En mi pandilla de profesionales sin hijos al borde de la mediana edad hay una fantasía recurrente: cuando dejemos de ser jóvenes y bellos, como la canción de Lana del Rey, compraremos entre todos una casa ajardinada de balcones frente al mar, o un refugio de piedra en mitad de la montaña, que llenaremos de libros, gatos, proyectores y mesas de mezclas.
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Los placeres paliativos
El impulso de garantizarse la tranquilidad de los últimos días en el círculo protector de una colectividad acomodada y anestesiada por la literatura, el cine, la música y los opiáceos es tan popular que ya es un meme
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