Sandy_Jacobs
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En 1649, el pintor Diego Velázquez emprendió su segundo viaje a Italia (1649-1651), enviado por el rey Felipe IV con una misión específica: adquirir cuadros y esculturas para el Alcázar de Madrid . A su regreso, además del papel del pintor y ayuda de cámara se sumó el de «aposentador», y fue en realidad quien diseñó la colocación de cuadros, esculturas, muebles, y otros objetos decorativos por las diferentes dependencias del palacio real. Para ello las esculturas debían venir de Italia y, si no se podían conseguir obras originales, era habitual hacerse con copias , del mismo modo que se estaba haciendo en otras cortes europeas.Los permisos para realizar reproducciones en yeso, bronce o mármol requerían complejas gestiones diplomáticas . Los embajadores trabajaban intensamente para lograr autorizaciones que permitieran el acceso a obras exclusivas, como las de la colección del Papa en el Belvedere. Habitualmente, estas autorizaciones se otorgaban para fabricar una única copia destinada a un monarca en particular , lo que añadía valor a las piezas y prestigio a los talleres o escultores encargados. Velázquez conocía estas complejidades y, antes de su partida, se realizaron numerosos trámites previos, dejando un abundante rastro documental que ha sido estudiado por diversos investigadores a lo largo de los años.Otro de los aspectos de gran interés, son las personas con las que tuvo trato y le ayudaron durante su estancia romana. Igualmente de su relación con ellos nos ha quedado abundante información documental más o menos explícita y relacionada con el pintor. Velázquez contó en primer lugar con un personaje que llevaba años en Roma, Juan de Córdoba . Ordenado de órdenes menores, era colaborador y luego sucesor de su tío Juan Rubio. Este Juan de Córdoba será quien le proporcione contactos y a veces materiales para la elaboración de copias en yeso y en bronce. Contrato del 13 diciembre de 1649 en el que Velázquez encarga a Giovanni Pietro del Duca y Cesare Sebastiani la realización de copias en bronce de tres esculturas en nueve meses por 2200 escudos. Archivio di Stato di RomaCon tal propósito escribe en numerosas ocasiones al virrey de Nápoles, a través de su secretario, con objeto de que le envíen a Roma el bronce con que se van a fundir unos leones y el oro con el que se van a dorar. Estas peticiones que el Virrey, conde de Oñate, atiende por venir del enviado de Felipe IV, se reciben con desagrado por parte de los mandos militares, que ven como un despilfarro emplear medios en hacer esculturas cuando escasean los recursos para reforzar las defensas de puerto Longón. Pero Oñate no solo facilita el bronce y los costes del dorado sino que envía a Roma a Giuliano Finelli , el mejor escultor que en ese momento estaba activo en Nápoles. Noticia Relacionada estandar Si Sigmar Polke en el Prado y la alargada sombra de Goya en el arte contemporáneo Natividad Pulido El museo desvela en la primera monográfica en Madrid del artista alemán sus afinidades con el maestro españolFinelli, antes de partir para lo que esperaba que iba a ser una larga temporada en Roma, hace testamento y nuevamente tenemos aquí una fuente que aporta información relativa al círculo de colaboradores de Velázquez. El papel de Finellli como asesor para la elaboración de las esculturas que irán al Alcázar va a ser decisivo. Los contratos contienen minuciosos detalles que solamente se pueden entender con la participación de alguien conocedor de todos los aspectos técnicos de las obras que se iban a ejecutar.Otro personaje del entorno de colaboradores de Velázquez en Roma fue sin duda Fernando Brandano , quien ocupaba el influyente cargo de regidor de la Dataría papal. Por sus manos pasaban todas las bulas y una gran variedad de permisos pontificios, cuya desafortunada gestión le costó el fin de su carrera en el entorno papal y le llevó a una condena de diez años de galeras a los que no logró sobrevivir. Velázquez tuvo estrecha relación con él y le pintó uno de esos retratos de los varios que nos dejan testimonio de sus relaciones romanas. Hoy se conserva en el Museo del Prado.Detalle del retrato de Juan de Córdoba pintado por Velázquez ABCDe las relaciones de Brandano o (Brandani, como también aparece en los documentos italianos) con los círculos españoles tenemos el significativo dato de su testamento, en el que encarga se le digan veinte misas a un caballero con el que años antes había entablado amistad y quizás una muy estrecha relación. Se trataba de Juan de Tassis, conde de Villamediana , quien había tenido que pasar unos años exiliado en Italia, poco antes de ser asesinado en las calles de Madrid.Pero sobre todo es con Juan de Córdoba con quien Brandano y otro hispano, el portugués llamado Johannes de Azevedo , los que forman el grupo más próximo a Velázquez durante sus años de estancia en el segundo viaje a Italia. Este Johannes de Azevedo había conseguido como renta la exclusividad de la venta de naipes en los Estados Pontificios. Durante algunos años compartió residencia en el Colegio Nardini (Via di Governo Vecchio) con Juan de Córdoba. Más tarde casó con una rica viuda romana y pasó al palacio del Pasquino a corta distancia de allí, donde formó una importante biblioteca que lo revelan como un hombre culto y de su tiempo.Escultores y formadoresDe los personajes anteriores y de sus relaciones con la curia romana se iba a servir Velázquez para tener acceso y permisos para realizar las copias que deseaba. Pero también hay que tener en cuenta otros nombres y particularmente los de escultores y formadores. En primer lugar figura, por el volumen del encargo que se le hace de modelar y fundir doce leones de bronce que serían dorados al fuego, Matteo Bonucelli , cuya firma vemos en la cola de uno de los que hoy están en el salón del Trono del Palacio Real. Venus de la concha, la Flora Farnese y el Hércules Farnese Museo del Prado y Real Academia de Bellas Artes de San Fernando También en bronce se funden tres esculturas para la pieza ochavada del Alcázar: El Sátiro en reposo, el Discóforo y el llamado Germánico. Los escultores y fundidores fueron Pietro del Duca y Cesare Sebastiani , como consta en el lateral de la base del Germánico. Finalmente, son decisivos los formadores a los que se encargan las copias en yeso, entre ellos Orazio Albrizio y Girolamo Ferreri . Este último realiza entre otros los moldes las esculturas del Hércules y la Flora Farnese , así como el Gladiador de la colección Borghese en el Pincio. Todo ello medido y tasado en contratos notariales en los que se especifican hasta los más mínimos detalles.Los firmantes de los contratos, con indicación del precio y los detalles técnicos de su elaboración, serán el propio Diego Velázquez, su asiduo acompañante y gestor en Roma Juan de Córdoba y el escultor Girolamo Finelli. Para las esculturas en yeso se exige la máxima calidad y para ello el yeso de la epidermis, o primera capa, debía cernirse en cedazos de seda, mientras el de la capa interior podía ser más grueso. Este detalle se puede apreciar hoy en las obras que se salvaron del incendio del Alcázar, porque en su posterior restauración en la Academia se sometieron a un proceso de abrasión que hace visible las dos capas mencionadas en los contratos romanos.Llegadas las esculturas a Madrid tuvieron una suerte diversa. Cuatro de los leones dorados y las tres esculturas de bronce que estuvieron en la pieza ochavada quedaron en el palacio. Los restantes leones, que sirvieron como soportes a unos bufetes de pared, son en la actualidad el soporte de sendas mesas de piedras duras que se exhiben en la galería principal del Museo del Prado. Las esculturas modeladas por Bonucelli y fundidas utilizando el bronce sobrante, también están en el Museo del Prado y son el Hermafrodita y la Venus de la concha. En cuanto a los yesos llegaron maltrechos a la incipiente Academia de Bellas Artes, donde fueron restaurados por el imaginero Pascual de Mena. En la actualidad se conservan solamente siete y constituyen un conjunto único por muchas razones.De todo ello, así como de la historia y las circunstancias de su fabricación, vamos a ver en los próximos días los documentos originales que Velázquez y sus colaboradores firmaron en Roma . Se puede definir como una exposición compartida entre el Museo del Prado, Patrimonio Nacional y la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. La posibilidad de conocer este fondo documental, que ahora nos trae el Archivio di Stato de Roma , se debe inicialmente a una persona, la investigadora Antonella Parisi . Su empeño ha hecho posible que las esculturas de Velázquez se puedan analizar con los documentos que las originaron.
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