Los nobles y legendarios toros de Miura protagonizan un limpio octavo y último encierro de San Fermín

Kristin_McKenzie

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Ni los legendarios y temidos toros de Miura, veteranos sanfermineros que este año cumplen 55 comparecencias en esta feria, son ya capaces de provocar verdaderas situaciones de peligro, esas que son el alma de esta fiesta.

En 2 minutos y 22 segundos cubrieron el largo recorrido de 850 metros y cumplieron a la perfección con su papel de bajar la mirada, no despegarse de los experimentados cabestros y alcanzar la meta cuanto antes.

El parte médico habla finalmente de cinco traslados al hospital, un politraumatizado con contusión torácica con pronóstico reservado, otro policontusionado, un traumatismo craneoencefálico, uno por luxación de hombro y otro por contusión en la rodilla. En estos sanfermines ha habido en total 34 traslados, solo dos por asta de toro. Ninguna cornada, prueba evidente de la nobleza de los Miura, a pesar de la cantidad de corredores que poblaron las calles en este último día y la bisoñez de muchos de ellos, que olvidan las mínimas normas de seguridad y se colocan erróneamente en los lugares más peligrosos. Así ha sucedido cada mañana, y hoy no podía ser menos: mozos y mozos apostados en el costado derecho del vallado cercano al túnel de entrada a la plaza, por donde los toros barren en su loca carrera. Allí han sido arrollados varios de ellos y una chica ha sufrido un golpetazo en la cabeza de la pala del pitón de un miura que, por fortuna, no ha reparado en su presencia.

Ambiente en la curva Mercaderes, durante el octavo y último encierro de sanfermines.
Un mozo corre junto a los toros de Miura a su paso por la curva de Mercaderes.
Los toros de la ganadería de Miura, durante su recorrido por las calles de Pamplona.
Paso de la manada de Miura por la calle Estafeta, este viernes.
Uno de los astados de Miura arrastra a una corredora a su llegada a la plaza de toros de Pamplona.
Varios corredores se tiran al suelo al paso de uno de los astados, por el callejón de la plaza de toros de Pamplona.
Un mozo es arrastrado por uno de los astados, durante el octavo encierro de los sanfermines.
Uno de los cabestros cae al suelo en la entrada de la calle Estafeta.
Varios mozos caen al suelo al paso de uno de los astados de la ganadería de Mira, en el tramo del callejón a la Plaza de Toros de Pamplona.
Un grupo de mozos corren junto a los toros de Miura en el tramo de la calle Telefónica.
La manada de Miura, a su paso por la Cuesta de Santo Domingo.

El encierro comenzó, como es habitual, con el susto inicial del cohete, una rápida vuelta de los animales por el corral y un primer cabestro que toma la cabeza y muestra el camino a los novatos. Un miura se pegó a su costado y ambos lideraron la carrera hasta la plaza del Ayuntamiento. La manada que los seguía enfiló a una velocidad endiablada la bajada por Mercaderes, pero ninguno de sus integrantes, ni toros ni cabestros, chocó contra las tablas que desembocan en Estafeta. La veteranía es un grado, sin duda.

La larga calle era un hervidero. El grupo se dividió pronto en dos partes; delante, el buey más ligero y tres toros que se resguardaban como podían del griterío imperante; y detrás, los tres miuras restantes, arropados por los demás cabestros.

Los numerosos corredores obligaron a que alguno de los toros perdiera el contacto con sus hermanos y se produjeran atropellos y caídas en el vallado de entrada a la plaza. También ahí, en ese túnel, hubo algún mozo que mordió el polvo y uno de ellos sufrió una herida en un brazo y fue atendido en la enfermería de la plaza.

El reloj marcaba 2 minutos y 22 segundos cuando el último miura, el último de este San Fermín 2023, entraba en los corrales, solo ocho segundos más que el año pasado.

Hasta esta tarde descansan ya Reinasolo (615 kilos), Farándolo (630 kilos), Papelero (635 kilos), Almagreño (590 kilos), Panadero (625 kilos) y Famoso (575 kilos), que serán lidiados por los diestros Rubén Pinar, de Albacete; el francés Juan Leal y el venezolano Jesús Enrique Colombo, un cartel internacional.

Finalizado este octavo encierro, comenzará de inmediato el desmontaje del vallado, primer indicativo de que las fiestas de San Fermín han llegado a su fin, lo que se formalizará oficialmente a las doce de esta noche con el tradicional Pobre de mí desde la plaza del Ayuntamiento.

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