En el otoño, no solo caen las hojas. En general, como algunas veces nos dicen las estadísticas que se ocupan de estos asuntos, cae, también, el ánimo. El sol parece cansado del fulgor y de la duración de los días del verano y deja de prestar asistencia a los necesitados de la luz. Caen las hojas, cae el ánimo y caen, también, porque nunca deberían faltar, algunas cosas buenas. Los premios, las recompensas. Con independencia de los merecimientos que se tengan, los premios caen. Siempre tienen ese rasgo de azar, de capricho. Quienes hayan sido miembros del jurado de un concurso lo deben de saber. No es tarea fácil. Cada miembro del jurado —los casos que conozco de primera mano son los premios literarios —tiene un criterio, escoge un enfoque, sostiene una opinión, expresa unos gustos… ¿Cómo llegar a un acuerdo entre todos los miembros? La calidad literaria no se presta a una definición precisa. De la palabra calidad, nuestro diccionario ofrece diez acepciones que recogen aspectos y matices distintos y confirman nuestra sospecha sobre la dificultad de una única y tajante definición del término. Quedémonos con la primera: «Propiedad o conjunto de propiedades inherentes a algo que permiten juzgar su valor». En mi opinión, una salida bastante airosa para tratar de explicar un concepto tan complejo como el que se quiere expresar.Con independencia de los merecimientos que se tengan, los premios caen. Siempre tienen ese rasgo de azar, de caprichoEn el curso de las discusiones que se producen en las reuniones de los jurados surge, a veces, este asunto de la calidad literaria y, en general, con más o menos dificultades, se suele llegar a un acuerdo. Si las dificultades son mucha s , siempre cabe la posibilidad de declarar desierto el premio. Si no hay acuerdo, no hay acuerdo. Suele presentarse el resultado acompañado de un comentario. Algo así como: «Los textos presentados no tenían suficiente calidad». También podría decirse: «El jurado no ha llegado a un acuerdo sobre los textos presentados», habida cuenta de la dificultad de definir el término calidad y de los muchos errores que en este mundo han sido en el campo de lo literario y en muchos otros. A veces, el transcurso del tiempo enmendó algunos de esos errores. La mirada del concursante del premio desierto se dirige hacia los árboles que todavía no han perdido las hojas. Ahí siguen, sin caer a la tierra de la que formarán parte. Solo el azar, en manos del viento, les ayudará a cumplir su destino.
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