Garett_Altenwerth
New member
- Registrado
- 27 Sep 2024
- Mensajes
- 60
Cuando Antonio López Lillo llegó aquel domingo de los años 80 al Hayedo de Montejo, no daba crédito a lo que veía: «Me encontré allí a la gente que acampaba, que hacía barbacoas… era horroroso». Este ingeniero de montes, que era jefe del servicio de Medio Natural de la Comunidad, decidió entonces dar un paso al frente para proteger aquel espacio tan singular. Un bosque de hayas único, que pese a todo, contaba con la máxima protección desde 1974; justo ahora se cumplen 50 años desde que fue declarado sitio natural de interés nacional. Hay algo de mágico en este bosque de hayas, robles y otras muchas especies, donde revolotean hasta cien tipos diferentes de mariposas, y cuya belleza es inmensa en cualquier época del año. Los encendidos tonos del otoño, sin embargo, son los que le han dado su fama, y los que llevan hasta allí a miles de personas entre octubre y noviembre. El pasado otoño fueron cerca de 50.000 los ciudadanos que intentaron recorrerlo en esa época; sin éxito, porque las visitas están restringidas para evitar su deterioro. Precisamente fue Antonio López Lillo quien puso en marcha esa limitación de acceso. «Acababa de venir de ver las Cuevas de Altamira, que había que verlas con un pase, y sólo un número de personas cada día. Me pareció una buena idea; lo hablé con el responsable de la Agencia de Medio Ambiente de entonces, Luis Maestre, y con quien era el alcalde de Montejo de la Sierra, y les pareció bien».Noticia Relacionada Según Lonely Planet estandar No Seis joyas que muchos turistas no conocen J. F. Alonso El autor de la primera guía de Lonely Planet de la Comunidad, incluida la capital, recomienda seis lugares que no suelen estar en la agenda de los turistas que llegan a la ciudadEl Hayedo está muy vinculado al pueblo de Montejo de la Sierra; de hecho, el monte es propiedad del municipio desde que en 1460 un noble segoviano se lo vendió. Por eso, López Lillo eligió a dos chicos del pueblo, Cándido y Paco, para que se encargaran de dar los pases a los visitantes, en una caseta de madera. «No entraban más de 20 personas al día. Más adelante, hicimos una caseta de piedra, y después ya un edificio mejor, la Casa del Hayedo, al estilo de las 'Maison du parc' del Pirineo francés».Como los guías no tenían titulación oficial, «no podíamos contratarlos legalmente», continúa López Lillo. Ese mismo año y el siguiente hicieron en la Casa de Oficios unos cursos para formar a jóvenes de la zona como guías. De este modo, la vinculación de Montejo con su hayedo continuó. 250 hectáreas cargadas de biodiversidad Arriba, un aspecto del Hayedo en otoño. Abajo, izq., la senda del mirador; dcha, senda del río Jarama, COMUNIDADEl Hayedo era antes de su protección una dehesa boyal, donde pastaba el ganado ovino y caprino, había aprovechamientos de leña y hasta se hizo carbón vegetal, aprovechando las cortas de hayas y robles que salían a subasta. Pero todas estas actividades se fueron abandonando; «la última corta data de los años 50 del pasado siglo», asegura Alberto Alonso, responsable del área de Educación Ambiental de la Comunidad de Madrid. La idea de Antonio López Lillo de restringir las visitas fue providencial: el tirón del Hayedo ha ido a más con el paso de los años, y sin esa protección, habría sido muy complicado mantener su delicado equilibrio. Él recuerda cómo «la casa de peones camineros que había a la salida de Montejo se convirtió en la casa de recepción del Hayedo». El monte es propiedad de Montejo, y sus vecinos son garantes de su cuidado: dos montejanos fueron sus primeros guíasEn 1991, se firmaba un convenio con la Escuela Técnica de Ingenieros de Montes para investigar su desarrollo; y de hecho ahora «es conocido internacionalmente, es el bosque de hayas mejor investigado de España», concluye. Desde 2004 es Reserva de la Biosfera, y en 2017 fue declarado Patrimonio de la Humanidad.A López Lillo se debe también la primera senda paseable que se abrió en el Hayedo, la del río Jarama, que desde esta semana lleva su nombre, en homenaje a este primer 'ángel de la guarda' de este particular bosque. Las otras tres sendas que se han ido abriendo con el paso del tiempo en el Hayedo también han sido renombradas ahora, como recuerdo de otros tres hombres muy ligados a la supervivencia y la buena conservación de este pequeño reducto de la sierra norte de Madrid. ProtagonistasLa segunda ruta es la del Mirador, que ahora se llama Rafael de Frutos Brun en agradecimiento a la labor de este vecino de Montejo que actúa como cronista y ha descrito en sus poemas y escritos las costumbres locales y los usos tradicionales del territorio. Como la historia del joven Pablo, que salió hacia el hayedo a por una carga de leña, el 13 de agosto de 1924, y allí, intentando eliminar un acebo seco, sufrió una fractura de cráneo y murió en el acto. O la muerte de 'La Gorda', un haya centenaria, en 2013.Ahora «es conocido internacionalmente, es el bosque de hayas mejor investigado de España», dice su primer conservadorHay una tercera ruta, la de la Ladera, que lleva ahora el nombre del investigador Luis Gil Sánchez, el catedrático que creó los grupos de investigación de Genética y Fisiología Forestal, Sistemas Naturales e Historia Forestal. Y la cuarta y última, la Senda entre Hayas y Robles, ahora se llama 'de Carlos Hernán de Frutos', en recuerdo del alcalde de Montejo que ayudó a coordinar a las administraciones para conseguir que el Hayedo se protegiera.Visitarlo en primaveraDurante estos últimos 50 años, el Hayedo ha ido creciendo, y la gente lo ha seguido visitando masivamente en otoño y menos en otras épocas. «Unas 24.000 personas al año pasan por allí; el 50 por ciento de ellas en el periodo otoñal», explica Alberto Alonso, el responsable del área de Educación Ambiental. Lamenta que muchos se sienten «frustrados porque no consiguen entrar», mientras que en verano en ocasiones las visitas se suspenden por falta de demanda. Y recomienda «visitarlo fuera de esa época; en primavera también es muy bonito, y el colorido es mucho más llamativo. Y en invierno, ver los robles y las hayas desnudos es sobrecogedor».madrid_dia_0703López Lillo aplaude la ayuda que el Hayedo ha supuesto para revitalizar la zona: «Yo venía al principio en ocasiones con mis alumnos de Montes a visitarlo, y nos teníamos que ir a comer a Buitrago, porque por aquí no había donde». Algo que ahora ha quedado solucionado.En la actualidad, el Hayedo lo controlan y vigilan un equipo de educadores ambientales y agentes forestales, «además de por los vecinos de Montejo, que son también garantes de su custodia», recuerda Alonso. Y aunque no es cierto que, como se dice, sea el hayedo más meridional de España –«hay manchas de hayas también en Castellón», informa–, tiene a su favor que «en muy poca superficie, 250 hectáreas, concentra muchísima diversidad de flora y fauna».
Cargando…
www.abc.es