Los planes de Urtasun para regular la inteligencia artificial agitan el sector cultural

Junius_Rau

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El modelo elegido inicialmente por Ernest Urtasun para regular los derechos de autor frente al desarrollo de los modelos de inteligencia artificial generativa ha abierto una brecha en el sector. Por un lado está la industria, que ve con buenos ojos la voluntad de introducir en España la figura de la licencia colectiva ampliada , una suerte de carta blanca para que las entidades de gestión de derechos de autor puedan autorizar a las grandes plataformas el uso de las obras de su catálogo y -esta es la novedad- las que no forman parte de su repertorio. Al otro lado se sitúan un puñado de asociaciones pequeñas, que ven en estas nuevas licencias de «uso masivo» una falta de protección de los derechos de autores y artistas.El debate se está produciendo después de que el Ministerio de Cultura lanzara el proyecto por el que se regula la concesión de licencias colectivas ampliadas para la explotación masiva de obras en el desarrollo de modelos de IA. La semana pasada finalizó el plazo para presentar aportaciones y el departamento que dirige Urtasun ha recibido alrededor de 1.200 escritos, un volumen que augura una difícil solución, porque Cultura no solo tiene que llegar a un equilibrio entre los diferentes intereses de los actores del sector cultural, sino que tiene que ponerse de acuerdo con el Transformación Digital, el otro ministerio implicado en el asunto. El lado socialista del Gobierno, ya se sabe, mantiene una postura más cercana a la de la industria en materia de derechos de autor, mientras que Sumar bebe de la 'cultura libre' que alimentó la piratería en los primeros años de internet.Lo que el borrador del texto plantea es que, en línea con las directrices marcadas por Bruselas, se introduzcan las llamadas licencias colectivas ampliadas, que permitirían a las entidades de gestión de derechos de autor conceder autorización a las grandes plataformas -OpenAI, Google, Microsoft...- para entrenar a sus inteligencias artificiales con las obras gestionadas por dichas entidades y también con las que no forman parte de sus repertorios, salvo que haya una oposición expresa por parte de los autores. Noticia Relacionada TECNOLOGÍA reportaje Si Ya no es ciencia ficción: la inteligencia artificial, un terremoto en la cultura Jaime G. Mora Los avances creativos de la IA parecen infinitos. Con ChatGPT podemos escribir cuentos, novelas y hasta sonetos. Con DALL-E2 podemos crear cuadros, fotos... Pero ¿qué valor tienen esas 'creaciones'? ¿Se acabaron el arte y la literatura tal y como los entendemos?Es un cambio de paradigma que Cultura considera necesario para «ofrecer sistemas flexibles» en un contexto al que la Administración ya llega tarde. Desde que empezaron a surgir modelos como ChatGPT, numerosos escritores o cantantes han venido denunciando que las plataformas han usado sus obras, sin solicitar permiso ni remunerarlas, para desarrollar las inteligencias artificiales. En algunos países ya se han planteado demandas, algo que no ha ocurrido en España. Aquí las entidades han optado por tratar de convencer al Gobierno de que introduzca por ley la obligatoriedad de licenciar los usos; esto es, que Google y compañía deban pagar a los autores antes de usar sus creaciones. Se trata, según recoge el texto del real decreto, de «generar un marco normativo y predecible que proporcionará certidumbre en relación con los nuevos usos de obras y prestaciones protegidas por derechos de propiedad intelectual asociados al desarrollo de modelos de IA de uso general, facilitando así la toma de decisiones de las personas y empresas del sector». Cultura defiende que la figura de la licencia colectiva ampliada introduce una «regulación mínima imprescindible» ante la preocupación existente en el sector cultural.«Regulación necesaria»Esta es también la postura de la industria. Fuentes del sector indican a ABC que la IA y los derechos de autor «se tienen que regular, porque solo el licenciamiento es el camino». Desde el ámbito de las entidades de gestión entienden que aprobar una legislación como la planteada en estos momentos es importante. Solo así se puede obligar a las grandes compañías a remunerar a los autores por el uso de sus obras y se pone coto al atajo al que estas empresas han recurrido hasta el momento: un artículo de la directiva europea que permite la minería de datos a efectos de investigación. Y no es el caso.En cambio, hay otra parte del sector cultural, la que tiene que ver con el marco asociativo, que es crítica con los planes del Gobierno. ACE Traductores y otras cinco asociaciones divulgaron ayer una nota en la que piden un proceso «más pausado y reflexivo» antes de dar luz verde a esa «explotación masiva» de contenidos de la que se habla en el real decreto. «Parece estar más destinado a proteger a las empresas y administraciones públicas que quieren poner en marcha modelos de IA que a proteger los derechos de autores y artistas». La presidenta de ACE Traductores critica además que el real decreto no plantee indemnizaciones por la «violación masiva» llevada a cabo hasta la fecha por las empresas de IA para desarrollar sus modelos. Estas máquinas, recuerda, no pueden desaprender; el daño ya está hecho.

 

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