Las torturas y la represión no son exclusivas de la cárcel de Saydnaya: estos son los cinco presidios del más temidos en el mundo

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ITER CRIMINIS por Carmen Corazzini
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Tras el inicio del conflicto sirio en 2011, Saydnaya se convirtió en un centro de detención masiva para opositores al régimen, activistas y civiles. Ahora, tras la caída de Asad, miles de personas se están apresurando a llegar hasta Saydnaya para buscar a familiares y amigos.

Este símbolo de represión, ahora liberado, se ha inundado con la esperanza de poder encontrar a presos con vida. Quienes fueron aprisionados sufrieron todo tipo de torturas. Empezamos con la de Saydnaya, una de las más controvertidas, como la primera entre las cinco prisiones más temidas del mundo.

Saydnaya, Siria​


Se la llama “el matadero humano” porque entre sus barrotes podrían haber muerto más de 30.000 personas. Desde salas de sal utilizadas para preservar cuerpos a celdas subterráneas y violaciones múltiples. Entre sus pasillos se propagaban prácticas sistemáticas de tortura, ejecuciones extrajudiciales y condiciones inhumanas.

Ahora, tras la caída del régimen de Al-Asad, las fuerzas rebeldes han tomado el control de la prisión. Durante las inspecciones, se han descubierto cientos de cadáveres con signos de tortura. Las atrocidades de las que se sospechaba han sido comprobadas. Pero no es la única prisión repleta de barbaridades.

Black Dolphin, Rusia​


Nadie, nunca, ha conseguido escapar de allí. Su nombre oficial es Colonia Penal IK-6 y se encuentra en la frontera con Kazajistán. Un lugar remoto y frío donde conviven cerca de 700 reclusos. Entre todos, suman más de 3.500 asesinatos. Las celdas son dobles, reforzadas y completamente aisladas. No comen juntos y no está permitido hablar con otros prisioneros. Obligados a caminar encorvados, a 90 grados, con la cabeza gacha y las manos esposadas a la espalda. A las zonas exteriores salen con los ojos vendados. Todo para evitar que puedan reconocer el entorno y dificultar cualquier planificación de fuga.

Fue fundada en el siglo XVIII como parte del sistema penitenciario del Imperio Ruso. En sus inicios albergaba todo tipo de delincuentes, pero con los años fue integrando a los peores criminales. Durante el período soviético, la prisión se transformó en una instalación de alta seguridad, adaptándose al endurecimiento de las políticas penitenciarias del régimen. Con la llegada de Vladimir Putin, la institución se convirtió en cárcel de máxima seguridad destinada a encarcelar a los criminales más peligrosos de Rusia: asesinos en serie, terroristas, caníbales o violadores.

Entre sus barrotes viven “El Maníaco de Angarsk”, exoficial de policía que mató a más de 80 personas, “La Bestia de Ucrania”, asesino en serie, o el “asesino del Ajedrez”, que buscaba matar a 64 personas para llenar los casilleros de su tablero. En Black Dolphin los presos no interactúan. En La Sabaneta de Venezuela, sería mejor que no lo hicieran.

La Sabaneta, Venezuela​


Los presos jugaban al fútbol con las cabezas de sus víctimas. Ubicada en Maracaibo, fue diseñada en 1958 para acoger a 700 reclusos, pero el número superaba los 3.700 internos. Los pranes, líderes de las bandas, controlaban la dinámica del penal, incluyendo la distribución de celdas, alimentos y armas. Se instauró el autogobierno de la mafia, las drogas y la violencia. Una prisión donde las trifulcas eran continuas y se desataban en plena anarquía.

Dos eventos la lanzaron al plano internacional. En 1994, un incendio provocado durante un motín causó la muerte de un centenar de reclusos. El incidente se convirtió en la mayor tragedia carcelaria de la historia del país. Casi una década después, en 2013, una disputa entre bandas se saldó con 16 fallecidos. Este suceso evidenció la el salvajismo del centro, y el gobierno decidió clausurarlo. Sin embargo, en agosto de 2023, se ha reactivado de manera parcial. Según el Observatorio Venezolano de Prisiones, la reapertura ha generado preocupación entre los residentes locales. Se teme el retorno de la inseguridad y las actividades delictivas asociadas a la antigua prisión. En La Sabaneta se mataban, en Bang Kwang, se mueren.

Bang Kwang, Tailandia​


La cárcel devora a sus prisioneros, por eso la llaman “El Gran Tigre”. Inaugurada en 1933, Bang Kwang fue concebida para retener a los delincuentes más peligrosos o aquellos condenados a largas penas y a cadena perpetua. En España se hizo conocida ante la posibilidad de que Daniel Sancho pudiera cumplir allí su condena.

Conviven decenas de presos en una misma celda. Duermen por los suelos y la desnutrición es el pan de cada día. El agua potable escasea y las condiciones de insalubridad contribuyen a la propagación de enfermedades. Dentro es más peligroso resultar herido que ser atacado, un simple corte en un pie puede llevar a la muerte. Las infecciones se propagan con libertad entre sus casi 8.000 internos. No hay esperanza, pero sí ironía, porque los prisioneros la llaman Hilton.

Son bien sabidas las condiciones inhumanas de Bang Kwang. El gobierno tailandés se propuso implementar reformas en su sistema penitenciario, sin embargo, a pesar de algunas mejoras como la eliminación del uso de grilletes, persisten sinceras preocupaciones sobre el respeto a los derechos humanos. Aunque para torturas, las de Diyarbakir en Turquía.

Diyarbakir, Turquía​


Saludar al perro del director de la prisión, escuchar en bucle el himno nacional, palizas, ahorcamientos, simulacros de ejecución o apelotonamiento de presos desnudos. Durante los años 80, tras el golpe de Estado del 12 de septiembre de ese mismo año, la instalación fue utilizada como prisión militar, albergando a numerosos opositores políticos, activistas y miembros de minorías étnicas, en particular, de la comunidad kurda.

La prisión fue escenario de torturas sistemáticas, tratos inhumanos y degradantes. Los reclusos eran sometidos a abusos físicos y psicológicos, incluyendo descargas eléctricas y humillaciones.

Estas condiciones extremas llevaron a numerosos suicidios y huelgas de hambre. Mazlum Doğan, miembro del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), se inmoló en 1982 en protesta por el trato recibido. Su acto inspiró a otros prisioneros a seguir su ejemplo, destacando la gravedad de la situación dentro de la prisión.

De zona de torturas a colegio: en 2009 se propuso convertirla en una escuela, pero esta idea fue criticada por activistas kurdos que abogaban por su transformación en un museo que documentara los abusos perpetrados. En la actualidad, la prisión ha sido vaciada y las obras de transformación están en curso. La cárcel se convertirá en un museo de atrocidades, para mantener vivo el recuerdo y evitar que la historia se repita. Estas cinco prisiones albergan a los mayores criminales, pero sus prácticas parecen acercarse a lo que pretenden contener.

 

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