Los 10 mejores videojuegos de 2024

runte.avis

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Si el año pasado el podio de mejores videojuegos lo coparon Baldur’s Gate 3 (un RPG), The Legend of Zelda: Tears of the Kingdom (un juego de aventuras) y Alan Wake 2 (un juego de terror), este año hemos recibido reflejos especulares de esas obras maestras: Dragon Age: The Veilguard (un RPG), The Legend of Zelda: Echoes of Wisdom (un juego de aventuras) y Silent Hill 2 Remake (un juego de terror). El hecho de que, en términos de calidad, solo el tercero pueda hablar de tú a tú a su homólogo del año pasado, es una señal inequívoca de que este año ha sido peor que el anterior. Pero no nos engañemos: ha sido mucho mejor de lo que la gente se esperaba.

Porque, hablando en plata, nadie daba un duro por 2024, un año en teoría de tránsito y enclavado entre un 2023 que tocó el cielo con las manos y un 2025 marcado por el advenimiento del GTA VI (que con sus 2.000 millones de presupuesto está destinado a poner patas arriba la industria del entretenimiento a nivel mundial). Pero las sorpresas también existen en esta vida: el resultado final de 2024 ha sido magnífico, mucho mejor de lo que las expectativas podían hacernos creer. Y eso que aún falta por analizar en profundidad juegos recién salidos del horno, como S.T.A.L.K.E.R. 2: Heart of Chornobyl o Indiana Jones y el Gran Círculo.

Así que lo complicado, en realidad, es establecer una jerarquía en un contexto en el que la calidad ha sido en general muy alta y donde ningún juego ha destacado claramente por encima de la media. En honor a la verdad, quizá el mejor juego stricto sensu sea Elden Ring: Shadow of the Erdtree, al que sin embargo le pesa su condición de “mera” expansión del mejor juego de 2022. Quizá es el mejor, pero no le van a la zaga obras como Final Fantasy VII Rebirth, Silent Hill 2 Remake, o Astrobot, cada uno de su padre y de su madre, señal de que la calidad de este año ha sido polifónica en cuanto a géneros se refiere. Pongámonos bíblicos, entonces: si 2023 fue el paraíso para los amantes de los videojuegos, 2024 ha sido el lugar donde los expulsados nos hemos congregado al este del Edén. Pero, chico, resulta que es un lugar más bonito de lo que pensábamos.

Que sí, que es un DLC. Una expansión. Un contenido extra descargable. Quizá sea porque este medio es más indulgente con los DLC (no en vano, las expansiones Blood and Wine, de The Witcher III y Echoes of the Eye, de Outer Wilds, fueron consideradas de lo mejor de sus respectivos años), pero Erdtree, tecnicismo aparte, es sencillamente grandioso. Retorno al escenario que conquistó al mundo gamer en 2022, los de Hidetaka Miyazaki han conseguido superar su propio listón. No es que esta obra de fantasía medieval oscura sea el mejor juego del año, es que, sencillamente, es la vara de medir de lo que los videojuegos pueden ofrecer en 2024. Y eso no es poca cosa.

Puesta a punto del clásico de 2001 de PS2, nadie esperaba demasiado de este remake a cargo del polaco Bloober Team. Craso error: Silent Hill 2 es un juego sórdido, tenebroso, impecablemente ambientado, sencillamente escalofriante y profundo. Este juego es la sublimación del terror. Y además es buenísimo (si el jugador consigue no taparse los ojos).

El género de los RPG ha tenido otros ejemplos soberbios este año, como Dragon Age: The Veilguard (mucho mejor de lo que las crónicas dicen) o Metaphor: ReFantazio (un juego colosal del que se hablará en el futuro). Pero sin duda Final Fantasy VII Rebirth ha sido el juego más sobresaliente de su género. Por su calidad, por el salto cualitativo que dio frente a su precuela (2017) y porque nos ha devuelto la magia se los juegos de la infancia. Gracias, Square Enix.

La única pega que se le puede poner a Astro Bot es el uso casi corporativista que hace de los personajes y la iconografía de Sony porque, por lo demás, es un juego sublime, uno de los mejores plataformas de los últimos años y, aún más importante, un juego que mima cada una de sus mecánicas y las impulsa hacia una nueva evolución. El encanto de su mundo y personajes corona la tarta. Imprescindible.

Sublimación de la cara B de la saga Zelda, Echoes of Wisdom sabe sacar punta al folklore de la saga (¡por fin un juego en el que manejamos a la princesa!), pero sobre todo se atreve a proponer una revolución mecánica: los espadazos son sustituidos por las invocaciones, en una suerte de tower defense interactivo que hará las delicias de los jugadores de todas las edades.

Segunda parte del juego de Xbox que en 2017 se convirtió en uno de los mejores videojuegos de todos los tiempos, lo cierto es que Hellblade II no ha conseguido el impacto que tuvo su precuela. En parte es justo, porque el juego es continuista, excesivamente dirigido y menos rompedor de lo deseado. Pero en parte es injusto, porque el juego es buenísimo: técnicamente es posiblemente el mejor juego de la historia, las actuaciones y escenarios son de orden superior, la historia es honda. Es corto, sí, pero lo bueno si breve…

Antítesis de Elden Ring, Dragon’s Dogma II nos lleva a un mundo de fantasía medieval mucho más pesado, arduo y humano. Imperfecto, pero valiente, la obra de Capcom mejora la fórmula del original (de 2012) en todos y cada uno de los apartados, forjando un juego muy sólido que se queda grabado a fuego en la mente del jugador.

Balatro o Lorelei and the Laser Eyes podrían auparse también como lo mejor de la producción independiente de este año. Pero nos decantamos por Indika, la monja embarcada en un viaje por una distópica URSS en busca de redención y exorcismo, por su valentía interactiva y algunos geniales giros de guion. Y porque empuja un poco más los límites establecidos del videojuego como artefacto narrativo.

En un año (o muchos años ya) de empacho espacial de la franquicia creada por George Lucas, Ubisoft y Massive han ofrecido un producto fresco, con envoltorio de Star Wars pero corazón de Uncharted y Outer Worlds a la que han añadido una mezcla de Hitman en sus fases de infiltración. Otra vuelta de tuerca mecánica y visual a una galaxia muy muy trillada, que despunta como uno de los mejores juegos de la franquicia de la última década.

Las cosas hay que hacerlas bien. Incluso un género tan aparentemente démodée como el de los matamarcianos puede convertirse en un estupendo juego casi Hack and slash, divertidísimo y adictivo que, además, funciona como la mejor introducción interactiva al muy vasto (y muy poco basto) universo de Warhammer 40.000. Un juego con la capacidad de convertir el mando en pegamento, porque no podremos soltarlo.

Tras unos años errante entre lo que pudo ser y no fue, el príncipe más famoso de los videojuegos, que además cumple 35 años desde que Jordan Mechner lo creara, volvió a principios de año con un metroidvania espectacular, uno de los mejores juegos de ese género en los últimos años. Un presupuesto (y un precio) contenidos dieron como resultado una reimaginación del personaje y de su universo que le sentó estupendamente a la franquicia.



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