quigley.lyla
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Siete corredores han resultados contusionados en cara, brazos y piernas y uno de ellos con traumatismo craneal con pérdida de conocimiento en el quinto encierro de San Fermín, el más rápido de este año, pero ninguno de ellos por asta de toro, según el parte médico. Más o menos, el mismo balance de todos los días.
La verdad es que los encierros de San Fermín se parecen unos a otros como dos gotas de agua porque no cambian los protagonistas ni las condiciones de la carreras: toros entrenados para correr, atletas de élite para competir en la olimpiada de San Fermín, un líquido antideslizante que impide que los animales resbalen, pierdan a la manada y traten de defenderse de los acosadores de blanco y rojo, y corredores, muchos cada año, que se estorban unos a otros, impiden el paso de los toros, caen y se producen contusiones en caras, brazos y piernas en el duro golpe contra el suelo.
Pero atrás, muy atrás, quedaron esas carreras en las que el parte médico era sangrante por las heridas que producían toros que se veían en soledad en la calle, rodeados de mozos, de los que se defendían a cornadas. Atrás, muy atrás, ha quedado la emoción inherente a los tradicionales encierros, razón por la que han alcanzado fama mundial.
En la carrera de hoy, poco que reseñar, más allá de la exhibición de seis atletas de cuatro patas, felices de volver a correr, aunque sorprendidos por el escenario nuevo en el que se han desenvuelto.
No se les ha notado que son los novatos de este año; es la primera vez que Domingo Hernández corre en San Fermín, y a la novedad se unía la incertidumbre sobre el comportamiento que pudieran tener en la carrera.
Pero no ha habido sorpresas: nobles, con la mirada fija en su corto horizonte y aislados del mundanal ruido del recorrido, los toros han corrido a una velocidad endiablada, han superado los obstáculos del camino y han batido un récord, el encierro más rápido en lo que va de feria: 2 minutos y 13 segundos.
Como cada mañana, los cabestros han tomado la cabeza de carrera en la Cuesta de Santo Domingo. Antes de llegar a la plaza Consistorial, un toro de capa negra los ha adelantado y ha barrido de corredores la bajada por la calle Mercaderes a gran velocidad, de modo que no ha podido evitar el encontronazo, leve en este caso, con los tablones que marcan el inicio de la calle de Estafeta. Los que le seguían tomaron nota y ninguno de ellos pasó por el mal trago del encontronazo con el muro.
El tramo largo siguiente ha sido como una carrera de 100 metros. Los toros han corrido como si en ello les fuera la vida —es su costumbre diaria, por otra parte— y toda su preocupación ha sido zafarse de los corredores que se encontraban a su paso. De ahí, como cada mañana, los atropellos y caídas habituales.
Serían novatos, pero ningún toro se desplazó hacia el vallado del callejón de entrada a la plaza lo suficiente como para poner en peligro a los que allí permanecían, y la entrada al ruedo ha sido de la manada al completo, que ha encontrado al instante la puerta de los corrales y se ha perdido en un santiamén.
Ya descansan del ajetreo matutino Molinito, Ostentoso, Genovés, Lunático, Loquito y Arrebato, que pesan entre 525 y 595 kilos, y que esta tarde lidiarán los diestros Alejandro Talavante, Daniel Luque y Juan Ortega, que, al igual que los toros, hoy debuta en la Feria de San Fermín.
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La verdad es que los encierros de San Fermín se parecen unos a otros como dos gotas de agua porque no cambian los protagonistas ni las condiciones de la carreras: toros entrenados para correr, atletas de élite para competir en la olimpiada de San Fermín, un líquido antideslizante que impide que los animales resbalen, pierdan a la manada y traten de defenderse de los acosadores de blanco y rojo, y corredores, muchos cada año, que se estorban unos a otros, impiden el paso de los toros, caen y se producen contusiones en caras, brazos y piernas en el duro golpe contra el suelo.
Pero atrás, muy atrás, quedaron esas carreras en las que el parte médico era sangrante por las heridas que producían toros que se veían en soledad en la calle, rodeados de mozos, de los que se defendían a cornadas. Atrás, muy atrás, ha quedado la emoción inherente a los tradicionales encierros, razón por la que han alcanzado fama mundial.
En la carrera de hoy, poco que reseñar, más allá de la exhibición de seis atletas de cuatro patas, felices de volver a correr, aunque sorprendidos por el escenario nuevo en el que se han desenvuelto.
No se les ha notado que son los novatos de este año; es la primera vez que Domingo Hernández corre en San Fermín, y a la novedad se unía la incertidumbre sobre el comportamiento que pudieran tener en la carrera.
Pero no ha habido sorpresas: nobles, con la mirada fija en su corto horizonte y aislados del mundanal ruido del recorrido, los toros han corrido a una velocidad endiablada, han superado los obstáculos del camino y han batido un récord, el encierro más rápido en lo que va de feria: 2 minutos y 13 segundos.
Como cada mañana, los cabestros han tomado la cabeza de carrera en la Cuesta de Santo Domingo. Antes de llegar a la plaza Consistorial, un toro de capa negra los ha adelantado y ha barrido de corredores la bajada por la calle Mercaderes a gran velocidad, de modo que no ha podido evitar el encontronazo, leve en este caso, con los tablones que marcan el inicio de la calle de Estafeta. Los que le seguían tomaron nota y ninguno de ellos pasó por el mal trago del encontronazo con el muro.
El tramo largo siguiente ha sido como una carrera de 100 metros. Los toros han corrido como si en ello les fuera la vida —es su costumbre diaria, por otra parte— y toda su preocupación ha sido zafarse de los corredores que se encontraban a su paso. De ahí, como cada mañana, los atropellos y caídas habituales.
Serían novatos, pero ningún toro se desplazó hacia el vallado del callejón de entrada a la plaza lo suficiente como para poner en peligro a los que allí permanecían, y la entrada al ruedo ha sido de la manada al completo, que ha encontrado al instante la puerta de los corrales y se ha perdido en un santiamén.
Ya descansan del ajetreo matutino Molinito, Ostentoso, Genovés, Lunático, Loquito y Arrebato, que pesan entre 525 y 595 kilos, y que esta tarde lidiarán los diestros Alejandro Talavante, Daniel Luque y Juan Ortega, que, al igual que los toros, hoy debuta en la Feria de San Fermín.
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Los atléticos toros de Domingo Hernández protagonizan un limpio y predecible quinto encierro, el más rápido de este San Fermín
Siete corredores han resultado contusionados, ninguno por asta de toro, en una carrera que ha durado dos minutos y 13 segundos
elpais.com