Si usted no sabe quién es Juan Carlos Ruiz Boix no será porque él no está poniendo todo su empeño en conseguir popularidad. En Cádiz se conoce bien al secretario provincial del PSOE. Actual alcalde de San Roque, también es diputado nacional, aunque en el Congreso es irrelevante. Uno más a las órdenes del partido. El asunto es que San Roque se le debe quedar pequeño, porque no para de 'maquinar' con el único fin de dar un salto en su carrera. De hacerse notar. Entre el gran público y dentro de su propio partido. Para ello utiliza todas las estrategias conspirativas que ofrece la política. Que son muchas y muy variadas. Cuanto más enrevesadas, mejor. Cuanto más estrambóticas, más mediáticas. Lo cierto es que en eso se maneja a las mil maravillas. También sabe arrimarse a los árboles apropiados para que le cobije la mejor sombra posible. De hecho, era abiertamente antisanchista –sobre todo después de que el propio presidente del Gobierno le vetara como número uno por Cádiz en las generales de 2019 para poner en su lugar a Marlaska– y sin embargo ahora es más de Pedro que Montero, Bolaños y Óscar Puente juntos. De este último ha tomado las formas, bravuconas y un tanto faltonas. Ya en su momento traicionó a la que había sido su mentora, Irene García, actual vicepresidenta segunda del Parlamento de Andalucía. Y ahora, en su afán por llamar la atención y escalar en el PSOE, ha sido el primero en oponerse abiertamente a la reelección de Juan Espadas como cabeza visible del PSOE andaluz. Algo sabrá que se está cociendo y quiere estar bien posicionado si llega el momento.También ha visto en la crisis del Ayuntamiento de Jaén otra oportunidad para hacerse notar. Lo ocurrido le suena a música celestial. Está 'on fire', que dice la chavalería. Y claro, ha puesto en marcha su maquinaria para intentar hacer lo mismo que ha hecho su partido con 'Jaén Merece Más' arrebatándole la alcaldía al PP. Está estudiando, uno por uno, en cuántos municipios gaditanos tiene opciones de repetir la jugada. Y de paso, hacerse también con la Diputación. Ocurre que para ello tiene que contar con el apoyo de La Línea 100%, que actualmente sostiene a los populares. Los sostiene porque en su momento el alcalde linense Juan Franco -mucho más pequeño en lo físico, mucho más grande en lo político– los eligió a cambio de una serie de beneficios para su pueblo. Franco se dejó querer y pronunció aquella frase de que a él le sentaban bien las dos chaquetas, «la roja y la azul». Y al final se puso la azul. En teoría el pacto es fuerte, pero claro, no es lo mismo que te construyan un pabellón deportivo a que Hacienda te elimine la deuda histórica de un plumazo. Dinerito de todos los españoles para medallitas de algunos políticos. Y si gana una Diputación para el PSOE el medallón es gordo. Ruiz Boix. Quédese con los apellidos. No es un árbitro de Tercera. Es un alcalde con aspiraciones de más. Mucho más. Y está loco por la música. Al precio que haga falta. 'Cambiando de opinión' las veces que haga falta. Ya le digo, un sanchista con todas las letras.
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