Rosamond_Lesch
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Oír o leer el apellido Romero de Torres siempre nos evoca un nombre: Julio. Pero debemos ampliar el horizonte y retroceder a la cordobesa Plaza del Potro el 9 de noviembre de 1874. Allí, en el antiguo Hospital de la Caridad de Nuestro Señor Jesucristo, ese día nació Julio, el séptimo de los ocho hijos del matrimonio formado por Rafael Romero Barros y Rosario de Torres Delgado, y poco podían imaginar que aquel frío día de noviembre su vida y la de sus descendientes empezaba a cambiar.Noticia Relacionada PATRIMONIO estandar No El Castillo de Almodóvar muestra un retrato inédito de Romero de Torres por su aniversario Rafael Aguilar Se trata de una pintura que toma modelo a Carmen GabucioNos parece que no hay mejor homenaje para celebrar el 150 aniversario de su nacimiento que hacerlo evocando a su familia, gracias a la cual, además de aprender los primeros rudimentos del arte que lo consagraría como pintor, mantuvo una red de afectos, de apoyo y de seguridad que siempre lo hacía volver a la Plaza del Potro desde donde estuviera.Cuando en 1862 Rafael Romero Barros llegó como «conservador del Museo Provincial de Pintura de Córdoba, con el sueldo anual de cuatro mil reales» no podía pensar lo que su familia significaría para esta ciudad que tanto le debe. Se instala en el edificio del Hospital de la Caridad, fundado por los Reyes Católicos, que llegó a reunir los Museos de Pintura y Antigüedades, la Biblioteca Provincial, la Academia de Ciencias, Bellas Letras y Buenas Artes, el Conservatorio de Música, la Escuela de Maestras, la Sociedad Económica de Amigos del País o la Escuela Provincial de Bellas Artes, instalados en el mismo recinto, aunque sin coincidir a la vez en el tiempo.Investigador de la historiaAdemás de excelente pintor, fue investigador de historia, arte y arqueología, dedicándose también a la creación literaria. Llegó a Córdoba desde Sevilla con treinta años, acompañado de su esposa Rosario y su pequeño hijo Eduardo. Sus otros siete hijos nacieron en la vivienda anexa al museo que ocupó la familia hasta el fallecimiento de su nieta María Romero de Torres Pellicer en 1991, y llegaron sucesivamente Rafael, Rosario, Carlos, Enrique, Fernando, Julio y Angelita. En este ambiente entre la vivienda familiar, las salas del museo y las aulas de la Escuela de Bellas Artes y del Conservatorio de Música crecieron los Romero de Torres y encauzaron sus diversas vocaciones artísticas, sus aficiones personales y trayectorias profesionales marcadas por el espíritu paterno, de clara vinculación romántica y humanista, dirigiendo los intereses de la mayoría de sus hijos hacia la docencia, la literatura, la investigación arqueológica y artística y la práctica de la pintura, la escultura y la música, los museos y la conservación y difusión del patrimonio. Algunos de ellos formaron parte activa de la Asociación Obrera Cordobesa la Caridad, fundada por Ricardo Martel y Fernández de Córdoba, Conde de Torres Cabrera, de la que Romero Barros fue secretario; los fundamentos de esta asociación humanitaria y benéfica se establecían en un detallado reglamento, cuyo objetivo era enseñar e integrar a los hijos de los obreros en actividades profesionales y artísticas, facilitando a quienes lo necesitaban trabajo, sustento, ayudas económicas o atención médica.María, la última hija del pintor, vendió la colección a la Junta a cambio de permanecer en la casa mientras vivieraUna compacta trayectoria de intereses une a Romero Barros y su familia en un objetivo común. Ejercerá de guía y mentor en sus gustos, lo que da como resultado una permanente colaboración a lo largo de los años entre los distintos miembros de la familia. Tanta fue la unión de los hermanos Romero de Torres que al fallecer alguno de ellos o sus esposas, el viudo o viuda con sus hijos regresaban al hogar familiar en la Plaza del Potro , vuelta que seguramente implicaría también una cierta dependencia económica del núcleo familiar original, viviendo igualmente con ellos durante algunos años sus abuelas Antonia Barros y Rosario Delgado. Gracias a las fotografías conservadas conocemos a buena parte de esta numerosa familia, representada también en diversos dibujos y pinturas tanto de Romero Barros como de sus hijos Rafael y Julio.Rafael Romero Barros, en su estudio colección particularRafael Romero se instala en la que actualmente se conoce como Casa Romero de Torres, anexa al museo, que fue vivienda de sus conservadores y directores desde su llegada en 1862 como conservador del Museo Provincial de Pinturas hasta la jubilación de su nieto, Rafael Romero de Torres Pellicer, en 1978 como director del Museo de Bellas Artes. Permaneció con sus hermanas en la casa, donde también se exponían fondos del propio Museo de Bellas Artes incardinados con la colección privada formada por Romero Barros y continuada por sus hijos y nietos. Era, lógicamente, una casa habitada por una familia, y en ella vivían, trabajaban y fallecían, cocinaban, jugaban, aprendían y pintaban, recibían visitas de amigos y de la Familia Real, investigaban sobre arqueología y arte y coleccionaban arqueología y arte, de ahí la singularidad del espacio y de la colección comenzada por Romero Barros que fue vendida en 1988 a la Junta de Andalucía por María Romero de Torres Pellicer, única heredera del patrimonio familiar, tras la renuncia voluntaria a la parte que le correspondía de su prima Carola Romero de Torres Trigueros, incluyéndose como cláusula la permanencia de María Romero en la vivienda de manera vitalicia.Los muchos intereses del padre, del arte a la docencia y la arqueología, marcaron la vocación de sus hijos y nietosLa historia familiar comienza en 1856 con el matrimonio de Rafael y Rosario y termina con la muerte de sus nietas María en 1991 y Carola en 1995, sorprendiendo cómo un matrimonio con ocho hijos, cuatro nueras y ocho nietos de los que al menos dos se casaron y no hay noticias de que tuvieran hijos, termina sin más rastro que su intensa y generosa dedicación al arte y al patrimonio y el reflejo de esta dedicación en sus obras plásticas, literarias o de investigación, descansando algunos de ellos juntos en un sencillo conjunto de sepulcros en el cordobés Cementerio de San Rafael. En esta singular familia que vivió durante ciento veintinueve años en la cordobesa Plaza del Potro, nace, vive y muere Julio Romero de Torres . Su formación estuvo marcada desde niño por su padre y algunos de sus hermanos mayores, pasando parte de su tiempo en las salas del museo y en las aulas de la Escuela de Bellas Artes y el Conservatorio. Con los años esa formación se completó con viajes por España, al norte de África, a diversos países europeos y a Argentina; formación y aprendizaje continuados a partir del contacto con artistas e intelectuales en Córdoba y en Madrid básicamente, con lo aprendido en la biblioteca familiar y en sus visitas a museos europeos, junto a su innata capacidad artística demostrada desde sus primeras obras. Todo ello hizo posible que aquel niño que con sus hermanos jugaba en las salas y patios del cordobés Museo de Pinturas llegara a ser considerado el pintor más importante del arte cordobés y un singular maestro que progresivamente fue evolucionando en su pintura, desde una trayectoria similar a la de sus contemporáneos hasta su peculiar sincretismo que dará como resultado su personal manera de entender el arte y practicar la pintura.__________Fuensanta García de la Torre fue directora del Museo de Bellas Artes de Córdoba entre 1981 y 2012 y pertenece a la Academia Andaluza de la Historia
Los Romero de Torres: una gran familia más allá de la pintura
La saga fundada por Rafael Romero Barros vivió durante 133 años en el Potro en un fértil ambiente cultural
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