntos llegaron a la calle Mercaderes, que la bajaron a toda velocidad, de modo que cuatro toros besaron con sus lomos los duros tablones que dan paso a la curva en la que se inicia la larga y recta calle de la Estafeta. Otra vez, como cada año, en ese lugar, caídas y pisotones, al tiempo que la manada se rompía, mandada por dos cabestros, los listos de siempre.
La carrera por este tramo fue rápida y limpia, con la calle abarrotada, lo que no impidió el paso de cabestros y toros, que encontraron más dificultades en la zona de Telefónica y el acceso al callejón cercano a la plaza por el considerable aumento de participantes humanos. Un par de animales se desplazaron hacia el vallado, empujados por la inercia de la carrera y atropellaron a más de uno de los presentes.
El final ya se conoce: el ruedo, hasta los topes, récord de velocidad del primer toro de La Palmosilla y paseo tranquilo de los dos últimos.
En los corrales descansan ya los seis ejemplares, entre los 505 y los 630 kilos: Capitán, Papelón, Escandaloso, Chistoso, Ilustrado y Gallardío; tres toros negros y tres castaños que esta tarde serán lidiados por Diego Urdiales, Fernando Adrián y Borja Jiménez.
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