Las unidades caninas en la DANA: dedicación incansable ante la falta de coordinación y regulación

leonor.bernhard

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Con 230 fallecidos (222 en Valencia, siete en Castilla-La Mancha y uno en Andalucía) y cuatro desaparecidos al cumplirse el primer mes tras lo que se considera la peor catástrofe natural del siglo en España, la DANA ha dejado numerosas lecciones y reflexiones.

Para algunos de los miembros de las unidades caninas de rescate que han participado en los operativos de ayuda, entre estas reflexiones destaca la urgente demanda de protocolos más efectivos que optimicen la respuesta de las unidades de rescate en catástrofes futuras.

Entre las numerosas unidades que han estado a pie de barro, cuya cantidad se estima entre 15 y 20, destacamos a dos, debido a la limitación del espacio: el equipo cinológico de la UME y la Unidad Canina de Búsqueda y Rescate DIDUGAL de Protección Civil de la Comarca del Almanzora, en Almería.

La incansable labor de la UME tras la DANA​


El Subteniente Tomás Patón Redondo, jefe del Equipo Cinológico III de la Unidad Militar de Emergencias (UME) desde 2019, destaca el papel crucial de su equipo en la búsqueda de personas tras el impacto de la DANA. "Inicialmente desplegamos perros para buscar personas vivas, pero, con el paso de las horas y analizando el tipo de catástrofe, la prioridad pasó a la recuperación de los cadáveres de las personas desaparecidas", explica.

Actualmente, trece binomios de perro y guía trabajan en grupos tácticos asignados a zonas específicas. "Si por la carga de trabajo, lesiones o descanso es necesario, otros equipos apoyan para que las labores no se interrumpan", detalla Patón.

El Subteniente también resalta la coordinación con otras fuerzas de rescate, que ha sido clave para garantizar búsquedas organizadas y exhaustivas en sectores marcados. "Si una zona no se ha batido correctamente, se informa y se revisa de nuevo para asegurarnos de que no quede ningún área sin inspeccionar", subraya. Además, la estrategia se enfoca en zonas de alta probabilidad, utilizando batidas a pie y maquinaria para remover cúmulos de sedimentos y vegetación que puedan ocultar cuerpos.

En cuanto al impacto emocional, Patón Redondo reconoce que la cercanía con Valencia ha añadido una carga personal. "Todos tenemos algún familiar o amistad afectado, lo que ha sido una motivación extra para mantener el mismo empeño desde el primer día", señala.

Sin embargo, a pesar de la tragedia, también nos traslada la solidaridad de los jóvenes voluntarios: "Me ha sorprendido ver el grado de implicación de la juventud", concluye. Y si tenemos que hablar de voluntarios, hay que incluir a las personas que integran las unidades caninas de toda España, que trabajan bajo el mando de la comunidad autónoma y están formadas por personal vocacional y sin profesionalización centralizada.

El esfuerzo de DIDUGAL en Valencia​


Sin contar las unidades caninas de los Mossos de Esquadra, la Policía Foral de Navarra y la Ertzaintza, de la UME, la Guardia Civil y la Policía Nacional, hubo otras organizaciones trabajando contrarreloj para ayudar en las regiones afectadas.

Vicente Martínez, funcionario del Cuerpo Nacional de Policía y portavoz de la Unidad Canina de Búsqueda y Rescate DIDUGAL de Protección Civil del Almanzora, describe en detalle cómo su equipo de voluntarios se sumó a las operaciones. Con más de una década de experiencia, Vicente, quien sufrió un accidente durante las labores de búsqueda y se rompió el peroné, formó parte de un equipo compuesto por dos guías y dos perros especializados en la localización de cadáveres, que se desplazó a las áreas más afectadas apenas horas después del desastre. El papel del voluntariado, según Vicente, ha sido crucial en esta catástrofe. "Sin el apoyo desinteresado de los voluntarios, el sistema de respuesta estatal sería insuficiente. Somos un pilar fundamental, pero sin regulación, nuestro potencial queda limitado", argumenta.

El portavoz también lamenta las situaciones de descoordinación y la presencia de unidades no especializadas que, en su opinión, generaron confusión y falsearon las expectativas de las familias afectadas. "Ha habido casos de ‘turismo de catástrofes’, algo que no podemos tolerar. Es esencial contar con un mando unificado y filtros rigurosos para garantizar que los perros y guías que intervienen estén realmente capacitados", sentencia.

A pesar de las dificultades, subraya la resiliencia de quienes participaron. “Cada gesto cuenta. Cada perro y cada guía que trabajan sin descanso están cambiando vidas. Esta experiencia ha reforzado nuestra convicción de que, aunque somos voluntarios, nuestra labor merece el respaldo y reconocimiento que permita mejorar nuestras intervenciones futuras”, concluye.

Desafíos en la coordinación​


Uno de los aspectos más complicados fue la falta inicial de coordinación. La unidad canina DIDUGAL nos comparte que, aunque las autoridades estaban presentes, al principio "actuábamos prácticamente bajo nuestro criterio, ya que no había un mando único que distribuyera los recursos de forma eficaz".

"El 31 de octubre llegamos a Utiel activados de forma urgente por el Ayuntamiento. Inicialmente, éramos dos guías con dos perros de cadáveres, y al día siguiente se incorporó el resto del equipo. Desde entonces, nuestra coordinadora, María Dolores Rubio, lleva acumulados quince días de servicio, lo que ha dejado una fuerte huella emocional en ella", explica el portavoz, destacando el compromiso de su equipo.

Sin una acreditación oficial, resulta difícil filtrar quiénes realmente están preparados​


En España, no existe una regulación uniforme que permita certificar a las unidades caninas de búsqueda y rescate de manera oficial. Este vacío legal provoca que, en situaciones de emergencia, cualquier unidad pueda presentarse sin que necesariamente cumpla con los estándares adecuados de formación, experiencia o especialización: "Sin una acreditación oficial, resulta difícil filtrar quiénes realmente están preparados para trabajar en estos entornos y quiénes no".

Durante las primeras jornadas, la unidad canina de Almanzora se centró en rastrear las zonas periféricas a las localidades afectadas, siguiendo el itinerario de la avalancha de agua. "Nuestra función era buscar posibles víctimas fallecidas arrastradas por la corriente en cauces, barrancos y áreas cercanas a la A3. Nos basábamos en información previa facilitada por los Ayuntamientos, incluso cuando no existía una denuncia formalizada", señalan.

La complejidad de entrenar perros para la detección de cadáveres​


El trabajo de los perros detectores de cadáveres requiere un entrenamiento altamente técnico, y en nuestro país son pocos los ejemplares preparados para ello. Vicente Martínez destaca que una de las principales dificultades es la falta de acceso a muestras biológicas humanas reales, esenciales para un entrenamiento preciso. "En la mayoría de los casos, se usan restos de cerdo como sustituto, pero esto puede generar falsos positivos, especialmente en entornos complejos como el de Valencia, donde los perros podrían confundir el olor con el de un animal como un jabalí", explica.

Para optimizar los recursos, durante los días posteriores a la catástrofe se priorizó la participación de unidades con perros entrenados específicamente con restos humanos reales, reduciendo errores y mejorando la eficacia de las operaciones. "Se necesita urgentemente un sistema de gestión centralizado que asigne responsabilidades claras y evite duplicidades. Esto optimizaría el uso de los recursos y garantizaría que las áreas críticas sean cubiertas adecuadamente", insisten desde la unidad canina formada por personal voluntario.

El impacto emocional y físico​


La magnitud del desastre tuvo un profundo efecto en todos los intervinientes: "No conozco a nadie que haya trabajado aquí y que no se sienta afectado. Encontrar cuerpos casi a diario, en condiciones muy duras, es algo que te marca profundamente", nos confiesan. Vicente Martínez también desea recalcar que "durante el transcurso de los días que estuvimos presentes realizamos relevos de forma intermitente entre los guías, aunque me veo en la necesidad de resaltar la importante labor e implicación de nuestra Coordinadora de Unidad, María Dolores Rubio, que lleva acumulados un montante de quince días prestando servicio en diferentes zonas del siniestro y, por consiguiente, resulta la más afectada psicológicamente por todo lo que ha presenciado y vivido durante esos días".

También destacan el desgaste emocional que supone enfrentarse a la devastación en lugares que conocen: "Eran escenarios de guerra. Mirar a los ojos de la gente que lo ha perdido todo, sin necesidad de palabras, te hace comprender el horror de la situación".

En cuanto a los perros, nos aseguran que el bienestar de los animales es prioritario. "Cada guía sabe hasta dónde puede llegar su perro. Nos organizamos con puntos de avituallamiento para reponer fuerzas y seguimos estrictos protocolos de entrenamiento y alimentación para garantizar su efectividad".

 

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