Mary_Sauer
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Leire Martínez (Errenteria, Gipuzkoa, 45 años) nunca fue tan mediática como ahora. La cantante vasca, hasta hace poco bastante discreta, nunca había llamado excesivamente la atención de los medios, poco se sabía de su vida privada, ni falta que hacía. Pero todo ha cambiado en las últimas semanas, después de que el pasado 14 de octubre La Oreja de Van Gogh anunciara a través de un comunicado que iba a dejar de ser su vocalista. “Después de 17 años maravillosos repletos de música y emociones que jamás olvidaremos, queremos anunciar que las trayectorias profesionales de Leire y La Oreja de Van Gogh seguirán caminos separados”, afirmaba el contundente escrito. Desde entonces, Leire Martínez es uno de los nombres más comentados en redes sociales, más buscados en internet, más demandados por reporteros que la persiguen con sus micrófonos allí por donde va. La marca de contenidos Mtmad, que se emite en la plataforma a la carta MiTele (Mediaset), la ha convertido en la nueva protagonista de su programa Me quedo conmigo, en cuyo primer capítulo, emitido el pasado 30 de octubre, la artista reconocía que no estaba de acuerdo con el comunicado de la banda. “He permitido que no se me tratara tan bien como se me tenía que tratar”, lamentaba. En el segundo episodio, emitido este miércoles 6 de noviembre, la artista ahonda mucho más de su vida privada. “Me he cuidado sola”, confiesa, por ejemplo, sobre la situación de abandono en la que se sintió en su infancia y adolescencia.
Este formato de Mediaset dedicado a la salud mental, en el que los protagonistas conversan acompañados de una psicóloga especializada en relaciones afectivas, autoestima y gestión emocional, ha sido el elegido por la donostiarra para hablar abiertamente por primera vez de sus sentimientos después de su ruptura con la banda que le dio la fama, pero también ha aprovechado el espacio para darse a conocer como persona. En este segundo capítulo, Martínez recuerda las duras experiencias que vivió en su adolescencia y revela que, “a los 17 o 18 años”, se vio obligada a abandonar la casa de su padre [sus padres se divorciaron cuando era pequeña algo que, dice, nunca entendió y nunca le explicaron] debido al desgaste total de su relación. “No podía seguir en esa situación. Empecé a perder peso, entré en depresión, y la gente a mi alrededor lo veía. Yo era la que no sabía ponerle nombre”, reconoce ahora visiblemente emocionada. “Adopté un rol con mi padre de mamá, de cuidadora, cuando no me correspondía. Crecí con la sensación de que mi padre era una persona débil a la que había que proteger”, añade.
La historia de una hija que se siente sola y abandona el nido paterno no se queda ahí. La cantante relata que la situación llegó a tal punto que tuvo que llamar a los Servicios Sociales en busca de ayuda. Pero no se la dieron. “La asistenta me dijo que no tenía signos suficientes de sufrimiento o de pasarlo mal”, explica con los ojos vidriosos. “¿Y a mí quién me ayuda?”, dice que se preguntaba entonces.
El hogar que no encontró con su familia lo halló en la casa de un matrimonio de vecinos que necesitaba ayuda en casa, según recuerda en el episodio. La acogieron, empezó a convivir con ellos y lo describe como una experiencia inolvidable que por fin le hizo sentir especial para alguien. “Ese fue el comienzo de mi curación. Estoy tan agradecida. Han sido claves en mi vida. Nunca les pedí nada y me lo dieron todo, era una más de la familia”, asegura mientras se seca las lágrimas con un pañuelo. Casi 20 años después, dice que ha aprendido a perdonar a los que no le hicieron sentir así.
Son casi los mismos años que Leire Martínez llevaba como vocalista de La Oreja de Van Gogh, banda en la que entró en 2008 para sustituir a Amaia Montero, la cantante original del grupo donostiarra fundado a mediados de los años noventa. El cuarteto (Pablo Benegas a la guitarra, Xabier San Martín al teclado, Haritz Garde a la batería y Álvaro Fuentes al bajo) la fichó después de su paso por el programa de talentos musicales Factor X. Tras la noticia de su salida del grupo, muchos especularon sobre un posible regreso de Montero, algo que la banda no ha confirmado. “Amaia [Montero] no tiene nada que ver en lo que haya ocurrido de puertas para adentro en este grupo, que la dejen tranquila”, avisó Martínez en el primer capítulo de Me quedo conmigo. “Yo no soy rival de nadie y no voy a formar parte de la guerra de otros”, aclaró. Todavía quedan otros dos programas en los que la cantante vasca seguirá desvelando su lado más personal, como nunca antes había hecho. “Si hablo se van a generar muchas cosas feas”, comenta en un extracto que avanza el contenido que todavía queda por ver.
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Este formato de Mediaset dedicado a la salud mental, en el que los protagonistas conversan acompañados de una psicóloga especializada en relaciones afectivas, autoestima y gestión emocional, ha sido el elegido por la donostiarra para hablar abiertamente por primera vez de sus sentimientos después de su ruptura con la banda que le dio la fama, pero también ha aprovechado el espacio para darse a conocer como persona. En este segundo capítulo, Martínez recuerda las duras experiencias que vivió en su adolescencia y revela que, “a los 17 o 18 años”, se vio obligada a abandonar la casa de su padre [sus padres se divorciaron cuando era pequeña algo que, dice, nunca entendió y nunca le explicaron] debido al desgaste total de su relación. “No podía seguir en esa situación. Empecé a perder peso, entré en depresión, y la gente a mi alrededor lo veía. Yo era la que no sabía ponerle nombre”, reconoce ahora visiblemente emocionada. “Adopté un rol con mi padre de mamá, de cuidadora, cuando no me correspondía. Crecí con la sensación de que mi padre era una persona débil a la que había que proteger”, añade.
La historia de una hija que se siente sola y abandona el nido paterno no se queda ahí. La cantante relata que la situación llegó a tal punto que tuvo que llamar a los Servicios Sociales en busca de ayuda. Pero no se la dieron. “La asistenta me dijo que no tenía signos suficientes de sufrimiento o de pasarlo mal”, explica con los ojos vidriosos. “¿Y a mí quién me ayuda?”, dice que se preguntaba entonces.
El hogar que no encontró con su familia lo halló en la casa de un matrimonio de vecinos que necesitaba ayuda en casa, según recuerda en el episodio. La acogieron, empezó a convivir con ellos y lo describe como una experiencia inolvidable que por fin le hizo sentir especial para alguien. “Ese fue el comienzo de mi curación. Estoy tan agradecida. Han sido claves en mi vida. Nunca les pedí nada y me lo dieron todo, era una más de la familia”, asegura mientras se seca las lágrimas con un pañuelo. Casi 20 años después, dice que ha aprendido a perdonar a los que no le hicieron sentir así.
Son casi los mismos años que Leire Martínez llevaba como vocalista de La Oreja de Van Gogh, banda en la que entró en 2008 para sustituir a Amaia Montero, la cantante original del grupo donostiarra fundado a mediados de los años noventa. El cuarteto (Pablo Benegas a la guitarra, Xabier San Martín al teclado, Haritz Garde a la batería y Álvaro Fuentes al bajo) la fichó después de su paso por el programa de talentos musicales Factor X. Tras la noticia de su salida del grupo, muchos especularon sobre un posible regreso de Montero, algo que la banda no ha confirmado. “Amaia [Montero] no tiene nada que ver en lo que haya ocurrido de puertas para adentro en este grupo, que la dejen tranquila”, avisó Martínez en el primer capítulo de Me quedo conmigo. “Yo no soy rival de nadie y no voy a formar parte de la guerra de otros”, aclaró. Todavía quedan otros dos programas en los que la cantante vasca seguirá desvelando su lado más personal, como nunca antes había hecho. “Si hablo se van a generar muchas cosas feas”, comenta en un extracto que avanza el contenido que todavía queda por ver.
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Leire Martínez habla de lo sola que se sintió en su infancia y adolescencia: “Empecé a perder peso y entré en depresión”
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elpais.com