Lo que no lograron los balleneros en los siglos que las cazaron por su aceite, lo podrían provocar los enormes barcos que transportan el petróleo, ordenadores o juguetes que necesitan las sociedades humanas. Un nuevo mapa mundial de riesgos, publicado en la revista Science, muestra cómo miles de cargueros cruzan las zonas del mar donde crían, se alimentan y migran las ballenas que aún quedan. En la cartografía destacan las zonas costeras de los países más desarrollados o los trayectos más cortos posibles que unen sus puertos. La costa gallega, el estrecho de Gibraltar o Canarias están entre las zonas de mayor riesgo. Lo peor es que las autoridades humanas solo han limitado la velocidad en apenas el 0,5% de ese mapa.
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