lloyd.brakus
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La historia reciente demuestra que en Córdoba sólo se ha actuado en pos de calibrar riesgos y atajar peligros por inundaciones, avenidas, riadas y demás subgéneros del achique cuando ya la lluvia estaba mojada y no había marcha atrás. Los arroyos de la Sierra, Vince y la Fuensanta, el desbordamiento de 2010 por aquellos desembalses inoportunos, las parcelaciones (¡ay las parcelaciones!) en dominio público y ahora las danas... Semanas después de la tragedia de Valencia se superponen los planos de debate sobre lo que pudo ser y no fue esquivando la culpa. El cálculo político y los contrafuertes no dimisionarios. Mazón y/o Rivera . Los ingenieros de caminos que salen como los epidemiólogos en tiempos de pandemia. Y los órganos de cuenca como el del Júcar , o el Guadalquivir aquí, que se convierten en la diana de improperios y hemerotecas que sacan a relucir lo poco que nos importa verdaderamente la política hidráulica. Que no confundir con la fiebre de la sostenibilidad, el cambio climático o el árbol, sin olvidar la transición ecológica. Muy en boga. Lo de hacer pantanos en este país es cosa de franquistas, y eso es mentar la bicha; pero la retahíla técnica que hoy crea muros de argumentos frente a los barrancos desbordados valencianos fijan el escenario posible de lo que hubiera sido la catástrofe con alguna presa de más que no se hizo, se boicoteó o se olvidó. Magnificientes planes hidrológicos cargados de proyectos como una carta a los Reyes Magos en timbre oficial. Cajones atiborrados de proyectos y casillas de excel opresoras. Catorce proyectos por un valor cercano a los 40 millones de euros diseñados para frenar las inundaciones en la provincia de Córdoba desde hace años duermen el Sueño de los Justos en algún pomposo despacho. No sabemos de ellos más que por un grandilocuente epígrafe. No hay más realidad, ni más tormento, salvo que algún día la catástrofe se nos aparezca para sacar a relucir nuestras vergüenzas y la necesidad de haber ejecutado alguno de ellos. Y si a este agujero negro le sumamos la ingente cantidad de fondos europeos pregonados, anunciados y prometidos que aún siguen siendo un auténtico fenómeno paranormal por su imposible ejecución, tenemos la ecuación perfecta de la incompetencia. El cálculo político lo contamina todo. No hay más que ver lo ocurrido con La Colada , o con el agua en el Norte, sin grifo doméstico durante un año. Donde decían digo, dijeron Diego.Los mapas de zonas inundables señalan en rojo las viviendas apiladas en el curso del precipicio pero, con el paso del tiempo, las residencias se multiplican. Las parcelas en Córdoba con riesgo de inundación no se puede regularizar, pero viven en un peculiar 'statu quo' que tampoco las espanta por lo que el riesgo máximo persiste, engorda y siembra lamentaciones futuras, no porque alguna retroexcavadora surja del horizonte. No hemos aprendido, ni parece que estemos dispuestos a aprender. El circo político sigue, los damnificados agachan la cabeza y menean la escoba pensando sobre lluvia mojada.
Francisco Poyato: Lluvia mojada
La transición ecológica se ha comido a la política hidráulica. Suena mejor, aunque demuestren los hechos que no sirve para nada
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